En un lugar de la mancha, cuyo recuerdo no queremos acordarnos todas en algún momento tuvimos ese momento “vergonzoso” en el que nos manchamos debido al flujo menstrual. Sin embargo, que nos haya causado pena o vergüenza es sinónimo de los prejuicios y opiniones preconcebidas con las que hemos crecido.
La sangre menstrual está ligada a la sexualidad, fertilidad y contaminación. Eliminar las ideas sobre los cuerpos menstruantes que han sido catalogados como débiles, sucios y desagradables no es fácil.
Arrastra años de desinformación e idealizaciones respecto a un acto que debería ser considerado como una práctica normal. Por ello, es importante que cada vez se hable más y se retiren las opiniones desfavorables en torno a la menstruación.
Menstruar no es tarea fácil en nuestro contexto
Al decir que menstruar no es tarea fácil hay que considerar distintos aspectos. Por una parte, se tiene que decidir cómo gestionar el flujo menstrual, cómo tratar dolores, cambios físicos, psicológicos, y emocionales con los horarios, tiempos de trabajo y las exigencias de la vida contemporánea.
Por otra, implica percepciones sobre el género, la sexualidad y la feminidad que se encuentran en la base de las relaciones de género.
Muchas han manifestado odiar el hecho de ser mujeres debido a los procesos que experimentan en su cuerpo. Nuestra cultura se ha enfocado en dar solución a una situación que es considerada como un problema. ¿Cómo el flujo de la sangre menstrual puede ser un problema cuando claramente es un proceso fisiológico natural?
El mundo capitalista en el que vivimos se ha encargado de crear propuestas para retener, recolectar, absorber o contener el sangrado. Estas prácticas higiénicas implican que en muchas culturas sea considerada como algo repugnante que debe ser oculto ante todos.
Una mancha es considerada como una mala gestión de la menstruación, e incluso es visto como una falta a la feminidad. A las mujeres se les restringen sus movimientos, al llegar a la menarquía, se les insta a comportarse como señoritas y a vigilar sus actos para evitar a toda costa perjudicar su imagen.
El estigma de la menstruación se ve marcado debido a las creencias culturales que asocian la menstruación con desórdenes físicos, mentales, esto marca a las mujeres como enfermas, discapacitadas, fuera de control y poco femeninas.
¡Si te manchas, no pasa nada!
En 2015 se popularizó la idea de menstruar libremente con la maratonista Kirán Gandhi. Ella corrió durante su periodo menstrual sin llevar ningún artículo sanitario que retuviera el sangrado.
La corredora argumentó que hubiera sido muy incómodo recorrer 26.6 kilómetros con un tampón, además su intención fue sensibilizar a la población ya que hay muchas personas en el mundo que no cuentan con las posibilidades de adquirir productos sanitarios.
Ella comentó que es algo natural que no debe ser juzgado para mal: “La regla es motivo de felicidad y no de sufrir en silencio”, expresó.
Aunque Kirán tenía la intención de quitar el estigma a la menstruación, la mayoría de críticos la tacharon de antihigiénica. Otro caso similar, fue el de la modelo argentina Jujuy Jiménez, quien mostró sus pantalones blancos manchados al aire en un programa de televisión con la intención de visibilizar sobre el tema para una campaña publicitaria.
Sin embargo, las críticas no faltaron y fueron muchas las opiniones a favor y en contra, una de ellas fue la de la ministra de las mujeres, género y diversidad argentina, Ayelén Mazzina, quien dijo: “¡Ningún accidente! Lo que sucedió es algo que nos pasa a todas las personas que menstruamos una vez al mes, durante más 40 años de nuestras vidas. Que no nos dé vergüenza. Dejemos de ocultar la menstruación".
Con el impacto que tuvo la maratonista y la modelo, el tema de sangrar libremente se popularizó. Actualmente, el sangrado libre se ha convertido en una lucha que muchas mujeres integran a su vida para desmitificar la idea de la mancha.