Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha intentado definir el amor, pero ninguna explicación logra abarcarlo por completo. Es impredecible, profundo, irracional y perfecto a su manera. Es un sentimiento que se vive más de lo que se entiende, y cuando llega, es imposible ignorarlo.
Para Samy Álvarez y Luis “Zaza” Nacif, el amor ha sido un viaje de coincidencias, complicidad y crecimiento. Su historia comenzó mucho antes de que se dieran cuenta, compartiendo amigos y fiestas sin cruzar una conversación. Pero el destino tenía otros planes y los unió en un viaje a Houston, donde todo comenzó.
Un amor que desafía el tiempo
Como decía Carl Gustav Jung, las coincidencias significativas son más que casualidad, y para Samy y Zaza, el amor fue la mayor de ellas. Tras nueve meses de relación, llegó el momento inolvidable: en un viaje a Líbano, rodeados de sus familias y los paisajes de Jordania, Zaza sorprendió a Samy con un anillo y una promesa de vida juntos.
Dos años después, pese a los desafíos de la pandemia, lograron celebrar su boda soñada, uniendo sus vidas en una ceremonia íntima y llena de significado.
Hoy, cinco años después de ese “sí, acepto”, su amor ha evolucionado y crecido con la llegada de su primer bebé.
El amor en una nueva etapa
La llegada de un hijo transforma la vida y redefine el amor. Para Samy, significa apoyo y plenitud, una fuerza que los mantiene unidos como familia. “El amor siempre evoluciona y crece. Aunque la relación cambie con el tiempo, hoy nos sentimos más fuertes que nunca”, afirma.
Para Zaza, el amor por Samy ha tomado una nueva dimensión: “Hoy la amo más. No significa que antes no la amara, pero verla como mamá, con todo el amor que tiene para dar, me hace admirarla aún más”.
Un sentimiento sin definición
En este mes de los enamorados vale la pena recordar que no hay una única forma de amar, ni una sola definición que lo abarque. Cada historia es única y cada amor se transforma con el tiempo.
Lo verdaderamente importante es que nos haga felices, nos acompañe y nos fortalezca en el camino de la vida. Porque el amor, más que entenderse, se siente, se vive y se comparte.