Mon Maron nos platica sobre la historia de Papelerías Maron

SOCIEDAD TAMAULIPAS

Conoce a don Mon, un empresario con una gran inteligencia, una fuerte disciplina para el trabajo y una habilidad para el tema de los negocios, que este mes celebra 75 años de Papelerías Maron

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Mon Maron / Foto: Cortesía

Mon Maron es hijo de emigrantes libaneses que llegaron al país a inicios del siglo XX, nació el 14 de julio de 1926, hombre con inteligencia y disciplina para el trabajo duro y una gran habilidad para los negocios, como principal objetivo el bienestar de su familia.

 Inició en el negocio de la ropa trabajando en la empresa de su padre, El Modelo Elegante.

A veces pensamos que lo más difícil para el emprendedor es crear un negocio, sin embargo, el éxito es que perdure, hoy Papelerías Maron cumple 75 años y Don Mon nos explica en sus palabras cómo el único camino es el trabajo constante.


¿Cómo fue que inició con las papelerías, si estaba en el negocio de la ropa? 

 “En realidad, me salió una oportunidad y me agarré de ella, pensé que podía hacerse buen negocio y se hizo”.

Antes de que existieran las bolsas de plástico, incluso las de papel, todo el comercio envolvía su mercancía en papel periódico; así se entregaba al cliente. Lo mismo hacíamos en El Modelo Elegante. 

Después de la remodelación, el negocio había quedado de primera, y envolver con periódico no me gustaba, pensé en sustituir el periódico con papel manila. 

Tenía un amigo, Ramón Rodríguez, que era representante de una fábrica de papel, le pedí un rollo y aprovechando mi pedido, pidió 10. Cuando vi aquel montón de papel, solo pensé: «Que no venga mi papá, que no venga mi papá…». Escondí los rollos y le hablé a Ramón, pero no aparecía. 

Cuando llegó, le reclamé: Oye, condenado, me embarcaste! — ¿Dónde están los rollos? —Fue todo lo que me dijo. Agarró uno, se puso otro sobre el brazo y se fue. Así, fue acarreando los nueve rollos; se los llevó todos.

 Al rato regresó, pero ahora con dinero. —Aquí está —dijo y me dio unos billetes—. Pa’ que pagues tu factura. Y mira lo que me quedó a mí. —Me mostró el dinero que había ganado ese día. -Fíjate que los vendí, pero los di a precio de venta, porque tú los compraste a precio de fábrica. —¡Qué bueno! —le dije.

 Y me quedé pensando en lo rápido que había vendido los rollos. Me di cuenta de que ahí podía haber un buen negocio—. Y ahora, ¿qué vas a hacer con el dinero? ¿Qué tal si lo guardas y pedimos otros 10 rollos? —le propuse. — ¡Qué voy a pedir 10 rollos! ¡Ahora voy a pedir 25! —¡Nombre! ¡Estás loco! No le importaron mis dudas.

 Así comenzamos a trabajar y nos hicimos socios. Como él sabía de los asuntos de la papelería, me iba diciendo: ahora vamos a traer esto, ahora aquello… Le vendíamos a todos los comercios en Tampico. 

Tiempo después, los mismos clientes nos sugirieron vender bolsas de papel; y empezamos ese negocio también: primero trajimos mil, después cien mil y luego un millón de bolsas. Así, nació la papelería en 1947; se llamaba Cosas de Papel

Al principio, no tenía un local propio, pero El Modelo Elegante era muy amplio y, en la parte de atrás del negocio, quedaba mucho espacio libre; lo aproveché ahí trabajé un buen rato. Al principio, iba a entregar la mercancía en un diablito; después, contraté ayudantes; ya luego, movía la mercancía en un carrito.


Primera sucursal de Papelería Maron 

Cuando decidí casarme, en 1951, tenía ya más de tres años con el negocio de la papelería. Para pagar la boda, vendí toda la mercancía de la papelería y ya no la renové; fue como si me hubiera retirado del negocio, volví a empezar, de cero.

Pedía crédito con la firma de mi papá porque era a él a quien se lo daban. Y me volví a surtir. Vendía mi mercancía en toda la Huasteca: Valles, Tamós, Poza Rica, Tuxpan… en todos los alrededores de Tampico. Muchos clientes hasta venían de otros lugares a comprar.

  Conforme el negocio de la papelería fue creciendo, la mercancía ya no me cupo en el local, por lo que comencé a guardarla en mi casa y también en la de mis papás. 

Pronto, tuve tanta mercancía que además debí rentar bodegas. Por eso conseguí el terreno de la calle Obregón y ahí construí una bodega muy grande, de 800 metros cuadrados, en la que guardé todo. Esa fue la primera sucursal de Papelería Maron.


Al principio, ahí solo vendíamos al mayoreo. Después, poco a poco, empecé a abrir las otras sucursales. Toda la mercancía que la gente buscaba, yo la traía. 

Así, me convertí en distribuidor de muchas cosas, como las tarjetas de Navidad. De esas, en temporada de fin de año, ¡vendíamos millones, pero millones de tarjetas de Navidad! ¡Ahora no se vende una! 

Tiempo después, entraron mis hijos al negocio de la papelería; Entonces, me metí en Cd. Mante, Victoria, Matamoros, Reynosa… llegué a tener mucha clientela. Fuimos creciendo y el negocio se volvió muy fuerte, el número uno en Tampico.

 Así trabajé más de 40 años: entre Tampico y México, entre las fábricas de ropa y los asuntos de la papelería… hasta que empezó a salir la bolsa de plástico y reemplazó a la de papel. Me iba tan bien en el negocio que me hicieron consejero de cinco de los principales bancos de Tampico.

Yo nada más pensaba: ¿Qué es lo que ven en mí?: Nunca supe... Ahora, al recordar lo que viví en México, pienso que en aquellos años la gente era más seria, más decente, más cumplida, más responsable. No sé por qué, pero aquellas personas apenas me conocían y confiaban en mí; se volvían grandes amigos como si nos hubiéramos conocido de toda la vida. Eran otros tiempos y otra forma de ser.

Después, ya cuando mis hijos estaban grandes, ellos empezaron a meterse en el negocio de la papelería y creció hasta tener seis sucursales en Tampico, Altamira y Tuxpan. Bendito sea Dios, ahí siguen mis hijos en el negocio.



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