Hace tiempo, las noticias de negocios se encontraban casi exclusivamente en las páginas de negocios de los periódicos. Si esas historias tenían una vida posterior, era más probable que se convirtieran en un pesado libro de negocios, que en una película, y mucho menos en toda una serie de televisión. Sin embargo, en los últimos cinco años, las historias de triunfos y de desastres empresariales saltaron de los periódicos y las pastas duras para convertirse en audio, video y películas. Los servicios de streaming proliferaron y con ellos el deseo de nuevo material para alimentar el apetito voraz de la audiencia por el próximo maratón de series.
La popularidad de programas de ficción como Succession, sobre un imperio de medios de propiedad familiar, y Billions, sobre el mundo de los fondos de cobertura, agregaron combustible al auge de las adaptaciones a la pantalla de noticias de negocios. “El negocio del streaming aumentó la demanda de historias y, puede que sea contraintuitivo, pero también aumentó la demanda de personajes de calidad y argumentos que sean veraces, profundos y ricos”, dice Elizabeth Wachtel de la agencia de talentos WME, una “agente de paquetes literarios” que se ocupa de los derechos de medios de libros de no ficción que pueden convertirse en documentales, adaptaciones teatrales o películas. Uno de los clientes de WME es Beth Macy, cuyo libro Dopesick, sobre la crisis de los opioides y la participación de los miembros de la familia Sackler y de Purdue Pharma, se convirtió en una serie de streaming de Hulu, protagonizada por Michael Keaton.
Otra serie en desarrollo se basa en Billion Dollar Whale, el relato de Tom Wright y Bradley Hope sobre el escándalo de lavado de dinero del 1MDB en Malasia, que estuvo en la lista de candidatos en 2018 para el Premio al Libro de Negocios del Año del Financial Times (FT). El periodista del FT, Dan McCrum, que dio a conocer la historia del fraude en la empresa de fintech Wirecard, también tiene un libro, Money Men, que sale a la venta en junio, basado en su investigación. Netflix Alemania va a convertir próximamente la historia en una serie documental.
La experiencia de Hope y Wright llevó a los experiodistas del Wall Street Journal a crear “Project Brazen”, que describen como un “estudio de periodismo” para “ofrecer historias emocionantes a través de podcasts, documentales, programas de televisión, libros y películas”.
Los podcasts son cada vez más un trampolín hacia la pequeña o gran pantalla. La historia de Theranos, la compañía de análisis de sangre cuya fundadora Elizabeth Holmes fue declarada culpable en enero de conspirar para defraudar a sus inversores, se convirtió en una serie, The Dropout. También se prepara una película basada en el libro Bad Blood de John Carreyrou sobre Holmes y Theranos, dirigida por Adam McKay y protagonizada por Jennifer Lawrence, pero The Dropout se basa en un popular podcast de ABC. Del mismo modo, la serie We Crashed, que se transmite actualmente, está basada en un podcast de Wondery sobre el empresario de cotrabajo de WeWork, Adam Neumann, y su esposa Rebekah. “Project Brazen” de Hope quiere empezar con proyectos de podcast porque puede realizarlos internamente, “hacen mucho del trabajo que se requiere” para concretar una historia e incluyen las “voces originales” que suelen buscar los cineastas.
El hecho de que se borren las líneas entre los formatos de los medios, con sumas de seis cifras disponibles para los autores que tienen éxito en llevar sus historias de negocios de gran formato a Hollywood, reacomodó el mundo de los medios. Reconociendo que se podía ganar dinero con el contenido de los cuadernos de sus periodistas, organizaciones de medios como Condé Nast, la editorial de la revista New Yorker, crearon divisiones para desarrollar proyectos cinematográficos basados en reportajes originales. William D. Cohan, autor de The Last Tycoons, sobre Lazard Frères, y de House of Cards, sobre Bear Stearns, afirma que hace una década las historias de negocios no eran atractivas para los productores de televisión.
Las series tenían que condensarse en episodios cortos con un desenlace claro. Predominaban los dramas judiciales, policiales y de hospitales. Ahora, dice, Hollywood está “dispuesto a dar más crédito a las audiencias capaces de mantener su atención a través de eventos (empresariales) durante más de 35 minutos”. Sin embargo, mantener la atención del público requiere un acto de prestidigitación artístico, ya sea en la no ficción o en la ficción.
Los guiones sobre negocios deben ser lo suficientemente verosímiles como para no desalentar a los expertos, pero no tan técnicos como para desanimar al público masivo. Cohan señala que Billions, a pesar de estar ambientada entre gestores de fondos de cobertura, rara vez muestra a alguien frente a las omnipresentes pantallas de operaciones bursátiles del sector financiero.
La dramatización cinematográfica de Adam McKay de la obra de Michael Lewis, La gran apuesta, trató de mantener el interés de sus espectadores en la crisis financiera recurriendo a celebs para que explicaran algunos de los tecnicismos.
Al centrarse en los escándalos, los productores de programas basados en relatos de negocios no le hacen ningún favor al capitalismo. La gente de Hollywood con grandes dientes blancos no se apresura a encargar a Netflix series de seis partes sobre culturas corporativas saludables o sobre cómo los banqueros considerados ayudan a los propietarios de pequeñas empresas. En cambio, las historias reales de los timos financieros son irresistibles.
“Las mejores historias de negocios tienen una fase de investigación en la que se intenta descubrir el escándalo, pero luego se convierte en un drama que es shakesperiano y probablemente no hay nada más shakesperiano que el dinero”, dice Hope. ¿El apetito por las historias de negocios supone el final de los libros de negocios en sí, ya que los escritores buscan el protagonismo y saltan de la historia al podcast y a la película? Para nada, dice Wachtel, de WME. Por el contrario, “el libro salta al primer plano”.
Cohan afirma que existe el riesgo de que los jóvenes escritores busquen la bendición de Hollywood como “una especie de confirmación de su brillantez”. Sin embargo, los agentes señalan que hay un largo camino desde que un estudio adquiere los derechos de un libro hasta que se ve el nombre del autor en la pantalla. A menudo, las películas que se prometieron no se hacen. Además, en los medios, como en los negocios, pueden formarse burbujas. “La próxima corrección financiera probablemente acabará con este tipo de cosas”, advierte Cohan. “Nadie en su sano juicio va a querer ver dramas empresariales cuando esté sufriendo económicamente”.