Para Paloma su sentido de la vida es vivir aquí y ahora, dar amor y ayudar a otras mujeres que están pasando por este proceso.
Tras recibir ocho quimioterapias cada tres semanas durante seis meses, así como treinta y tres radiaciones, hormonoterapia y doble mastectomía. A lo largo de su enfermedad hubo un momento clave: despojarse de sí misma, de su imagen física y aprender de su fortaleza.
Verse sin cabello a los diecisiete días de aplicada la quimioterapia fue un momento crucial donde asumió que podía morir de cualquier cosa menos de cáncer.
“Lo viví segura de que todo saldría bien, confiada en mi equipo médico y sobretodo tomada de la mano de Dios y su infinita misericordia”.
Así, ante una enfermedad agresiva y persistente que le diagnosticaron el 26 de marzo de 2015, la fe en Dios logró que Paloma volviera a volar. Su decisión y firmeza la impulsaron desde un principio, al recibir la noticia lo único que hizo fue obedecer el tratamiento.
“A todas las mujeres guerreras, recuerden que nada dura para siempre, es temporal sigan las indicaciones de los médicos, cuídense física y psicológicamente”.
Para ella, uno de los instantes que siempre recordará fue cuando despertó de la cirugía y escuchó a su médico decir: “fue todo un éxito, estás limpia, y saliste con implantes”. Actualmente Paloma demuestra su triunfo entregándose a la vida intensamente, trabaja, sirve y ve crecer a sus hijos, además de seguir ayudando y aportando a la lucha contra el cáncer de mama.
“El cáncer me hizo mejor persona, más humana por increíble que parezca, aprendí a darle valor a la vida. Estoy en un proceso de hormonoterapia a base de tamoxifeno que es una pastilla diaria durante un periodo de 5 años sometida en forma periódica a estudios de laboratorio, ultrasonidos y placas”.
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