Aunque el TDAH es uno de los diagnósticos más comunes en la infancia, hay muchos otros aspectos emocionales que también requieren atención. Balbina de la Garza nos comparte detalles sobre la importancia de la terapia infantil desde temprana edad.
Balbina, para muchos padres, el tema de acudir con un terapeuta infantil puede parecer abrumador. ¿Cómo se puede abrir esa posibilidad sin sentirlo como un mal?
La primera barrera que suele enfrentar un niño cuando necesita apoyo terapéutico no es el problema en sí, sino la resistencia o el miedo que a veces sienten los papás al dar ese primer paso. Es importante entender que pedir ayuda NO es un fracaso, sino un acto de amor, responsabilidad y valentía. Quitémonos la idea de que “la terapia es la última opción”, porque buscar terapia para tu hijo es, en realidad, abrirle un camino lleno de oportunidades para desarrollarse y desenvolverse como merece.
Para aclararlo desde el inicio: ¿qué hace exactamente un terapeuta infantil y de qué manera puede ayudar a un niño? ¿Qué fue lo que te atrajo personalmente de esta rama?
En mi caso, como terapeuta infantil dentro de un centro, acompaño a niños con diagnósticos como TDAH, autismo, trastornos de aprendizaje, problemas de conducta, discapacidad intelectual, trastornos del lenguaje entre otros. Lo que se busca en terapia es reforzar conductas deseadas para ayudarles a desarrollar no solo habilidades cognitivas, sino también emocionales y sociales, de una forma muy personalizada, con un equipo detrás, y con las herramientas que realmente necesitan. Es muy bonito ver cómo, con el apoyo adecuado, los niños empiezan a sentirse más seguros, más capaces.
Lo que me trajo a esta rama fue mi experiencia desde antes de graduarme de psicopedagogía. Esa formación me abrió muchas puertas en el ámbito educativo: trabajé como maestra titular en un grupo de 3° de kínder y también brindé apoyo académico a niños con rezago escolar. En ese camino me di cuenta de que tenía las herramientas, la sensibilidad y las ganas de acompañar a niños con algún diagnóstico para que pudieran desarrollarse como realmente merecen.
Pero también hubo algo que me marcó mucho: la impotencia de ver cómo en muchas escuelas se les ponen etiquetas a estos niños sin entender realmente su diagnóstico. En lugar de facilitar su experiencia dentro de la escuela, muchas veces se les hace más difícil. Y fue ahí cuando supe que quería ser parte del cambio y brindar un espacio donde sí se les entienda, se les acompañe y se les valore como lo que son.
Hoy en día, se habla más de salud mental infantil, pero ¿cómo se manifiesta realmente en el día a día? ¿Cuáles son las señales más comunes que pueden alertar a los papás?
Afortunadamente, hoy se habla más de la salud mental infantil, aunque puede ser difícil identificar cómo se manifiesta en el día a día. Es muy importante observar los pequeños cambios.
Algunos signos comunes pueden ser: irritabilidad constante, llanto frecuente, dificultad para dormir, problemas de atención, aislamiento, baja tolerancia a la frustración, retrocesos en logros ya alcanzados, dificultad para adaptarse a los cambios de rutina o seguir instrucciones.
También hay que estar atentos si el niño muestra inseguridad, pierde interés por actividades que antes disfrutaba o presenta dificultades para relacionarse socialmente. Cada niño se expresa de forma diferente, por eso escuchar, observar y validar lo que sienten es la fórmula perfecta.
Desde tu experiencia, ¿ha cambiado la forma en que se presenta la salud emocional en los niños en comparación con hace una década? ¿Qué nuevos retos enfrentan hoy?
Sí, definitivamente ha cambiado. Hoy los niños están expuestos a estímulos que antes no existían. El uso de pantallas a temprana edad, los cambios en las dinámicas familiares y escolares, todo eso impacta en la salud emocional. Antes, se enfrentaban retos más relacionados con el aprendizaje o la conducta en la escuela.
Ahora, hay un aumento en la ansiedad, problemas de autorregulación, el miedo al rechazo o la baja tolerancia a la frustración, indisposición a seguir instrucciones o cumplir reglas, etc.
Aprovecho esta pregunta para aconsejarles que: limiten el tiempo en pantalla, trae muchos beneficios, como: mejora calidad de sueño, favorece el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, fortalece vínculos sociales, fomenta el autocontrol y la autorregulación, entre otros. También, abre espacio al juego recreativo, creatividad y conexión con el mundo real.
Cuando recibes a un nuevo paciente, ¿cómo comienza ese proceso de acompañamiento? ¿Cómo es esa evolución a lo largo del tiempo, desde que llega contigo hasta que comienza a mejorar?
Cuando recibo a un nuevo paciente con un diagnóstico previo, lo primero que busco es crear un espacio y un vínculo de confianza, empezando desde la conexión y no desde la exigencia. Me tomo el tiempo para observar, escuchar y comprender qué necesita ese niño: cómo se comunica, qué le gusta, qué le cuesta.
A partir de ahí, comenzamos a trabajar en su programa, y los cambios suelen volverse muy notorios. La escuela empieza a notar mejoras dentro del aula, y los papás también lo perciben en la convivencia diaria con su hijo. A medida que el paciente va avanzando y superando áreas de su programa, este se modifica, adaptándose a nuevos niveles de desafío y crecimiento
Es indispensable que la escuela, los papás y el terapeuta estén en sintonía para lograr resultados efectivos.
¿Cuál crees que sea el papel que los padres realizan durante el proceso terapéutico? ¿Cómo pueden acompañar de manera efectiva sin sentirse culpables o rebasados?
Los papás son el pilar emocional del niño, quienes lo acompañan todos los días y su ejemplo a seguir. Su mirada, su apoyo y su disposición a involucrarse marcan una gran diferencia. Es importante que estén abiertos a aprender nuevas maneras de acompañar a sus hijos. Cuando los papás se suman al proceso desde un lugar de amor y curiosidad, los avances del niño se potencian.
¿Cuándo es momento de considerar que un niño necesita acompañamiento terapéutico? ¿Qué señales no se deben ignorar?
El momento ideal para considerar acompañamiento terapéutico es cuando notamos que algo en el desarrollo emocional, social, conductual o cognitivo del niño está interfiriendo con su bienestar o su día a día. También cuando como adultos sentimos que ya no sabemos cómo acompañarlos o que las estrategias que antes funcionaban ya no están dando resultado.
En el contexto escolar, ¿qué tan importante es que los maestros estén sensibilizados con el tema de salud emocional? ¿Qué impacto puede tener el trabajo conjunto entre escuela y terapeuta?
La sensibilización de los maestros en temas de salud mental es indispensable. Ellos están en contacto diario con los niños y, muchas veces, son los primeros en notar cambios o señales de alerta. Son una herramienta clave en el desarrollo emocional y académico del niño, y una pieza fundamental para detectar y trabajar en sus áreas de oportunidad. Su apoyo puede marcar una gran diferencia en el proceso de intervención y acompañamiento.
Cuando hay comunicación entre terapeutas y escuela, el acompañamiento se vuelve mas integral y coherente al trabajar con los mismos objetivos de la mano. El niño siente que hay una red al rededor que lo apoya y lo entiende, y eso hace que el niño se sienta seguro.
En lo personal, ¿qué sientes tú como terapeuta cuando observas avances significativos en un niño?
Se me llenan los ojos de lágrimas durante la sesión cuando veo avances en mis pacientes. Es un sentimiento de orgullo, de: "¡Lo logramos!". Y lo digo en plural porque, detrás de cada logro, hay un niño que decidió confiar, esforzarse y querer estar mejor.
También siento una profunda satisfacción al saber que esos cambios lo harán sentirse más seguro de sí mismo al momento de enfrentarse al mundo. Verlos descubrir que sí pueden es, sin duda, una de las cosas más gratificantes que tiene esta profesión.
Para cerrar, ¿qué consejo les darías a los padres que enfrentan una situación complicada con sus hijos y quieren ayudarles a mejorar emocionalmente, pero no saben por dónde empezar?
Mi consejo es: infórmate. Nadie nace sabiendo ser papá o mamá, y la educación y el acompañamiento de nuestros hijos son procesos en constante evolución. No debemos quedarnos atrapados en la educación del pasado.
Es fundamental buscar apoyo, a través de libros, psicólogos, terapeutas o cursos especializados. La crianza no es estática, cambia, avanza y se adapta. La clave está en estar abiertos a aprender nuevas formas de educar, y en reconocer que pedir ayuda es una muestra valentía.
Considera los siguientes puntos para un acompañamiento
El momento adecuado para acudir con un terapeuta infantil suele llegar cuando notamos que algo en el desarrollo emocional, social, conductual o cognitivo del niño está afectando su bienestar o su vida cotidiana. También es válido buscar apoyo cuando, como adultos, sentimos que ya no sabemos cómo acompañarlos o que las estrategias que antes funcionaban han dejado de hacerlo.
Algunas señales de alerta pueden ser:
- Bajo rendimiento escolar.
- Dificultades en el lenguaje.
- Aislamiento o retraimiento social.
- Falta de atención o concentración.
- Cambios drásticos en el estado de ánimo.
- Mayor irritabilidad o reacciones desproporcionadas.