Desde sus inicios, Pedro Ávila ha demostrado una pasión inquebrantable por la estética y la perfección, principios que lo han llevado a fundar su propio despacho de arquitectura, Pedro Ávila Arquitectura + Dúo, y su galería de arte. En esta edición, Pedro nos invita a conocer su fascinante recorrido que comenzó con su incursión en la economía internacional y cómo un “accidente afortunado” lo llevó al mundo del interiorismo y la creación de espacios que combinan funcionalidad y belleza.
Conversamos sobre los retos que ha enfrentado en su carrera, su búsqueda de la perfección en cada proyecto, y cómo la arquitectura y el arte están profundamente interconectados en su vida. Además, nos adelanta algunos de los emocionantes proyectos que tiene en puerta, como su participación en Millesime GNP y la esperada edición número 21 de Zona Maco.
¿Por qué decidiste estudiar arquitectura de interiores después de economía internacional?
Desde siempre busqué la belleza y la estética. En 1994, México vivía un periodo en el que los presidentes tenían una imagen pública impresionante, con un gabinete formado mayormente por personas de Harvard con un enfoque estético interesante. Mi padre era político, así que lo natural para mí fue estudiar algo relacionado, como Relaciones Económicas Internacionales. Sin embargo, un giro inesperado cambió mi camino.
En 1995, me asignaron la tarea de crear un negocio que pudiera enfrentar la crisis por la devaluación del peso. Mi madre me pidió que tapizara los muebles de la sala y, al descubrir que podía ganar bien, empecé a ofrecer mis servicios a amigos y familiares. Así, me sumergí en el diseño de interiores, eligiendo telas y estilos, sin haber estudiado formalmente el tema. Pronto me di cuenta de que estaba trabajando en interiorismo, ya que mis clientes me buscaban como guía estética para sus hogares. Me pedían remodelaciones y, aunque no tenía formación en arquitectura, confiaban en mi buen gusto.
¿Cómo surgió la idea de fundar Pedro Ávila + Dúo (Pedro Ávila Arquitectura / Diseño)?
Nació de la demanda de trabajo que existía en ese momento. Colaboraba con una arquitecta que me ayudaba a plasmar varias de mis ideas, pero al ser invitada a un despacho en la Ciudad de México, dejamos de trabajar juntos. Fue entonces cuando conocí a Oswaldo Sánchez, quien se convirtió en mi socio en la búsqueda de la belleza. Creamos Pedro Ávila: Arquitectura + Diseño, y con el tiempo, el equipo evolucionó para incluir a su hermana, Enid Sánchez, formando un verdadero dúo. Ellos están desarrollando una marca urbana de motociclismo como hobby, lo que complementa nuestra visión, de ahí el nombre Pedro Ávila + Dúo.
¿Cuáles fueron los principales obstáculos al establecer tu propio estudio?
En nuestro despacho buscamos la perfección, algo difícil de alcanzar, pero nos esforzamos al máximo. Uno de los mayores desafíos es que muchos clientes no están acostumbrados a un proceso integral, donde no solo diseñamos, sino que también ejecutamos. A veces, cuando el cliente quiere involucrarse sin tener experiencia, puede complicar las cosas. Sin embargo, estos casos son pocos.
¿Cómo integras estética y funcionalidad en tus proyectos?
Ambos aspectos son inseparables. Un espacio que no funcione para quienes lo habitan no puede considerarse estético. La belleza es un concepto complejo; lo fundamental es que cada espacio sea habitable para sus usuarios. Creemos que un proyecto debe ser creativo y de la más alta calidad para perdurar en el tiempo.
¿Qué proyectos arquitectónicos han sido los más significativos en tu carrera?
Desde que empecé a tapizar sillas hace 30 años, siempre he seguido la filosofía de la perfección y la máxima calidad. Ver un proyecto terminado y la satisfacción del cliente ha sido una experiencia invaluable. Cada proyecto, desde diseñar una silla hasta colaborar con Porsche Design para crear un lounge, me ha dejado una huella. Sin embargo, lo que más me emociona son las futuras creaciones, aquellas que están en proceso o las que están por venir.
¿Qué te inspira como creador?
Mis hijos son mi mayor inspiración. Pasar tiempo con ellos, mi novia y mi familia me llena de felicidad y creatividad. También me inspiran mis aliados, Oswaldo y Enid, con quienes intercambio ideas, así como Juan Carlos Muciño y todo mi equipo. Aunque soy la cabeza de los proyectos, todos ellos son una fuente constante de motivación.
¿Qué te motivó a abrir la Galería de Arte Pedro Ávila?
La galería representa una evolución de mi trabajo en diseño. Tras tres décadas creando belleza y felicidad, quería ofrecer algo complementario. Al finalizar un proyecto, siempre busco curar el espacio con objetos que resuenen con el cliente. No buscamos decoraciones comunes, sino piezas que trasciendan, y el arte juega un papel fundamental en esto.
Nuestro equipo se dedica a encontrar artistas cuyas historias conecten con nuestros clientes. En 2015, una artista me pidió que la representara en un evento de voluntariado, donde vendí mi primera obra de arte. La experiencia de ver a alguien identificarse con una pieza fue maravillosa y me motivó a abrir la galería. Desde entonces, hemos integrado obras de diversos artistas en nuestro despacho, creando así un complemento único.
¿Cómo se da la colaboración con Juan Carlos Muciño dentro de la Galería Pedro Ávila?
Aunque lo conozco desde hace poco, siento que hemos conectado profundamente. Juan Carlos comenzó a visitarnos y rápidamente establecimos una sinergia sobre cómo podría ayudarnos a desarrollar nuestros proyectos de crecimiento para la galería. Estamos posicionados como una de las galerías más importantes, no solo en Toluca, sino también en la Ciudad de México. Este año, participamos por primera vez en Zona Maco, una de las ferias más destacadas de México y Latinoamérica, y estamos calificados para volver en 2025. Juan Carlos es fundamental en este proceso, dirigiendo las operaciones, mientras que yo me enfoco en la visión general.
Combinas arte, gastronomía y música. ¿Qué te llevó a fusionar estas disciplinas?
Para nosotros, crear belleza implica involucrar todos los sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Queremos que las emociones que produce el arte—ya sea música, fotografía, pintura o danza—sean una experiencia completa. La idea es ofrecer estas experiencias aquí, en lugar de tener que ir a la Ciudad de México. En cuanto al vino, también ofrecemos cerveza y próximamente mezcal. Queremos que cada sorbo despierte emociones; por ejemplo, un vino diseñado para evocar la sobriedad y la elegancia del color negro. En nuestra visión, cada proyecto comienza con un lienzo en negro, y nuestra misión es iluminar ese espacio.
¿Cómo equilibras tu papel como arquitecto y empresario en áreas como la arquitectura y el arte?
El equilibrio radica en que la galería y el despacho se complementan. Ambos equipos trabajan juntos hacia un mismo objetivo. Me apasiona lo que hago, por lo que no siento que sea un trabajo difícil. Lo que jugaba de niño, imaginando ser arquitecto y trabajando con revistas de diseño, ahora lo vivo en la realidad.
¿Qué rol crees que debe jugar el arte en la vida cotidiana de las personas, y cómo intentas fomentar esa conexión?
Creo firmemente que el arte debe ser parte integral de la vida cotidiana. Desde mi galería, trato de mostrar cómo el espacio en sí es una obra de arte que embellece el entorno y genera cambios positivos en Metepec. Quiero transmitir la emoción que siento al observar una obra, esa sensación de piel de gallina. Soy parte de la comunidad de Toluca y Metepec, y mi objetivo es contribuir a su crecimiento a través de la galería, embelleciendo espacios y conectando a la gente con el arte.