De Enrique Tomás se pueden decir dos cosas: primera, que sus jamones son una delicia y, segunda, que platicar con él también lo es. Confinado en su casa, el español al que llaman el “Rey del jamón” por el imperio entorno a este alimento que ha creado con las tiendas que llevan su nombre, se sincera y dice: “Este año ha sido una auténtica pesadilla, una locura”.
Este carismático catalán de casi 55 años, padre de tres hijos, y quien no duda en interrumpir la entrevista para hablar con uno de ellos, abrió su primera tienda a los 16 años, así que en 2022 celebrará cuatro décadas de fundar su marca.
Este aniversario viene antecedido por una expansión en América, que incluye Dallas, Buenos Aires y Lima. “El estado de alarma en España me agarró en Miami, donde estamos abriendo una tienda de 600 metros”, dice, y agrega que están a punto de abrir dos en Tokio y una tercera en Kioto. “En febrero pasado estuve en Japón y decía: ‘Madre mía, qué gente más rara con las mascarillas’. Y me tuve que comer mis palabras”, platica riendo.
¿Cómo te has sentido en México?
Ha sido un camino ascendente. El mexicano, déjame decir, porque lo tengo claro, aprovecha cualquier oportunidad para pasarla bien. No comprende la vida sin un buen vino y me gusta que bebe bien cuando come bien. En México se llega a facturar tanto de vino como de jamón. Quizás esa sería la diferencia con el resto del mundo. Cuando yo llego a México y veo que la comida la pueden hacer con un buen vino y un buen tequila, digo: “Aquí saben realmente tomarle partido” (ríe).
¿Cómo quisieras celebrar los 40 años de tu empresa?
Hoy diría que lo que quisiera es normalidad. Si miro a la derecha veo el póster del concierto de Isabel Pantoja, en 2012, con el que celebramos los 30 años de la empresa jamoneando. La gente no podía entrar comprando un boleto, tenía que comprar un jamón. Fue tremendo, más de 15 mil personas. Por eso estoy convencido de que si llega la mínima normalidad en el 40 aniversario, haremos un lío.
¿Qué has disfrutado más ?
Hace 40 años, cuando yo explicaba lo que quería hacer, la gente decía: “Es que es joven, está loco”. Así que he disfrutado ver cómo esa gente que pensaba que lo que yo decía eran tonterías, ha ido viendo cómo lo hemos consiguido y desarrollado.
¿Tendencias en tu industria?
Sin coronavirus el precio del jamón hubiera subido entre un 30 y un 40 por ciento, porque solo es que el mundo lo descubra. Se va a seguir trabajando en la internacionalidad del jamón y es cosa de que nada más superemos este bache.
¿A dónde te mueres por llevar tu jamón?
Como objetivo principal estaba Norteamérica, entonces ya lo tengo donde me moría.
¿Cómo les ha ido en Lima?
Muy bien. Yo diría que Lima es un oasis desde el punto de vista gastronómico. No he visto gente más entusiasmada de la gastronomía que ahí, es brutal. Se ha convertido en una religión.
¿Un jamón para una tarde ideal?
La realidad sería que depende de cada momento. Diría que el jamón de Guijuelo, solo porque es más suave. Pero, particularmente en este momento, a todos mis amigos les estoy recomendando paletilla de bellota 50 por ciento de Extremadura, porque sencillamente es fenomenal.