La carrera de esta actriz se divide entre dos mundos, pues aunque ha participado en varias series como Oscuro deseo o Preso No. 1, de Netflix, reconoce que han sido telenovelas como La Herencia o La Doña, las que le han dado mayor proyección entre el público.
“A veces no soy muy consciente del impacto que puede significar hacer televisión abierta y me sorprende cuando alguien me reconoce en la calle o me dice que ha visto tal novela... Hasta ahora solo he tenido experiencias positivas, así que lo recibo con mucho agradecimiento y feliz de que sigan llegando proyectos que me acerquen a la gente, sean en donde sean”, asegura.
Sin embargo, admite que lograrlo requiere un esfuerzo extra. “Está cambiando todo en la industria. Yo que he tenido varios proyectos en plataformas y ahora en televisión, he podido comprobar que es muy diferente la manera de hacer e incluso el lenguaje de cada medio... Pero es un cambio positivo, porque hay más trabajo para todos y eso está padre.
También como actriz experimentar esa transformación es maravilloso y yo disfruto que puedo hacer una serie, luego una telenovela, después una película, y tener muchos rostros al mismo tiempo.
Es cierto que la televisión te da una exposición que te ayuda a crecer y a que te ofrezcan, quizá, más papeles. Pero yo sigo haciendo audiciones y podría decirse que ya tengo súper trabajado el miedo al rechazo (ríe)”.
Esa parte es muy desgastante y aunque sí llegué a tener mis bajones, aprendí a soltar, me alejé un poco y, como por arte de magia, las cosas se fueron dando. Hoy sé que si no me quedo con un personaje es por algo, porque no me va a enseñar nada o porque viene uno mejor”.