Siento que todavía ni he despertado completamente, ya que parece ser un mundo completamente distinto, luego de que se confirmara la muerte del Papa Francisco esta mañana a las 7:35, hora local de Roma.
El Vaticano confirmó el deceso del pontífice argentino, quien hasta hace poco había mantenido una presencia activa, aunque limitada, en los eventos litúrgicos más importantes del año. Sigue leyendo y checa cuál fue su última aparición y mensaje.
La última aparición y mensaje del Papa Francisco
La última aparición del Papa Francisco fue durante la misa de Pascua, donde, en silla de ruedas y con su característico carisma sereno, ofreció su bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la basílica de San Pedro.
Con voz suave, pero firme, Jorge Mario Bergoglio hizo entonces un llamado urgente por la paz y la libertad religiosa, rodeado de más de 35,000 fieles en la plaza. Fue un mensaje profundo, directo, como todos los que lo caracterizaron durante su pontificado.
Aún conmovido por las heridas del mundo, pidió el fin del fuego en Gaza, la liberación de rehenes y ayuda urgente para los pueblos que sufren hambre. Era un Papa cansado, sí, pero nunca ausente. Hasta el último aliento, su compromiso con los más vulnerables fue inquebrantable.
La misa de Pascua fue su despedida silenciosa. Aunque ya no portaba las cánulas de oxígeno que había utilizado semanas antes, el Papa se presentó en silla de ruedas, como lo había hecho desde que su movilidad se redujo. Esa mañana, desde lo alto de San Pedro, habló como siempre lo hizo: con el corazón.
“No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás”, dijo, dejando claro cuál era su visión del mundo.
Francisco también se dirigió a los líderes políticos, a quienes pidió valentía y compasión: “No cedan a la lógica del miedo que aísla, sino usen los recursos disponibles para ayudar a los necesitados”.
Con palabras sencillas, pintó una hoja de ruta para la paz: menos armas, más desarrollo. Más justicia, menos indiferencia. A pesar de su frágil salud, estaba allí, como siempre, abogando por quienes no tienen voz.
En los días previos, el Papa no había podido asistir a varias ceremonias de la Semana Santa debido a su delicada condición. Estuvo hospitalizado 38 días por una neumonía bilateral y fue dado de alta apenas el 23 de marzo. Sin embargo, su alma pastoral nunca se detuvo: desde su ventana o en breves visitas, siguió presente.
¿Qué le pasó al Papa Francisco?
La salud del Papa Francisco se deterioró visiblemente en los últimos meses. A sus 88 años, enfrentaba complicaciones respiratorias y dificultades para moverse. Aun así, su determinación de seguir adelante era evidente.
Uno de sus momentos más conmovedores fue su visita a la cárcel de Regina Coeli, una tradición que mantenía desde 2013. Aunque ese día no pudo realizar el ritual del lavado de pies, habló directamente a los reclusos con ternura y humanidad.
En un gesto breve, pero poderoso, dejó claro que ni el cansancio ni la enfermedad podían apartarlo de quienes más lo necesitaban. “Lo vivo como puedo”, respondió con una sonrisa al ser consultado sobre cómo vivía la Semana Santa.
Con su humor sencillo, incluso logró hacer reír a los reporteros. Cuando uno le preguntó cómo se sentía, contestó entre risas: “Estoy sentado”. Francisco era así: humano, cercano, con esa chispa porteña que nunca perdió.
¿Quién fue el Papa Francisco?
Jorge Mario Bergoglio será recordado como el primer papa latinoamericano, el primero jesuita, y el primero en elegir el nombre de Francisco en honor al santo de Asís. Pero sobre todo, será recordado por su inmensa humanidad. Desde el primer día, rompió protocolos, abrazó a los marginados, caminó entre refugiados y habló sin rodeos sobre temas espinosos que otros preferían evitar.
Durante más de una década al frente de la Iglesia católica, su estilo fue marcado por la humildad, el sentido del humor y una preocupación constante por el sufrimiento ajeno. Redefinió el rol del papado en el siglo XXI, empujando a la Iglesia hacia la inclusión, la sostenibilidad y el diálogo interreligioso.
Francisco deja un legado espiritual y social difícil de igualar. Su figura seguirá viva en los corazones de quienes lo escucharon hablar de paz cuando había guerra, de compasión cuando había miedo, y de esperanza cuando todo parecía oscuro. Hoy, el mundo lo despide con lágrimas, pero también con gratitud.
Que en paz descanse.