Cerca de cumplir los 21 años, Karen estudia Administración. La carrera no está mal, pero no le apasiona. “Yo quería estudiar producción musical o algo parecido, pero por diversas cuestiones no pude salir del estado”, confiesa. Aún así, su sueño sigue vivo. Mientras se prepara para sus exámenes, también planea su debut en la industria musical.
“Tengo dos proyectos, uno es una banda de rock y otro es solo yo, quiero hacer canciones como solista”, revela. Ella escribe sus letras, todas ellas creadas para convertirse en música, en el amplio umbral que existe entre pop, rock y metal.
Su banda aún no tiene nombre, está en gestación. En su repertorio tiene temas originales, pero también covers que les servirán para conectar con su público. “Esto de la pandemia nos ha frenado mucho. Ya llevamos como seis meses sin poder practicar”, aclara, pero ya tiene el reencuentro en su calendario.
Esta afición comenzó en sexto de primaria, cuando un amigo le compartió su playlist. “Me empezó a gustar y en 2012 fui a ver a Slash. Me llamó la atención la guitarra eléctrica y me metí a clases”, cuenta. “Pero como que no sentía tanto avance. Apenas entré y ya quería tocar las de Iron Maiden, ya quería ser profesional”.
Impaciente, se cambió a clases de canto y encontró su talento. Nada que ver con la niña que fue Reina de la Feria de Pachuca o la que ganó Miss Teen Earth. Las pasarelas ya no son su prioridad. “Fue un proceso largo y cansado. Cuando gané el nacional me fui a Ecuador, fue una experiencia muy liberadora y bonita”, recuerda.
No estaba tan perdida, ha buscado fama en diferentes frentes. “Tuve una banda antes, ya estábamos por salir y nos separamos. Cuando vas buscando gente te das cuenta que hay algunos que lo hacen solo por hobbie y otros, como yo, que aunque estudiamos, nuestro principal objetivo es ese”.
En las clases de canto le dijeron que era mezzosoprano. Karen puede alcanzar notas graves y agudas sin complicación, habilidad que adquirió participando en coros. Decidió que, aunque no podía ser como Slash en la guitarra, podía enfocarse en una cosa y hacerlo bien, cantar.
Para escribir sus canciones, de los libros toma ideas, pero se inspira en todo lo que pasa por su mente. “Pueden ser anécdotas, historias, cosas que siento. Para mí hay dos formas: tener la melodía y adaptar una letra o tener la letra y adaptar una melodía. Cuando tengo la letra primero, a veces puede ser complicado, porque vas cambiando las ideas para que vaya rimando, que quede con la música”, dice.
Escribe de amor y desamor, de experiencias personales. “Cada persona tiene sus problemas internos, tengo dos o tres que tratan de eso, de las constantes luchas que tengo conmigo misma”.
Una de esas letras fue escrita para una persona importante de su familia, que falleció cuando era chica. “Una vez dije: He escrito cosas que igual y no tienen tanta importancia, y le empecé a escribir”. Para Karen, escribir es liberador, es una forma de ordenar sus sentimientos. “Son cosas que desde hace mucho tiempo han estado dentro y no había tenido oportunidad de expresarlas”.
Quiere dedicarse de lleno a la música, de eso está segura. “Lo vives cuando vas a los conciertos, es muy padre, la preparación, los ensayos… A pesar de que son largas jornadas de estar cantando y practicando, es algo que no te pesa, porque te gusta y te llena. Yo creo que es la única cosa que realmente me encanta y lo podría hacer sin problemas”, asegura.
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