Crear un legado artístico que desafíe las convenciones es una labor reservada para quienes se atreven a explorar lo inexplorado. En este camino, Victoria Molina ha encontrado su voz personal fusionando arte y medio ambiente, transformando recortes de papel en arte duradero. Con esta técnica que reutiliza revistas antiguas para dar vida a retratos femeninos inmersos en la naturaleza, Molina no solo invita a repensar nuestra relación con el arte y la ecología; sino que también nos adentra en un universo donde lo efímero se convierte en eterno.
Convirtiéndose en una destacada artista visual mexicana, ha logrado establecerse como una figura relevante en el ámbito del arte contemporáneo gracias a su innovador enfoque en el collage. Con una formación en diseño industrial y una profunda preocupación por la sostenibilidad, ha desarrollado una técnica particular que combina la reutilización de materiales con una exploración profunda de la identidad femenina y su relación con la naturaleza.
En entrevista, Victoria reflexiona sobre sus inquietudes personales, las oportunidades de enriquecer su visión artística en el extranjero, el proceso creativo y las claves para dedicarse al arte en México.
¿Qué llegó primero a tu vida, tu preocupación ambiental o tu pasión por el arte y el diseño? ¿En qué momento decidiste combinar ambas inquietudes?
Desde pequeña tuve una inquietud sobre lo estético, sobre el arte y el diseño. Siempre me imaginé haciendo algo relacionado con la creatividad y con la expresión artística. Sin embargo, estudié Diseño Industrial y me ha dado muchas herramientas para manejo de materiales, procesos y trabajo de taller. Decidí dedicarme de lleno al arte hace más de 10 años. No sé cuál llegó primero, pero han estado presentes siempre en mi vida.
¿Qué te llevó a elegir el collage como tu principal medio de expresión artístico?
Creo que es un material de libre acceso para muchos de nosotros; además, es un material que cuenta con trazos de historia y se pueden encontrar muchos colores. También me interesa mucho la ecología y el medio ambiente y, en este sentido, reutilizar un material debería ser un eje transversal en muchas de nuestras actividades. La idea del fragmento me atrae: cuando uno fragmenta cosas no deja todo a la vista, involucra al espectador para poder interpretar estos trozos y darles un significado.
¿Cómo ha evolucionado tu técnica de collage desde que empezaste en 2006?
Desde que empecé a trabajar con esta técnica detallada y con fragmentos pequeños, he notado una evolución en mi arte. Así es el proceso artístico: el artista está en constante evolución, investigación y cambio. A veces, si no existe este cambio y una reinterpretación de nuestra propia obra, se vuelve muy fácil. A mí me gusta que sí haya ese cambio entre lo que fueron mis primeros collage y estos últimos que estoy haciendo, los cuales tienen diferentes usos del recorte y de la revista. Ha sido un ejercicio de prueba y error a lo largo de estos años: de trabajar con estos materiales, de investigar y conocer nuevos procesos.
¿Qué experiencias clave viviste durante tu intercambio en el Politécnico de Torino y cómo impactaron en tu visión del diseño y el arte?
Vivir en Italia seis meses representó conocer parte de la cultura del mundo. Mucha cultura global viene de la parte europea. Para mí significó abrir la mente y mi panorama a una edad mucho más joven. Representó en gran medida una parte estética, ya que los italianos tienen un concepto de la estética muy bueno, aunque diferente al nuestro. Creo que me quedaré con su interpretación y conceptos sobre el tema. Agregaría la parte de la sustentabilidad, la cual fue muy importante: vimos metodologías sustentables aplicadas al diseño, pero que pueden ser aplicadas a artesanías, a otro tipo de artes aplicadas y que es importante siempre tener en cuenta.
¿Cómo describirías la influencia de tu estancia de investigación en el Instituto de Tecnología de Kioto en tu trabajo?
Aprendí muchísimo sobre la cultura japonesa, la cual está muy enfocada en la comunidad y en crecer como un conjunto. En Latinoamérica tenemos mucho la cultura individualista, pero allá no se vive tanto y no está tan bien visto. Me dejó mucho vivir en Kioto en cuanto a los procesos que son lentos, aquellos que llevan su tiempo. Entendí que la gente puede tardar años, a veces una década, en aprender a realizar una acción nueva. A mí me interesan esos procesos que requieren tiempo y parte de eso se ve en mi obra. Aunque a veces me gustaría acelerar el proceso, entendí que no se puede; el proceso lleva su tiempo, su búsqueda y creo que eso hace más interesante la creación.
Cada una representa un momento específico de mi vida en el que veía las cosas de manera diferente. Hay obras que han tardado hasta nueve meses en gestarse, como un bebé (dijo entre risas). En la cultura occidental a veces queremos que todo dure eternamente; sin embargo, los objetos envejecen y eso es bonito, es lo que se conoce como Wabi-sabi. Me interesa mucho el proceso de decadencia y cómo ciertas cosas, conforme pasa el tiempo, van teniendo su carácter. Cuando analizo las revistas que uso en mis obras, veo vestigios de las vidas pasadas: estas grietas, rupturas… y todo eso es parte de la obra.
¿Qué importancia tiene para ti la conexión entre la naturaleza y la figura femenina en tus creaciones?
Creo que unir la figura femenina con la naturaleza es una cosmovisión personal porque, durante muchos años, las mujeres hemos intentado cumplir ciertas expectativas del mundo que nos rodea y nos hemos desconectado mucho del mundo salvaje; del mundo natural, lo cual está muy relacionado con la figura femenina para mí. Por eso muchas veces hablamos de la pachamama, de la Tierra y siempre es en femenino; al final del día, la mujer es la que da vida en este mundo.
Esto me ha llevado a analizar ciertas cosas, por ejemplo, la producción en masa. Pensar en la Tierra como este mundo infinito, que siempre nos va a estar dando de comer… mejor cambiemos el chip y veámoslo como una figura femenina que puede dar vida, que puede dejar que deambulemos por este mundo que, para mí, siempre va a estar más relacionado con la mujer. Siempre exploro las diferentes identidades de mujer y cómo la gente se identifica con un rostro femenino.
¿Cómo haces para mantener tu filosofía de la no producción en masa y al mismo tiempo reinventarte en tu trabajo como artista?
Trato de que mi producción tenga el proceso que requiere, además de que constantemente estoy experimentando y, en este sentido, creo que es fundamental para los artistas estar experimentando todo el tiempo y buscar nuevos materiales, nuevas referencias. Incluso buscar el error porque a veces eso nos lleva a otros resultados, muchas obras han surgido del error y de la experimentación. Es muy importante para mí estar en una continua búsqueda, aunque creo que todos lo estamos y el artista no tendría por qué ser diferente.
¿Podrías contarnos los artistas o movimientos que te inspiraron como autora?
Me gusta mucho leer, la parte materna de mi familia tuvo librerías durante muchos años, todavía hay una que sobrevive y la lectura siempre ha sido fundamental en mi inspiración. Conforme voy leyendo, también cuestiono y reflexiono temas que me interesan. Me gusta leer a Gaston Bachelard y Georges Perec. Con respecto a las artes, me gusta mucho el trabajo de Vik Muniz (Vicente José de Oliveira Muniz), el trabajo de un amigo que se llama Fernando Laposse y los creadores que rompen los límites entre el arte, el diseño y que pueden trabajar en distintos rubros.
¿Podrías describirnos el proceso detallado desde el boceto inicial hasta la obra terminada?
El proceso tarda, a veces parece que los artistas no estamos haciendo mucho, porque estamos leyendo o garabateando. Sin embargo, todo es parte del proceso. A mí me gusta empezar a investigar sobre un tema; un punto de mi carrera estuvo dedicado a temas de biología, pero en este momento estoy con la identidad de la mujer. Esto se traduce en algunas obras; por ejemplo, en la última serie que hice y presenté en Zona Maco.
El proceso va desde estar garabateando, bocetando, experimentando con pigmentos en mi cocina, haciendo tintes naturales o en mi estudio hojeando revistas. Me gusta que el proceso sea libre y no me gusta cuando tengo que hacer alguna comisión. Prefiero que la inspiración venga desde mis propias inquietudes y desde mis propios intereses. En este sentido, puede tardar muchos meses.
¿Cómo ha sido recibido tu trabajo en el extranjero y qué diferencias encuentras entre la recepción del público mexicano?
Las veces que he podido presentar mi trabajo en el extranjero ha sido bien recibido. De igual forma en México, no me quejo. A la gente le interesa mi trabajo: le gusta, lo colecciona y está al pendiente de lo que realizo, actualmente, estoy preparando algo diferente para presentar en Cuba y veremos cómo se recibe por allá.
Dedicarte al arte en México es un trabajo complicado. ¿Qué se podría decir a un aspirante a tener el recorrido y la exposición que has logrado en tu carrera?
Habrá cosas que no te van a gustar y que no le van a gustar a la gente, pero si eres fiel contigo mismo, creo que va a ser muy positivo para construir tu carrera. En México hay una parte muy académica y no tan a favor de los creativos que podemos cruzar los límites del arte y el diseño, pero creo que es fundamental tener un sello personal que te diferencie de otros artistas y que tú puedas mostrarte al mundo como eso que tú creaste. Por último, nunca hay que dejar de experimentar, de investigar y de ser curiosos porque hay artistas que te dicen que no saben qué pintar, pero eso significa que no existe la suficiente curiosidad e investigación porque el mundo está repleto de información y allá afuera hay mucho mundo que desconocemos.
¿Qué tanta importancia le das a la interacción con el público?
Me interesa escuchar las opiniones y, sobre todo, las conexiones que la gente tiene con mi obra, más allá de un ‘me gusta’ o no, ya que eso es muy subjetivo.Dependiendo la cultura, la gente, el background de cada persona, puede variar. Me gusta cuando las personas me platican su experiencia con la obra, lo que pensaron, encontraron. A veces hay dejos de palabras en mis obras y, a una segunda vista, se pueden encontrar muchas más cosas.
Me gusta ver la reacción al darse cuenta de que no se trata de un óleo o una espátula: ese momento de volverse a acercar a la obra lo disfruto mucho. En definitiva, a mí también me conecta con el espectador.
¿Qué técnicas y materiales prefieres utilizar en tu trabajo y por qué?
La técnica que más me caracteriza es el uso del papel revista en collage o técnicas mixtas. Sin embargo, también disfruto trabajar con otros soportes y materiales. Recientemente, he estado explorando la punta de plata y diferentes materiales textiles, como el teñido. Creo que mi formación académica me ha abierto muchas puertas para experimentar con procesos más contemporáneos e industrializados. Nunca dejo de explorar nuevos materiales.