Hablando de narcotraficantes colombianos, hemos escuchado hablar de Pablo Escobar, del Cartel de Cali y también de los hermanos Ochoa, pero poco se menciona el nombre de Griselda Blanco.
La denominada “Madrina”, nacida en 1943 en Colombia, fundó el Cartel de Medellín y fue la primera mujer narcotraficante del mundo; incluso, existen versiones de que ella fue mentora del propio Escobar.
En las década de los setenta y ochenta, hizo de Miami su centro de operaciones para el tráfico de cocaína y llegó a amasar una fortuna calculada en 500 millones de dólares por la DEA. Una serie sobre su vida, llamada Griselda, será estrenada en Netflix, el 25 de enero, con Sofía Vergara como protagonista, Alberto Guerra como su pareja y Paulina Dávila como Isabel, su mejor amiga.
“Fue un proyecto muy bonito, porque además estábamos saliendo de la pandemia en Los Ángeles y nos encontrábamos todos juntos sin nuestras familias. Pasamos mucho tiempo conviviendo, nos hicimos muy cercanos, sobre todo con Sofía Vergara, a quien había conocido cuando era niña. Reencontrarme con ella en este proyecto fue conocer a un referente que a mí me marcó mucho. Fue muy generosa y abierta”, cuenta Paulina.
La historia, como más adelante lo platicamos con la actriz, tiene un sinfín de capas y trasfondo que, además de mostrarnos el tan conocido trayecto de ascenso y descenso de un capo, nos expone las condiciones que se dieron para que una mujer de su época tomara las riendas de un mundo cien por ciento dominado por hombres y el cómo, además, este machismo le jugó a favor para permanecer al margen de la ley por décadas.
Haciendo a un lado la parte del narcotráfico, la serie también es una historia de empoderamiento...
La serie presenta las consecuencias de llevar una vida como la de Griselda, y muestra esa parte oscura, que en ningún momento se celebra. Pero es un personaje histórico con muchas capas. Por un lado, está la historia de una mujer que es mamá, que viene
de un origen muy complicado donde se encuentra con mi personaje y está dispuesta a hacer todo lo que tenga que hacer por sacar a su familia adelante y por hacerse de un nombre. También es una historia de poder y de cómo este embriaga. Creo que una cosa lleva a la otra, y la serie cuenta muy bien cómo puede terminar algo que empieza desde la supervivencia.
Y si en algo difiere esta historia de las de otros narcos es en la red femenina que Griselda arma...
Mi personaje es con quien Griselda se permite ser vulnerable y frágil, es su mano derecha desde un punto emocional y comparten un pasado. Pero sí, Griselda no sale adelante sola. Ella se trae a quien fue su amiga y ella a otras y es una red de apoyo entre mujeres que, yo pienso, es la perspectiva única que tiene esta historia. Es una historia de mujeres y de mujeres que se ayudan. Creo que había algo muy bonito en ellas dos, de venir de un pasado muy duro y de querer reivindicarse y soñar juntas con la posibilidad de tener una vida mejor. Eso es una historia universal y una que tiene más que ver con nosotras las mujeres. Las mujeres que migran y las que tienen que dejar una vida para empezar otra pueden conectar con esa parte de la historia.
Como colombiana, ¿por qué crees que no es tan conocido su nombre, como el de otros, a pesar de todo lo que hizo?
Sin duda escuché antes los nombres de otros personajes de ese mundo. Pienso que es un espejo claro de cómo es el mundo, hasta dentro de los más malos. Tiene que ver con estructuras que siempre han sido así, muy patriarcales y machistas. Tanto ella como muchas otras mujeres de otros ámbitos distintos han vivido bajo esa sombra.
¿Merecía Griselda Blanco que su historia fuera llevada a la pantalla?
No sé si podamos hablar de merecer, más bien es una cuestión de la importancia de contar las historias, pues estas ejemplifican lo que pasa cuando haces ciertas cosas, dónde terminas y a dónde te vas. La historia que contamos va más allá de si es merecedora o no. Es una que toca muchos temas, que tiene muchas capas y que definitivamente también habla del sueño americano y de muchas circunstancias que se daban para que alguien como Griselda se convirtiera en el personaje en el que se convirtió.
¿Cómo fue estar en una producción internacional, con un personaje de tu país y en una historia cien por ciento colombiana?
Creo que es lo más importante que tiene esta historia, más allá del personaje. Es una cuestión de representación en las grandes ligas y de hacernos espacio a nosotros como colombianos contando una historia de nuestro país en Los Ángeles. Para mí fue muy importante hacer a Isabel muy paisa de Medellín; mi mamá y todo mi matriarcado es de ahí y es paisa, entonces investigué cómo hablaban en esa época, qué palabras específicas usaban, etc. Me gustó mucho abordar el personaje desde esa
feminidad y explorarlo, pues mientras crecía a mí me marcó ver cómo era la manera de ser de las amigas de mi mamá. Hay una cosa que no sé describir, que yo quería tratar de capturar y que a mí me embobaba cuando era chiquita y era el cómo estas mujeres son así. Hay una admiración muy grande por ellas y por cómo abordan esa feminidad.