Su mundo con las flores inicia en un viaje a Los Ángeles California cuando él tenía diez años, allí visitó una florería inmensa que lo cautivo por completo y le dijo a su mamá le tomaré una foto “porque cuando sea grande quiero tener una así”.
Ese sueño tomó forma por la vida que llevó a lado de sus padres y abuelos, pues se dedicaron a la floricultura y explotación de flores, es ahí donde surge su pasión por la decoración y composición floral.
Desde pequeño José Luis Maldonado Díaz tiene un gusto marcado, recuerda poner la mesa con entusiasmo en el rancho de sus abuelos floricultores y una cruz de madera que siempre daba un toque especial y original en el ambiente.
Su sueño de realizar la floristería se plasma en el año 2000, fue a raíz de un programa de emprendedores de su Universidad donde arrancó el proyecto con mucho miedo, pero lleno de pasión.
El nombre Zaid Lam surge porque sus abuelos siempre ponían sus apellidos a sus empresas, él siendo más creativo los invierte Díaz a Zaid y Maldonado a Lam, ya que fue un sueño compartido con sus hermanas Martha y Norma.
La capacitación siempre ha estado presente, viajó a Holanda a realizar cursos, trata de platicar con colegas, observa, pero el talento lo trae en la sangre, nació con manos benditas listas para crear y diseñar a cualquier escala, superando retos.
Gracias a la experiencia de su familia florícola y exportadora le abrieron muchas puertas, eso lo ayudó mucho a llevar a su ciudad natal flores de Holanda, de Chiapas, de Veracruz, de Colima siendo el pionero y el maestro en el arte de hacer de cada evento magia y hacerlos únicos.
A lo largo de 21 años haciendo sueños realidad ha pasado miles de aventuras, retos, felicidad, miedos, incertidumbre, pero asegura que todo ha valido la pena.
Uno de los momentos más difíciles y que marco su vida, fue la muerte de su sobrina y la de su abuelo, ellos murieron en fin de semana, cuando él tenía varios eventos programaos y tuvo salir adelante y continuar, brindando siempre el mejor servicio y calidad.
Uno de los momentos que más lo ha conmovido a lo largo de su trayectoria fue cuando recibió una carta de una novia diciéndole que su boda fue el sueño de su vida, recordó esos cuentos mágicos de Hadas y le dijo que fue su capitán en esa bella historia pues logró cumplir a detalle su evento nupcial.
De cientos de bodas, quinceañeras, cumpleaños, aniversarios, han sido tres que lo han marcado y le han dado gran aprendizaje: boda en Tulum, logística para tener todo en tiempo y forma; el traslado del personal, boda Benítez Charur, “terminé el día de la boda a las 7 a.m. y empecé dos días antes” y boda Hernández Saldaña, la boda en que ocupo mil orquídeas.
Una de las cosas que considera clave es tener química con su cliente, por ello tiene citas previas donde platican sobre gustos, colores, aromas, en sí es una investigación a fondo sobre lo que requiere para su evento y así poder hacer realidad su sueño.
“Mi vida es de metas”, cuenta con orgullo pues fue en septiembre de 2020, en medio de la pandemia, cuando abrió Casa Purificación un salón restaurante donde se sirven platillos hechos con manos de tamaulipecos de la región y además no sólo es la gastronomía, es la danza, el folklor de nuestra gente, es un homenaje a nuestras riquezas culturales.
En cinco años vislumbra su vida rebasando fronteras, desea llevar su arte y restaurante a Estados Unidos, por ahora sigue trabajando para alcanzar su meta y tener éxito.
El año de la pandemia fue un espacio para diversificarse, empezó a hacer videos en redes, ganó seguidores y mostró el arte que hace con sus flores, lo reconocen en ciudades como Monterrey, CDMX y diversas partes del mundo.
En estos años ha realizado eventos para personalidades de la política, del medio del espectáculo, presidentes de la república, embajadores, empresarios, sin embargo no le gusta mencionar nombres por discreción a su trabajo. Ha sido reconocido por su trabajo, pero el reconocimiento más grande para él es caminar por las calles de su ciudad y que lo reconozcan.