Apuntes de Diseño y Arquitectura

Las oficinas no van a desaparecer

Lorenzo Díaz Campos

"Juntarse es un comienzo. Seguir juntos es un progreso. Trabajar juntos es un éxito". - Henry Ford

Estamos por cumplir un año en el encierro, un año que la forma de hacer el trabajo de oficina cambió. Al principio todos pensamos que iba a ser cuestión de un par de semanas, nos fuimos haciendo a la idea y hasta nos acostumbramos. Ahora leo y escucho "las oficinas no volverán a existir" y por supuesto estoy en total desacuerdo.

Comencé a involucrarme en el mundo de las oficinas a muy temprana edad, primero viendo cómo mi madre resolvía el diseño de interiores en los años 70, más adelante, involucrado en la empresa que ella fundó, vendiendo soluciones de mobiliario para los espacios de trabajo.

A lo largo de estos años he oído esa cantaleta muchas veces, todos han vaticinado el fin de las oficinas en más de una ocasión. He escuchado también que el mundo se volverá "paperless" hace décadas, era una cosa que iba a pasar de un día al otro; simplemente no tomó dos días como se pensaba, aunque era evidente que el papel iría desapareciendo. No son equivocadas todas las predicciones que escucho, en muchas ocasiones lo que me parece irrisorio es el ritmo al que se pronostican estos posibles cambios.

Me parece importante tratar de definir, en primera instancia, qué es una oficina. Hace años, en la “oficina del futuro”, evento que organizamos por 10 años decidimos buscar esta definición como punto de partida para explorar y entender los posibles cambios en el mundo laboral. Reunimos a un grupo de expertos de diferentes disciplinas y llegamos a una conclusión. Fue así que redactamos el "postulado de la oficina del futuro" y el cual replico aquí al pie de la letra:

La oficina del futuro = conexión + identidad

Los espacios de trabajo del futuro habrán de mejorar la forma en que actualmente se brinda soporte a dos procesos fundamentales que definen la esencia de la actividad de trabajo: la comunicación y la identidad de quienes los habitan.


La comunicación habrá de estar determinada por las necesidades de cada individuo y el contexto en el que se encuentran. Los espacios de trabajo han de tomar en cuenta los diversos tipos de comunicación, entre los que se incluyen la personal y a distancia, así como la sincrónica y la asincrónica. La comunicación directa se desarrolla en actividades que se llevan a cabo en un lugar físico común, mientras que a distancia se desarrolla mediante herramientas tecnológicas disponibles. Esta última puede ser sincrónica, si sucede con la interacción en tiempo real entre individuos, o bien asincrónica si el intercambio de mensajes es no secuencial y atemporal.


Los espacios y herramientas de trabajo habrán de facilitar estos —y otros futuros— tipos de intercambio de mensajes y emociones entre quienes colaboran con un objetivo común.Los espacios físicos del futuro han de considerarse menos como contextos pasivos y más como entornos activos con un papel determinante en las actividades que dentro de ellos se desarrollan.


La identidad es un tipo de comunicación entre el individuo y su entorno o bien consigo mismo a través del entorno. El medio ambiente material seguirá siendo en el futuro un espacio de expresión sobre quiénes somos y en qué creemos. Por tanto, el espacio de trabajo del futuro es un espacio cultural y social que atiende sueños, logros, anhelos, orgullos, preferencias, convivencias, experiencias, etcétera. 


En este sentido, el diseñador de espacios de trabajo del futuro ha de tomar en cuenta las capacidades y las necesidades comunicativas y expresivas de los diferentes usuarios involucrados en las actividades de trabajo.

Redactado en 2005 sigo encontrando nuestros hallazgos muy atinados. Es precisamente con estas ideas en mente que la sentencia que corre por todos los medios sobre el fin de las oficinas me parece equivocado. Ciertamente la pandemia que nos aqueja fue un acelerador y catalizador de cambios de proporciones inimaginables, las circunstancias – literalmente de vida o muerte – han creado el caldo de cultivo ideal para impulsar una revolución que antes hubieran tomado años. Mi percepción es que los cambios que se han dado, hasta ahora por supuesto, porque aún es poco claro cuánto durará la emergencia, han acelerado eventos que antes hubiesen tomado entre cinco y siete años.

El foco se está dando entorno a las tecnologías de la información. El "Zoom" – nombre genérico que le damos a las teleconferencias – se ha vuelto herramienta habitual y hemos dado por llamarle "Home Office" a un fenómeno de teletrabajo que antes era privilegio para pocos. Lo cierto es que, aunque de una manera u otra los colaboradores de empresas grandes y chicas que antes usaban un espacio de oficinas se han adaptado, muchos de nosotros hemos encontrado límites y grandes retos a este abrupto cambio.

Como ya lo decíamos hace más de quince años habrá que encontrar los medios adecuados para retomar la verdadera magia que los espacios de trabajo lograban y que en muchos casos está ausente o muy incompleta. Me refiero esa que define sueños, logros, anhelos, orgullos, preferencias, convivencias, experiencias y por supuesto que, aunque ligado a factores de desempeño y productividad, dista mucho de poder ser reducido a sólo estos dos últimos temas.

Un factor clave, resultado de este encierro, es que hay un consenso sobre la urgencia de un cambio en el mundo de las oficinas, un claro despertar que las circunstancias nos impusieron. Esta oportunidad aparece solo después de devastadores cambios y será el momento para los diseñadores de potenciar la implementación de las nuevas soluciones imaginándolas primero. Habrá, sin embargo, que entender y dejar muy claro que es una "oficina" antes de augurar su muerte que, a mi parecer, no solo está lejos, sino que es su renacimiento lo que veremos llegar con toda fuerza. ¡Qué viva la oficina!


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