El 6 de octubre la sociedad regiomontana perdió a un gran hombre dedicado al trabajo duro, don Rodolfo Junco De la Vega. El destacado hombre que dirigió Editora El Sol por 30 años murió a las 15:45 horas en Jacksonville, Florida a la edad de 98 años, acompañado de Thaddeus Foster, hijo de su segundo matrimonio, la señora Lilian, así como de sus nietos de su segundo matrimonio y familiares más cercanos.
Después de un conflicto familiar del que don Rodolfo detalló en una carta en poder de MILENIO: “Cuando mis hijos me despojaron de mala manera los citados periódicos (1973), la empresa estaba más que a flote. El Norte vendía más ejemplares que ningún otro sin publicar pornografía, autoviudas, suicidios, fotos macabras ni desvíos sexuales”. El empresario estableció su residencia en San Antonio, Texas y poco tiempo después contrajo nupcias con Lilian, lo que causó un cambio radical en su vida para dedicarse a su esposa e hijos.
Aunque bajó el ritmo de vida que tenía en Monterrey, nunca dejó de estar activo en los negocios, despojado de terrenos, acciones y el trabajo de años, comenzó a involucrarse en las bienes raíces, lo cual resultó una carrera exitosa, ya que desarrolló complejos comerciales que lo ayudaron a mantener una situación económica estable. Sus pasiones seguían latentes, la aviación era una afición que desarrolló desde muy joven. A la par de su trabajo en la editora, se encargaba de la distribución de los aviones Piper, que no solo los vendía, piloteaba incluso pocos años antes de su muerte.
Los automóviles deportivos también ocupaban gran parte de su tiempo, fue uno de los fundadores del Auto Club Valle, incluso donó algunos de sus ejemplares cuando se mudó a Texas. Además fue el primero en traer al estado un cargamento de Porsches, de los cuales dos le vendió a Jorge Fernández y Zacarías Méndez, dos personalidades que compartían su gusto por los coches.
Poseedor de una colección valuada en millones de dólares, hasta sus últimos días se le podía ver en el taller haciendo reparaciones, nunca perdió la jovialidad y el gusto por manejar, reunirse con un grupo de amigos coleccionistas y hasta participar en auto shows, principalmente en Estados Unidos.
Su historia tomó un rumbo diferente, pero quien estuvo cerca asegura que fue un hombre recio para negocios, amoroso con parte de la familia que tenía contacto, sin dejar de mencionar a sus amigos empresarios, con quienes disfrutaba mucho platicar sobre los negocios y actividades que se vivían en la ciudad, ya que continuamente se mantenía al pendiente de las empresas y acciones de Nuevo León.
Se sabe que visitó varias veces la ciudad para cumplir con eventos sociales, así como de varios intentos de acercamiento de sus hijos y nietos que no se concretaron, pero su atención se centraba en su esposa, es por ella que se mudaron a Jacksonville, Florida para que recibiera mejores cuidados después de ser diagnosticada con cáncer, años después muere y él instalado en la ciudad decide quedarse con su hijo y nuera.
Aunque por la edad, su físico se veía cada vez más deteriorado, su capacidad mental permaneció intacta hasta los últimos momentos. Se dice que disfrutaba sentarse todos los días a las seis de la tarde para platicar con una copa de champaña, acompañado de su familia o amigos que ocasionalmente lo visitaban. Un sentido y tranquilo desenlace para don Rodolfo Junco De la Vega, quien trascenderá en el estado por su trabajo.