En japonés, judo significa “el camino de la suavidad”, un adjetivo que bien le podría quedar a su máxima exponente en México, Prisca Awiti.
La primera judoca en la historia en ganar una medalla para el país, en los pasados Juegos Olímpicos de París, es sencilla, tímida, muy amable y le brillan los ojos cuando la felicitan por su medalla de plata.
Son palabras que a lo mejor no resonarían al verla en combate, pero eso es justamente lo que esta disciplina tiene como objetivo.
La humildad, el respeto al oponente, al saludarlo antes de la competencia y una comunidad internacional, según cuenta la deportista, que te recibe con los brazos abiertos y en la que tiene amigos que se han convertido en familia.
En México, además, en el judo han sobresalido las mujeres, pues en los últimos tres Juegos Olímpicos son ellas las que han competido en este deporte. En Río de Janeiro 2016 compitieron Edna Carrillo y Vanessa Zambotti; en Tokio 2020 estuvo Prisca y en París estuvieron ella y Paulina Martínez.
“Es un deporte en el que pueden llegar muy lejos las mujeres. Me encantaría inspirar a todos los mexicanos, pero especialmente a las niñas, que tal vez piensan que es un deporte masculino. Esta medalla muestra que las mujeres son poderosas”, afirma la deportista de 28 años que estudió Ciencias Deportivas en la Universidad de Bath.
La judoca es hija de Lola Alcaraz, originaria de León, que a los 28 años fue a visitar a su hermano a Londres y conoció al padre de Prisca, de origen keniano que vivía ahí por sus estudios.
Prisca, cuyo segundo nombre es Guadalupe y creció con la imagen de la Virgen de Guadalupe en casa, nació en Enfield, Londres, pero desde los tres meses de edad ya venía a México seguido para visitar a sus familiares, de quien es muy cercana.
Aunque se inició como gimnasta, a los 8 años comenzó a practicar judo al conocer el deporte por su hermano mayor, quien ahora es entrenador. Y fue en 2017 que decidió competir formalmente como mexicana.
“Yo ya conocía muy bien México, tengo mucho más familia aquí, es mi casa. Es un país muy alegre en el que siempre me he sentido muy feliz”, me cuenta y asegura que aquí se va a quedar viviendo y entrenando.
¿Qué pasó en esa particular visita a México que decidiste competir como mexicana?
Me hicieron disfrutar, no solo el judo, sino la vida alrededor del judo. Es algo que se siente muy distinto para mí, que crecí en Inglaterra y las cosas son diferentes.
Tras los Juegos Olímpicos de París, la gente se me acercaba aquí y me daba las gracias y yo no entendía. Yo me preguntaba: ‘¿porqué me dan las gracias?’. La gente es demasiado cálida en México y los siento realmente felices por esta medalla. Para mí, eso es algo muy bonito que nunca había sentido antes.
¿Tiene esperanza el judo en México?
Siempre he dicho que los judocas mexicanos tienen mucho talento, creo que solo necesitan inspiración, un alguien que les muestre el camino para llegar y que sí es posible.
Entonces espero que esta medalla inspire a las generaciones que vienen, yo sé que viene mucho, mucho talento y espero que esta no sea la última medalla olímpica que obtenga el judo mexicano.
Todo el sacrificio que has hecho durante tantos años, ¿valió la pena?
Creo que ese es el primer sentimiento que tuve, que todo valió la pena. Siempre digo que la vida de un deportista es muy injusta la mayoría del tiempo porque dedicas toda tu vida a algo que no sabes si va a pasar o no, uno es completamente ciego al futuro, a lo que vas a lograr. Entonces en ese momento en el podio fue como un respiro de que sí valió la pena.
Cuando terminó la final, parecías muy triste de no haber obtenido el oro…
Creo que a ningún deportista le gusta perder y siento que puede doler más cuando estás tan cerca del oro. Estando ahí, tu mentalidad es ir por el máximo, no vas con el pensamiento de que si ganas plata está bien. Entonces cuando perdí, en la final, estaba triste y decepcionada.
Después me cambié, abracé a las personas que necesitaba abrazar y, estando en el podio, se fue toda la tristeza porque todo lo que podía sentir ahí era orgullo y felicidad. No puedo explicar lo que se siente estar en un podio olímpico. Fue algo tan especial en el que pude decir que me sentí muy orgullosa de mí misma, pero en realidad es mucho más que eso… no creo que nadie lo pueda explicar porque es algo que tienes que sentir. Creo que si me hubiera quedado en el podio por diez segundos más, me hubiera quebrado llorando, pero me aguanté. Me aguanté hasta que abracé a mi mamá.
Después de este triunfo, ¿te sientes más orgullosa de haber elegido México como tu país de representación?
Sí, definitivamente. Siempre digo que estoy muy agradecida con la federación y con el país por haberme dado la oportunidad de lograr mis sueños. Creo que en otro lugar no hubiera podido, pues no me habrían dado las mismas oportunidades y no hubiera obtenido esta medalla.
Fotos: Germán Nájera + Iván Flores @weshootmuch
MUA: @andreamorenomakeup
Stylist: @dancorreaal