Es considerada una de las escritoras más leídas en México. Ha publicado 16 libros y la mayoría de ellos se han convertido en best seller, superando en conjunto los dos millones de ejemplares vendidos. Sin embargo, para Gaby Vargas, el amor por las letras fue un gusto adquirido con el paso del tiempo.
“La lectura nunca la tuve como ejemplo en mi casa, pues mi papá fue una persona de trabajo, que estaba luchando por hacerse un futuro; y a mi madre, con siete hijos, no le daba tiempo para hacer nada más. Fue hasta que me hice novia de mi ahora esposo (el empresario hotelero Pablo González Carbonell, con quien acaba de cumplir 49 años de casada) que comencé a leer, porque él me regaló el primer libro de mi vida”, recuerda.
Aquel ejemplar de El corazón de piedra verde, del español Salvador de Madariaga, le cambió la vida por completo. “Ese libro me abrió a mundos internos, externos, imaginarios y pasados. Fue una aventura tan maravillosa que lloré, no quería que se acabara y, cuando terminé de leerlo, simplemente me dije: ‘¡De aquí soy!’”.
Poco a poco fue interesándose en otros autores y en temas diversos. “Curiosamente, luego de ser tan ‘burra’ en la escuela, descubrí mi pasión por aprender y me convertí, de manera totalmente autodidacta, en una devoradora de libros, a tal punto que, hasta ahora, no pasa un día sin que esté con un libro en la mano”, afirma.
Luego vinieron clases de literatura con el escritor Germán Dehesa y, más tarde, un viaje a San Francisco, donde se especializó como asesora de imagen ejecutiva, actividad que la llevó a colaborar en distintos medios impresos y a lanzar tres primeros libros sobre el tema.
“Jamás lo imaginé, pero gracias a eso entendí cómo es el proceso para publicar un libro y establecí mis rutinas”, dice. Desde entonces, cada viernes, se sienta a escribir con la misma vehemencia que el primer día.
“Solo que ahora lo hago en una laptop”, comenta en tono de broma, mientras nos comparte el ritual para inspirarse: “Escribo en silencio absoluto. Antes de comenzar hago unas respiraciones y pido que me llegue iluminación para lograr transmitir algo que pueda servirle a los demás, que es lo que me ha motivado toda la vida”.
Esa motivación también ha llevado a Vargas a reinventarse constantemente. “Después de publicar esos libros hubo un punto crítico en mi carrera, ya que decidí cambiar de giro. Recuerdo que mi editor me preguntó qué iba a pasar con todo el público que me seguía y le dije: ‘No sé, ni me importa’; no por soberbia, sino porque debo ser congruente con lo que a mí me interesa y, para ese momento, la imagen ya no era un tema que me interesara.
“Me importaba más el desarrollo de la conciencia y, aunque sabía que corría el riesgo de perder a un público, a lo mejor ganaba a otro que no me conocía (...) Decía mi papá que uno siente una ranita en el estóma- go cuando sabe que es por ahí y yo lo aplico con cada nuevo proyecto. No hago nada si no escucho la ranita”.
Las críticas tampoco han detenido a la autora, quien defiende su género a capa y espada. “Quizá (la literaria) es una comunidad muy elevada y por eso critica los temas de autoayuda, cuando es el rubro que más se vende en el mundo entero.
“En el fondo todos necesitamos una guía y eso son estos libros pues, por lo menos en mi caso, no pretenden solucinarle la vida a nadie; eso sí, casi todos mis textos están basados en investigaciones científicas, que dan validez a lo que escribo”.
Dice desconocer el secreto del éxito literario, pero sabe conectar perfectamente con sus lectores. “Creo que no funciona hablar desde el Olimpo, sino que sepan que soy igual que ellos y que paso por las mismas cosas.
Por eso defiendo tanto mis temas y, francamente, no sé si mis seguidores del principio sean los mismos de ahora, pero no escribo ni publico por tener seguidores, lo que busco es mi crecimiento y, al compartirlo, trato de ser honesta con lo que expreso pues estoy convencida de que, al expresar mis experiencias y usar como ejemplo lo que he vivido, eso resuena con los lectores”.
“En el 2020 todo se nos transformó, vivimos en cambio constante y pretender que mis libros trascienda es un poco de vanidad. A mi ego le encantaría pensar que sí, pero la realidad es que no creo que eso suceda, pues veo mis primeros libros y me pregunto: ‘¿Cómo es que me interesaban esos temas?’.
Escribo ahora con las herramientas y el conocimiento que tengo, pero estoy segura de que en 10 años me van a parecer primarios, pues espero seguir en mi desarrollo de conciencia y buscando nuevos horizontes; quiero saber sobre física cuántica y de eso que no entendemos, como el espíritu. Esa es la búsqueda que me apasiona, porque es de lo que escribiremos el día de mañana”, concluyó.