“En los meses en los que yo estaba embarazada (…) preocupaciones y conversaciones sobre la oscura que podría ser su piel cuando naciera”, esta declaración que hizo Meghan Markle durante la entrevista con la famosa presentadora Oprah Winfrey, vino a develar lo que realmente se vive en el interior del Palacio de Buckingham sobre el racismo.
En la conversación que sostuvo con Winfrey a principios de marzo, la duquesa de Sussex acompañada de su esposo el príncipe Harry, acusaron a la familia real británica la discriminación que vivió tanto ella como su primogénito Archie, al mencionar que un miembro no identificado del Palacio había dicho comentarios racistas durante su embarazo.
Esta noticia detonó una bomba de tiempo en la Casa Real, siendo el príncipe William quien declarara en días posteriores a la charla que se transmitió por el canal estadounidense CBS que: “No somos para nada una familia racista”, sin imaginar la existencia de unos documentos sepultados en los archivos nacionales del Reino Unido, que darían la razón a Markle y al príncipe Harry, pues revelan que esta práctica se da desde la década de los 60.
Así lo dio a conocer una investigación realizada por el periódico británico The Guardian, que descubrió un documento de 1968 donde mostraba que la monarquía empleó prácticas de contratación racistas en el pasado.
El documento es una carta de un funcionario del Ministerio del Interior, que estaba al tanto de las opiniones de un cortesano real de alto rango en ese momento. Según The Guardian, el funcionario escribió: “De hecho, no era la práctica nombrar inmigrantes de color o extranjeros para puestos administrativos y de oficina”, pero sí se les permitía ser contratados personas de color para “puestos domésticos”.
Además, el periódico británico sacó a la luz pública cómo el Palacio de Buckingham negoció cláusulas controvertidas, que siguen vigentes hasta el día de hoy, exonerando a la reina Isabel II y la familia real de las leyes que previenen la discriminación racial y sexual.
Hasta el momento, la esposa del fallecido príncipe Felipe no ha dado declaración de estos hechos que han puesto nuevamente en la mira al Palacio de Buckingham.