Sonya Garza Rapport platicó en entrevista todas sus pasiones dentro del arte, lo cual la llevó a ser directora de Promoción y Difusión Cutural del Instituto de la Cultura de Nuevo León.
Sonya, usted ha sido una excelente promotora cultural en Monterrey y en todo Nuevo León, pero queremos conocerla más allá de su lado profesional, ¿cómo se considera usted?
Yo soy una persona que presta mucha atención; ¡todo me importa! Siempre me pregunto cosas como: cómo se pone un foco, de dónde crecen esas flores, cómo es que las flores Casablanca huelen más que las Acapulco, qué problemas hay entre Joe Biden y Trump, qué dice el periodista Jaime Bayly todas las noches, qué está sucediendo con el narcotráfico, cómo le está yendo a Claudia Sheinbaum con Xóchitl Gálvez, quiénes son los que están haciendo los programas en contra y a favor de ellos, etcétera. ¡todo me interesa! Como la comida, toda me gusta.
Hablando de intereses, la cultura y el arte son dos cosas que le importan y que forman parte de su vida, la prueba está en que usted contribuyó mucho al progreso cultural de nuestro estado, ¿qué experiencia le dejó el ser directora de promoción y difusión cultural del instituto de la cultura de nuevo león?
Fue la experiencia más bella que he encontrado porque el gobierno te da la oportunidad; le doy gracias a personas como Jorge Treviño y Sócrates Rizzo, ya que me invitaron y creyeron en mí para apoyar a los creadores a lograr sus sueños. No hay nada que valga más, que alguien que te ayude a lograr tus sueños.
¿Y a cuáles creadores les enseñó o compartió usted todos sus conocimientos sobre el arte y la cultura?
Al escultor, al escritor, al poeta, al bailarín, y no sólo eso, a todos ellos les trajimos compañías de ópera, les enseñamos lo que es la gran obra del ser humano, la actuación, la escenografía, la música de grandes músicos como Giacomo Puccini, La Traviata; les enseñas lo que es temblar al oír la música y entender porqué tu piel se pone chinita cuando cambian los tonos, aprenden qué es la nota azul. Les enseñas a soñar y a alcanzar sus sueños.
“Lee, vas a vivir mil vidas, vas a soñar con ser escritor”
¿Qué la llevó a ser la gran escritora Quees hoy en día?
No soy gran escritora, mi sueño es serlo. No hay un porqué no lo haya sido o no hay mucho talento, tal vez lo que he dicho no es tan importante; la culpa es mía. Tengo que ser más disciplinada porque soy una mujer a la que le gusta todo en la vida. Me gusta cantar, viajar, escribir canciones, contar cosas que creo que les pueden interesar a las mujeres como yo, me encanta escribir libros sobre papá, me gusta hablar de lucha libre y de cine.
“Creo firmemente y me gusta mucho esta interesante frase: las mujeres nunca somos viejas, nos tornamos vintage”.
Usted es una gran artista, ya que le fascina el jazz y llegó a dar algunos conciertos dentro de este género musical, pero ¿por qué se inclinó también a estudiar arte dramático?
Mi padre traía muchas obras de teatro y las íbamos a ver. Por su parte, mi abuelo nos llevaba mucho al cine, así que lo que me quedaba era aprender a actuar.
Sabemos también que una de sus pasiones es escribir y que uno de sus hobbies es hacer aerobics, además de caminar escuchando música 25 minutos diarios, pero háblenos de su otra gran pasión, la cocina, ¿cada cuándo prepara recetas para su familia?
¡Me encanta la cocina! Yo no soy de cocinar todos los días, afortunadamente y para mi placer siempre he tenido a personas que me apoyan en la cocina, pero me encanta hacer bacalao y me fascina hacer pavo con relleno. Mi mamá era muy buena cocinera y mis hijas también lo son. ¡me gusta la lasaña!
“Si todo lo que has leído no te ha preparado para la muerte, entonces quiere decir que no has aprendido nada”.
Por cierto, usted ha escrito varios libros, entre los que destacan antología de poemas, el oficio de Penélope, eterna disyuntiva y el hombre que se reinventó, pero también resalta uno muy importante dentro de todos sus años de trabajo y es la publicación cocina de bárbaras, ¿en qué consiste esta gran e interesante creación?
Es un libro de recetas antiguas de la cocina norestense, que fueron reunidas de varios recetarios familiares. Es un homenaje a las mujeres de antaño y a toda la cocina del noreste.
Ya para finalizar, ¿qué significa para usted que, gracias a su apoyo de promoción dentro del arte, nuevo león tenga actualmente tantas riquezas y enseñanzas en este tema?
Yo soy una bárbara de nuevo león, una bárbara que no inventó la promoción cultural, pero que de algún modo contribuí a que personas de tanto mundo, tantos estudios y tanta categoría, decidieran entrar para compartir y dar a los nuevoleoneses toda la cultura.
“De su puño y letra… En mi vida, la dualidad de ser esposa, madre y política ha sido un desafío constante. Destacar en este equilibrio a menudo incomoda a aquellos conformes con la mediocridad. Mi infancia fue una mezcla de cambios constantes de colegio, enfrentándome a la dualidad de ser la primera de la clase en algunos y obtener malas calificaciones en otros. Como decía Napoleón, ‘La educación comienza 20 años antes de nacer la madre’, y mi educación fue un rompecabezas entre abuelos que huían de pogromos en Rusia, una madre educada en Estados Unidos y una casa llena de saberes y culturas diversas. En ese entorno, mi mente se convirtió en un acertijo, con la carga adicional de idiomas, comidas exóticas y ser percibida como la ‘rara’ en el vecindario. Sin embargo, sobreviví y aprendí a competir en un mundo que exigía medallas, primeros lugares y dieces en los exámenes. En mi hogar bohemio, donde se hablaban varios idiomas, se cantaba jazz y se devoraban libros de filósofos griegos, escritores franceses y rusos, encontré equilibrio y preparación para mi futura trayectoria.
Casarme con un hombre fascinante, que caminó a mi lado apoyándome en la consecución de mis sueños, me enseñó la importancia de la constancia y el cuidado personal. Mis éxitos profesionales, especialmente en el ámbito político y cultural, no sólo fueron logros personales, sino también abrir el camino para otras mujeres. Aunque reconozco la valía de mujeres en la política, la falta de comprensión sobre la importancia de la cultura y el arte en ese ámbito me ha desconcertado. Reflexionando sobre autoras como Simone de Beauvoir y Virginia Woolf, entiendo la necesidad de un espacio propio para crear, especialmente en una esfera dominada por hombres. Sobrevivir en este mundo político no ha sido fácil, pero he buscado inspiración en figuras como Annie Dillard y su llamado a la creación en soledad.
Mis años de experiencia y la invisible trinchera de nuestra generación no nos eximen de desafíos, pero aspiramos a dejar un legado y seguir soñando para que otros encuentren utilidad en nuestras vivencias. La verdad y la sabiduría no son dones innatos, sino frutos del tiempo y la experiencia. A medida que avanzo, continúo trabajando, leyendo, participando en clases y festivales, y alimentando mi mente con la esperanza de que mi legado inspire a otros. Como dice Shakespeare sobre el teatro de la vida, seguimos actuando, enfrentando los desafíos con la esperanza de que, al final, alguien encuentre significado en nuestra historia.
A los 84 años, la vida se despliega como un pergamino lleno de experiencias que danzan al ritmo de las páginas de los clásicos. Entre las líneas de la literatura, encuentro la sabiduría que sólo el tiempo puede conferir. El buen cine internacional se convierte en mi ventana a otros mundos, donde cada película es un lienzo que pinta emociones. Y la poesía, esa musa que acaricia el alma, se ha vuelto mi compañera constante. En esta etapa de la existencia, descubro que la vida es un poema épico, una película que se despliega en capítulos llenos de matices y lecciones. A través de las letras y las imágenes, celebro la maravilla de vivir, donde cada día es una nueva página por escribir. Los buenos amigos, los hijos, una buena caminata por las mañanas, sonriéndole a la vida que se ha prodigado conmigo comprendiendo la música que siempre me ha acompañado de los grandes compositores”.
Sus libros favoritos
Una Habitación Propia, de Virginia Woolf. Shakespeare: La Invención de lo Humano, de Harold Bloom. Los Hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoyevski.
Inolvidable anécdota para la cultura de Nuevo León
Sonya Garza rapport recuerda cómo le pidió ayuda a Alfonso romo para que apoyara el ballet de la casa de la cultura.
“Fui a cigarrera a buscar a Poncho Romo y le platiqué cómo estaba la situación…”.
S: “poncho, en el gobierno no hay presupuesto para este tema bellísimo que te vengo a tratar”.
A: “¿Cuál es el tema?”.
S: “Tengo un ballet que pertenece a la casa de la cultura, ahí ensayan y bailan puros maestros, es algo único, ya los he visto 10 veces ensayar. Los acaban de invitar a una competencia en Niza, en Francia, pero no tengo presupuesto. Ya he pedido por todas partes del gobierno y no hay”.
A: “¿Cuánto crees tú que costaría? ¿qué más necesitas? ¿los vestuarios? ¿ya los tienen?
S: “necesitamos los boletos de aviones y una comida al día para todo el viaje”.
A: ¿Y en cuanto estás calculando todo eso?
S: “En 100 mil dólares”.
“¡Eso, para mí, era una cantidad estratosférica! Pero poncho le pidió a su asistente que le trajera su chequera y quería poner el cheque a mi nombre, así que le dije que no, que a mi nombre no. Entonces, poncho habló con Víctor Gómez, que en esa época era el tesorero, para decirle que él me estaba dando este apoyo y que se pudiera realizar todo el viaje con los integrantes. Sinceramente, pedirle un favor así de grande me daba mucha pena, ¡no se lo pido ni para mí! Yo estaba temblando y le dije, ‘poncho, ¿será correcto esto que te estoy pidiendo?’; me preguntó que cuántos integrantes eran y le respondí que eran alrededor de 40. Y me contestó, ‘sí está correcto, me estás pidiendo algo bellísimo, cómo no lo voy a apoyar’. Y todo esto que estoy platicando, ni siquiera salió en los periódicos en esa época, es la primera vez que lo estoy compartiendo”.