Ella es egresada de la Licenciatura en Administración de Empresas y con maestría en Psicología Educativa, y desde pequeña ha tenido inclinación hacia el mundo de la pintura; primeramente porque su mamá al ver que tenía este gusto, la invitó a tomar clases juntas, pero fue hasta antes de terminar su carrera cuando sintió más fuerte la inquietud por pintar profesionalmente y así tomar cursos y talleres con los maestros Roberto Cordero, Ximena Subercaseaux y David González.
“Soy madre de familia y me encanta pintar todo lo relacionado con el arte porque me considero una persona alegre y positiva que ama dar clases”.
Su carrera dentro del arte inició en 1998 pintando rostros, paisajes, flores y abstractos, bajo estilos como rayonismo parecido al impresionismo y figurativo elaborados en técnicas de acrílico, óleo, gis pastel y temple, y desde hace más de dos meses trabaja en su nuevo proyecto de cubrebocas que surgió a raíz de la enfermedad de su papá.
“Actualmente estoy enfocada a la pintura y tengo un negocio de joyería, además he sido maestra de arte por más de 15 años en mi taller y he impartido clases en la Prepa Tec, Effeta, Instituto Down y Centro Integral Down, y ahora en mi nuevo proyecto que surgió el año pasado cuando mi papá sufrió un derrame cerebral y estuvo casi un año hospitalizado falleciendo en abril. Esta situación me llevó a pasar mucho tiempo en el hospital para poder estar a su lado y apoyar a mi mamá. Algo que me tranquilizaba y me daba paz fue pintar objetos que fueran fáciles de transportar, ya que los cuadros eran imposible llevar. Así experimenté y al iniciar la pandemia, la idea de pintar cubrebocas me llegó casi de forma natural, ya que tenía tiempo pintando prendas de vestir como chamarras, bolsas y zapatos”.
Otro factor que influyó a que empezara a pintar fue el observar cómo un cubrebocas por definición proyecta una imagen deprimente, debido a que la gente en automático lo asocia con enfermedades, hospitales, contaminación, etcétera. Situación que la motivó a cambiar esa imagen a través del arte.
“Por este motivo pude crear algo bonito, personalizado y que además les quede como un recuerdo artístico de estos tiempos extraordinarios y surreales que estamos viviendo para así alegrar a la gente y motivarlos a que usen el cubrebocas, inspiración que me quedó al cuidar a mi papá porque al pintar lo siento más presente. También me inspiraron mis hijos, mi esposo, mi mamá y hermanas que son mis fans número uno y también la oportunidad de poder difundir un poco de positivismo y alegría en estos tiempos difíciles”.
Hasta la fecha, Marcela ha elaborado más de 60 cubrebocas unisex en piel y neopreno en variadas tallas. Además, son lavables, están pintadas con acrílico profesional que se adhiere a la tela y sus cuidados son sencillos, ya que se pueden lavar con agua y jabón de trastes; los de piel se limpian con una esponja. Su precio es de alrededor de 650 pesos y varía dependiendo del diseño y tipo, ya sea de piel o neopreno.
“Este proyecto de los cubrebocas me ha dejado como satisfacción mucha alegría y espero seguir con mi meta de hacer feliz a la gente a través de la pintura y poder estar con mi familia en este tiempo de crisis que espero en Dios pronto acabe y salgamos bien”, finalizó.
Si te interesa adquirir cubrebocas personalizados, puedes contactar a la artista a través de Instagram en su cuenta @marcela.welsh o a través de su correo electrónico: marcela_welsh@yahoo.com
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