"Hoy, ser mujer implica muchísimos retos, pero también es una gran bendición y fortaleza”, asegura. “Me encanta la feminidad, la sensibilidad que nos caracteriza, el cómo contribuimos a mejorar la sociedad y la forma en la que transmitimos valores y tradiciones”.
Citlali interpreta su papel como mujer con sororidad desde los colectivos. Ella se ha opuesto a todos los estereotipos que han hecho tanto daño a nuestra sociedad y que están inyectados en nuestro mapa de creencias.
“Te dicen que tienes que ser un macho fuerte, y como mujer tienes que ser perfecta. Pero nuestras diferencias son para complementarnos, no para dividirnos. Si tenemos cosas diferentes son para que hagamos un trabajo en equipo”, dice.
La maestra afirma que las tareas domésticas deben ser repartidas en equilibrio. Los hombres pueden lavar los trastes y las mujeres pueden arreglar el motor del coche. Los hombres pueden bordar botones y las mujeres pueden cargar cosas pesadas.
“Es en la familia donde debemos erradicar ese tipo de formación machista y feminista, porque nos hace intolerantes, hasta en el manejo de las emociones. Es muy lamentable que a los hombres se les diga: ¡No llores! Pareces vieja. Los hombres también se ponen tristes, también les duelen las pérdidas, también se frustran.
“Cuando no te dejan manifestar tus emociones como ser humano, empieza la violencia. No puedes llorar, tienes que golpear, porque eso es lo que te enseñaron. Eres muy hombre demostrando tus emociones a trancazos”, lamenta. Citlali celebra a los hombres que dicen: “Yo le entro”.
Afortunadamente, la lucha de las mujeres por participar en la sociedad ha logrado grandes cosas a lo largo de los años. Aunque todavía no se alcanza la tan ansiada equidad, ellas ya toman decisiones en la política, cuando antes no podían ni votar. Hoy las mujeres tienen acceso a trabajos ejecutivos y crean sus propios negocios. “Empezamos a ver que las cosas comienzan a caminar en otro sentido. Vemos hombres que, lejos de sentirse menos, impulsan a las mujeres para que salgan adelante.
“Ya hay mucha libertad. De hecho, creo que hay exceso de libertad; en muchos sentidos se han rebasado las normas de convivencia sana. Tenemos que entender que somos libres, pero que tenemos que seguir impulsando la tolerancia y el respeto. No porque soy feminista, ¡que se escuche todo a patadas! Esa no es la forma de resolver las cosas. Siempre el diálogo y la congruencia es la forma”, opina.
Sin duda, el reto más difícil de ser mujer sigue siendo encontrar el equilibrio entre el desarrollo profesional y la familia, “tratar de que tu familia tenga el tiempo que merece de ti y que tu profesión tenga el tiempo necesario para que puedas cumplir con tus sueños, y entre esas dos no perderte tú”.
Para Citlali, las mujeres son como malabaristas con muchos platos en las manos. “Dentro de esos malabares que hacemos todos los días, el más importante es la familia, porque ese plato es de cristal. Todos los demás son de plástico, no importa si se caen, pero si se cae tu familia sí tiene un impacto”, advierte.
“Yo creo que las mujeres podemos lograr cualquier cosa. Incluso en la ciencia hemos dado pasos agigantados. Hay mujeres que hoy dirigen batallones de manera importante, que dirigen academias de policía, que trabajan en las minas, en profesiones que anteriormente hubieran estado estigmatizadas para el paso de una mujer”.
No existe una lucha entre mujeres y hombres. La lucha es por encontrar la mejor versión de cada ser humano en este breve paso por la vida.
MUJERES QUE ADMIRA:
1. Josefa Ortiz de Domínguez
2. Kamala Harris
3. Carolina Herrera
4. Angela Merkel
IMPULSO ROSA
En su tránsito por el servicio público, Citlali conoció a una mujer, en una comunidad de Acaxochitlán, que le cambió la vida. “Me dijo que su papá había matado a golpes a su mamá y que ahora la golpeaba a ella, y que si ella se iba, iba a golpear a sus hermanos”, cuenta.
“Me pidió que le ayudara. Me puse a investigar lo que sucedía y vi que era normal. No había nadie que lo castigara por usos y costumbres. Te estoy hablando de hace tres años”, precisa. “Según todo el mundo está ayudando a África y ¿qué pasa con mi estado? A 20 minutos de donde yo vivo”.
No podía quedarse así, aunque iba más allá de sus funciones. “Tenemos que dejar de hacer el sufrimiento de los demás parte del escenario. No podemos acostumbrarnos a la pobreza ni a la violencia”.
Desde ese momento, la maestra convocó a sus amigas, sus cómplices, para hacer algo por las mujeres indígenas. “El chiste no era regalarles cosas o irles a votar lo que sobraba del clóset; eso no enriquece a nadie ni te hace mejor ni les cambias la vida. Al contrario, dar limosna solo hace que la gente se denigre más en su autoestima”.
Así se creó la organización no gubernamental Impulso Rosa, con Citlali Jaramillo como fundadora. La idea era generar un proyecto productivo que pudiera traducirse en un ingreso para las mujeres, y que con esa independencia económica, ellas pudieran tomar decisiones.
“Les enseñamos a hacer jabones, mermeladas, a ponerles etiqueta, a hacer artesanías más modernas, para que no fuera una compra de lástima”, explica.
Cadenas de apoyo mutuo se fueron creando, impulsaron la economía de las mujeres y las empoderaron. “Hemos ayudado a muchísimas mujeres a salir de la violencia. También hemos ayudado a mujeres en situación de cárcel. Todo esto aterriza en que logremos que cada vez tengan más emprendimiento para salvarse por sí mismas. Claro que se puede tener un negocio”.
En una crisis económica como la que estamos viviendo a causa del COVID-19, estos negocios locales son clave para la recuperación. “Solo en Pachuca, a través de redes locales, tú tienes un impacto directo en 280 mil mujeres. Tenemos que darle prioridad a los productos hechos por nosotras mismas, porque estamos ayudando a que el dinero se quede aquí en la ciudad.
“Eso va a fortalecer el autoempleo y el empleo de otros, para que las familias tengan un ingreso digno, para que los niños de la comunidad puedan ir a la escuela y tener su alimento. El impacto de cada peso que tú decides invertir es enorme si te enfocas en el consumo local”.
Desde la perspectiva de Citlali, para reconstruir el país en este escenario tan complicado, debemos priorizar el consumo local. “Tenemos una inflación brutal, vas al súper y cada vez es más caro comprar lo básico. ¿Cómo se contrarresta este efecto? Con la recomendación de tus amigos”, propone.
MUJER… Y ADEMÁS HIDALGUENSE
Citlali ha tenido la fortuna de vivir en otros estados del país y de conocer muchos lugares. Después de todo concluye que como México no hay dos, y como Hidalgo, tampoco. “Si te pones a analizar, lugares de gastronomía increíble te recomiendan Yucatán, Oaxaca, Puebla e Hidalgo. Bordados tradicionales: Oaxaca, Chiapas, Yucatán e Hidalgo. Cultura indígena: te vuelvo a mencionar los mismos estados.
“Hay estados con otras fortalezas, pero somos de los que tenemos más bagaje cultural, estamos en el top 5 de cosas que podemos presumir. Nuestra ubicación geográfica es divina, nuestros bosques, aguas termales… el mosaico cultural es padrísimo. La verdad, estoy muy orgullosa de ser hidalguense”, confirma.
“A veces la gente se quiere ir, pero yo les digo: A donde vayas te llevas a ti. Desgraciadamente no tenemos ese orgullo como otros estados. Pero yo, ¡soy hidalguense hasta las cachas!”
CONÓCELA MÁS
Ella se describe como “devoradora de información”, le gusta estar enterada de lo que pasa en el mundo. “Estoy enferma de metichismo”, bromea.
EN EL SHOOTING
Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, Citlali visitó una maquiladora, recordando a las obreras textiles de Rusia que impulsaron el derrocamiento de la dinastía Romanov en los primeros años del siglo XX.