Óscar Tufic, mejor conocido como Tufic, es mucho más que un cantante independiente con una propuesta musical irreverente, es un artista que ha sabido transformar un aparente obstáculo, su tartamudez, en una de sus más grandes virtudes creativas. En lugar de ocultar su voz, la muestra con orgullo. En lugar de disimularla, la utiliza como recurso artístico. Gracias a esto ha encontrado conexión con una comunidad que lo sigue y se identifica con su mensaje.
“Me gustaría que la gente no percibiera la tartamudez como algo extraño”, cuenta. “Por eso hago canciones con tartamudez, para que se vuelva normal y deje de ser un tabú”, comparte.
Desde pequeño, hablar fue una batalla, pero cantar, en cambio, fue un refugio. “Cuando canto no tartamudeo”, confiesa. Lo descubrió desde niño y eso lo marcó profundamente. La música se convirtió en ese territorio donde todo fluye, donde las palabras no se traban, sino que se liberan.
Hoy, su voz no es solo un canal artístico, es también una herramienta para reconocer verdaderas amistades. “Antes cuando no me sentía bien con mi tartamudez, la gente sentía lástima y eso lo odiaba. Desde pequeño empecé a ser muy receptivo a la actitud de los demás, si alguien no se siente cómodo conmigo, yo menos con esa persona. La tartamudez es un buen depurador de amistades”, dice entre risas.
Por otro lado, su proyecto musical surgió como una necesidad de expresión. “Era algo que tenía que hacer”, dice. Empezó grabando canciones que lo representaban y, poco a poco, fue encontrando su estilo: una mezcla de cumbia, bolero, pop psicodélico, con letras que él mismo escribe cargadas de humor, melancolía y verdad. Ahí surgieron temas como En Popopopocas Palabras o La Cumbia Tartamuda, donde no solo canta sobre su tartamudez, sino que la integra como recurso sonoro.
La conexión que tiene con sus fanáticos lo ha conmovido en más de una ocasión. “Una vez, al finalizar un concierto, una chica se me acercó para decirme que gracias a mí había aprendido a amar su tartamudez. Otro día recibí una caja con muñequitos tejidos de mis outfits, y uno de mi perrita que había fallecido recientemente. Lloré duro”. Son estos momentos, más que cualquier cifra de reproducciones, los que le dan sentido a su arte.
El también compositor no busca sonar perfecto, sino sonar humano. “La gente piensa que cantar con tartamudez es una limitante, pero para mí ha sido liberador. Lo incluyo a propósito. Es mi manera de decir: esto también es válido, esto también es bello”, reflexiona el poblano.
En redes sociales, sus videos combinan humor, crítica social y momentos únicos. Con un estilo performático, el artista crea un universo donde caben tanto la risa como la reflexión. “Trato de divertirme”, sostiene.
Actualmente, tras el lanzamiento de su último álbum llamado TETETE*, está produciendo su próximo disco, donde se aventurará con cumbia, salsa, bolero y tintes experimentales. “Siempre estoy explorando nuevas cosas”, dice.
Quizás su aporte más relevante como cantante no está solo en lo musical, sino en el mensaje que representa. En una industria que busca la perfección vocal, Tufic canta desde lo imperfecto con fuerza y ternura. En cada canción, en cada presentación, en cada interacción con su audiencia, apuesta por la honestidad.
Para quienes han sentido que su voz no es suficiente, él les recuerda: “Tu voz importa, incluso si tiembla. Incluso si tartamudea. El arte es un canal que desbloquea lo que llevamos dentro. No hay nada más fluido que el arte”, concluye.