Durante 18 años, Elena Sada perteneció al movimiento Regnum Christi, convirtiéndose en testigo de toda clase de abusos físicos y emocionales cometidos por la congregación encabezada por Marcial Maciel. Fue directora vocacional de la orden en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, enfocándose a reclutar a la mayor cantidad posible de mujeres y niñas para el movimiento. Escapó de esa pesadilla a los 37 años, y comenzó un proceso de sanación que la obligó a contar su historia, pues consideró era algo que le debía a quienes, como ella, vivieron en opresión.
¿Qué representa Ave Negra en tu vida?
Les debía la historia a muchas personas pues muchos nos hemos preguntado en algún momento, ¿cómo fui engañada? Grité suplicando perdón por haberme dejado engañar y, por lo mismo, haber engañado a otros. Fue también un grito de advertencia y de protesta, invitando a los que hemos sido víctimas de personas o estructuras abusivas, a liberarnos. Representa, además, mi llegada a un lugar de paz desde donde vi que los caminos sinuosos, por los que muchos andamos, siempre ofrecen algún sentido. Por último, representa ante todo la victoria de las víctimas de Marcial Maciel y de otros porque una vez que le encuentras el significado a los eventos, les das nombre, los encajas adecuadamente en tu identidad presente y aprendes a reinventarte.
“Escribí el libro pensando en las víctimas de Maciel y de la orden”.
¿Cuándo decidiste contar esta historia?
Cuando me di cuenta de que tenía el poder de reescribirla; no podía cambiar los eventos, pero sí podía darles un nuevo significado. Lo maravilloso de reescribir la vida de esa forma es que activas tu capacidad como narrador y creador del resto de tu vida librándote.
¿Cuánto tiempo te tomó realizar este libro?
Casi cuatro años. La primera parte describe mi experiencia al salir de la vida consagrada en el Regnum Christi, y refleja con claridad cómo mi sexualidad y mi afectividad estaban aún muy dañadas. Las últimas dos partes, el proceso de sanación y mi situación presente, las escribí en los últimos años. Recuerdo vivamente el momento de mi decisión. Me desperté muy alterada; soñé que mi niño de ocho años estaba en el seminario de niños que la Legión de Cristo tiene, y cuando lo buscaba en su camita no estaba, concluyendo que Maciel se lo había llevado. El dolor me llevó a sentarme al escritorio en la madrugada.
¿Qué fue lo más difícil de todo este proceso?
Fue el darme cuenta de que se trata de una historia que se repite una y otra vez en organizaciones, familias, y matrimonios; y que a pesar de haber escrito mi historia para apoyar a quien viva en opresión, seguirá habiendo víctimas a menos de que haya un esfuerzo universal por prevenirlo. Lo más difícil es esa incapacidad de sanarlo todo y de que esa sanación llegue a lo más profundo pues es fácil entenderlo con la cabeza, pero no siempre penetra todas las emociones.
¿Cómo te sientes ahora que el libro está publicado?
Por una parte, siento paz; procuré usar profesionalismo y conocimientos sociológicos, pero me limité a explicar los hechos de una forma amena. Quise hacer evidentes los principios que sectas o personas narcisistas usan para crear una codependencia y espero que eso ayude a las personas a no caer en esa inadvertida lealtad absoluta a algo o alguien que día a día va matando tu espíritu. Escribí desde un lugar de paz; no condeno a la iglesia o a grupos religiosos, solo advierto contra elementos condenables. Además, me sentí satisfecha de que el humor que incluyo no es sarcasmo sino optimismo y verdadera esperanza.
¿Cuáles han sido las reacciones que ha tenido el libro?
En general ha sido de gratitud por haber puesto por escrito lo que otros necesitaban escuchar como advertencia y para sentirse reivindicados; y también de admiración por haber tenido el valor de publicarlo. Y, aunque he aceptado los agradecimientos, no acepto que me haya implicado valor; me implicó más bien honestidad y amor a las víctimas del pasado y del futuro. Me implicó además madurez – la edad ayuda mucho porque ves las cosas ya no desde la plataforma del qué dirán sino desde la necesidad de darle unidad y sentido al vivir y a ayudar a los demás a hacer lo mismo. Además de los muchos agradecimientos, hubo quienes pensaron que debía haber echado “más grilla a la iglesia”, que debía haber incluido lo que sabemos de sus colegios, que por pagar tan mal a sus maestros no son los de mejor calidad, o que por tener economías centralizadas dinero de colegiaturas se usa para extorsionar, como fue el caso de la víctima del legionario Resendiz, un caso que está actualmente en la corte. Hubo igualmente otros que no apreciaron el uso del término culto; sin embargo, lo incluí y justifiqué con evidencia para alertar con sentido de gravedad los horrores de los abusos emocionales que muchas instituciones y relaciones ocasionan. Esto es importante porque para llegar al abuso sexual, por lo general, hay anteriormente un abuso emocional y manipulación con el fin de establecer codependencia.
¿Cuál es la mayor satisfacción que te deja contar esta historia?
El haber escrito un libro que pueda liberar a una persona de una situación de abuso, o prevenir el abuso de más personas; lo cual es crítico en un mundo en el que equivocadamente unas personas se sienten superiores a otras.
"La publicación de Ave Negra fue como el llegar a un mirador de una montaña desde el cual conté una historia que le pertenece a la humanidad”.
¿En qué otros proyectos trabajas actualmente?
Asisto como consultora en la elaboración de la película que Cinépolis planea lanzar basada en Ave Negra. Me preparo para hacer o concluir varias investigaciones: una sobre niños inmigrantes en Estados Unidos, otra sobre niños indígenas mexicanos, y una tercera sobre los niños institucionalizados en México y su adopción. Realicé una investigación corta después de adoptar a mis dos hijos en México y creo que es importante seguir creando opinión pública sobre esto por el bien de los más de 30 mil niños que siguen institucionalizados en México. En el otoño continuaré como catedrática de la Universidad Estatal de Connecticut y tengo una investigación aprobada sobre el efecto de la ciudadanía española en un sector de la población mexicana. El único proyecto que mi padre no pudo realizar durante su vida fue la creación de un centro de investigación de la educación en México, y tengo la esperanza de poder dedicarme a eso cuando mis hijos sean ya adultos. Me siento llamada a tomar temas sociológicos complejos y transmitirlos al público de una forma entretenida y que, además, promuevan acción cívica en favor de la igualdad de oportunidades para todas las personas.
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