En la actualidad, la presión social es cada vez mayor, pues gracias al internet y las redes sociales y acceder a cualquier tipo de contenido es cada vez más fácil. Esto ha hecho que todos busquemos una mejor versión de nosotros mismos: mejor alimentación, hacer ejercicio, estar en constante aprendizaje, ser productivo, levantarse temprano, desarrollar mejores hábitos, lucir bien, ir a terapia… En fin, parece que nunca acabamos con el bienestar. Si eso es para nosotros, ¿qué podemos esperar de la presión hacia las mamás? Por ser la mejor mamá, y por cómo debe verse la maternidad. Hemos visto infinidad de veces a celebridades siendo mamás y luciendo espectaculares, incluso el mismo día de dar a luz, pero siendo justos, esa no es la realidad. Mientras que a personalidades como Emily Ratajkowski parece que la maternidad no les hizo absolutamente nada, hay otras mujeres como Ashley Graham y Katy Perry que comparten lo cansado y complicado que puede llegar a ser convertirse en mamá a través de sus cuentas de Instagram. Algo completamente común.
Cada generación cree haber descubierto el código secreto de la “buena maternidad”, pero en realidad es un tema súper personal. Es un mito que haya un solo camino correcto para hacer las cosas bien.
Por ello, debemos dejar de ser tan duros con ellas, abrazarlas y entender que ellas hacen lo mejor que pueden. Para esta edición entrevistamos a Andrea Matanzo, mamá de Andrés y Regina. Una mamá que muere de amor cada que ve alguno de sus dos pequeños hacer alguna monería, aprender una nueva palabra, o incluso, hacer una travesura con su papá y abuelo.
Antes de hablar con Andrea sobre cómo ha disfrutado su papel de mamá, le preguntamos cómo ha sido como hija y cuál ha sido el aprendizaje más grande que le ha dado su mamá: “Es la persona más resiliente que conozco. Es algo que he admirado de ella y he intentado practicar en mi vida. Otra gran enseñanza que indudablemente llevo conmigo es el altruismo; trato de ayudar dentro de mis posibilidades sin importar el tamaño de la acción, al final, todo suma”, comentó.
Sin embargo, todo su mundo cambio al momento de convertirse en mamá: “Uno de los cambios más notorios fue trabajar profundamente en el nivel de conciencia con el que tomo todas mis decisiones, darme cuenta de que todo lo que hago, para bien y para mal, tiene un efecto colateral hacia mis hijos. Sin duda es un ejercicio que practico todos los días y ha sido un cambio significativo en mi vida”. Pero si hablamos de un momento en específico, el ver a sus hijos por primera vez fue uno de los más conmovedores y llenos de emociones encontradas: “Fue una experiencia fuertísima, porque mis hijos fueron prematuros; tuve un parto gemelar. Tuve mucho miedo, mucha incertidumbre y, definitivamente, puso a prueba mi fe. He vivido un escenario muy particular con respecto a la vinculación con mis hijos, ha sido gradual pero sigue siendo un proceso hermoso. Ahora puedo decir que lo volvería a hacer todo de nuevo”.
Como todas las mamás, Andrea tiene varios momentos especiales con sus hijos, y uno de ellos fue la primera vez que sintió que se reconocieron sus hijos: “Nunca lo voy a olvidar”. Pero que sería de los buenos momentos sino van de la mano de alguna enseñanza: “Creo que uno de los desafíos más importantes que identifico con la cantidad de información, opiniones y críticas que existen actualmente es ser muy persistente. Busco que se conviertan en personas autocríticas, que sean capaces de construir su propio criterio. Trato de trabajar con ellos en la misma medida tanto su inteligencia racional como emocional”, afirmó.
Andrea se considera una mamá muy afortunada, pues gracias a que siempre cuenta con varias personas a su lado es que puede organizar el tiempo para ser mamá y disfrutar de su individualidad como mujer. “Hay varias personas que nos quieren y adoran a mis hijos. Las tías son lo máximo, los abuelos se vuelven locos por ellos, y ni decir de las bisabuelas fantásticas que les tocaron. Jazz es su niñera y ha estado con ellos desde que nacieron, además de que ya la consideramos parte de la familia”.
“Como mamás, muchas veces al día podemos sentirnos abrumadas. Yo siempre me recuerdo que en la forma de pensar estar la forma de sentir. Y si hay algo que me está frustrando, recuerdo que debo renfocar mi opinión y ser más crítica para poder sentirme diferente al respecto. Indudablemente mejora mi perspectiva”.
Gracias a su mamá y su familia ha aprendido a priorizarse: “Es válido y sano. Cuando puedo cuidar de mi salud física y emocional es cuando me siento bien. Hace que toda la estructura que está a mi alrededor, como mis hijos, esposo y familia estén bien. Aprendí a la mala que cuando me descuido, es inevitable que lo demás comience a fallar”, finalizó.