En la década de los 30 fue cuando el fisiólogo Royal H. Burpee desarrolló un ejercicio sencillo pero de gran intensidad para su tesis de doctorado, mismo que se hizo popular tras ser empleado por el ejército norteamericano.
Hacemos referencia a los burpees, una actividad física que mide la resistencia anaeróbica y con el que se trabaja el abdomen, la espalda, el pecho, los brazos y las piernas.
Entre los beneficios que podemos mencionar son que contribuye a mejorar la resistencia pulmonar y cardiaca, permite tonificar y aumentar la masa muscular en menor tiempo y no requiere llevarlo a cabo en un espacio concreto ni elementos externos.
Pero es aconsejable que una persona principiante los realice a su ritmo y adapte la intensidad y las repeticiones a sus propias capacidades.
Suelen ser considerados como parte de una rutina de alta intensidad, un tipo de cardio que combina periodos intensos de ejercicio con periodos de tiempo de reposo.
Esto genera una gran efectividad para quemar grasa corporal y se asocia con una vida más longeva pues te fortalecerá el corazón, mejorará el flujo sanguíneo y contribuirá en la reducción de enfermedades cardiacas y diabetes.
Para ponerlos en práctica debes partir de una posición inicial en sentadillas, colocas las manos en el suelo y mantienes la cabeza erguida.
Después desplaza las piernas hacia atrás con los pies juntos, realiza una flexión de pecho, aquí debes mantener la espalda recta y tocar el suelo con el pecho.
Recoge las piernas para volver a la posición inicial, el movimiento que hagas debe ser fluido por ello la coordinación es importante.
Y para finalizar levanta todo el cuerpo desde esa posición inicial de un salto vertical elevando las manos, puedes dar una palmada por encima de la cabeza.
Para repetir el ejercicio tan solo vuelve a la posición de cuclillas y recuerda que es importante amortiguar la caída y aterrizar de la manera más suave posible.