Pablo Mendoza nació en León, Guanajuato en 1981, ciudad donde vivió su infancia, misma que estuvo marcada por las películas dirigidas por Tarkovski, Kurosawa o Jan Svankmajer.
Al encender el televisor sintonizaba un canal en particular donde se proyectaban dichos filmes que llegaron a cautivarlo.
“De niño lo veía y lo apreciaba, me cautivaba de una forma muy particular y me causaba una serie de preguntas que, con el paso de los años, fui descubriendo”, compartió.
Su educación básica la cursó en esta misma ciudad, siendo una etapa de su vida donde las artes estuvieron presentes pues se destacaba como orador tanto en el aula como en eventos escolares, en parte gracias a los maestros que lo acercaron a las letras.
Cuando llega el momento de elegir una carrera profesional al terminar la preparatoria, Pablo tiene en mente estudiar Antropología Social porque tenía la intención de conocer más su entorno y su sociedad y los fenómenos que se generan en ella, esto por su preocupación de contribuir positivamente.
Por diversas circunstancias se inclinó por una licenciatura en filosofía impartida en el Centro de Estudios Filosóficos Tomás de Aquino donde comenzó a comprender más sobre el pensamiento y la disciplina misma.
Durante este tiempo le hacen la invitación para ser parte de una gira de teatro infantil por varios municipios de Guanajuato en diferentes comunidades rurales donde no había infraestructura para teatros. Esta decisión fue conveniente para encontrar su amor por la actuación, su función social y creativa.
La pintura fue otra de las manifestaciones artísticas que se presentaron en su vida al colaborar en proyectos y modelar para otros artistas, así fue como conoció al pintor y escultor Gustavo Aceves a quien valora como uno de sus maestros principales.
“Considero que, a partir de trabajar con él, pude atar cabos en cuestiones profesionales; seguí pintando y después quise meterme a estudiar más de actuación”, comentó.
Posterior a participar en obras teatrales y cortometrajes, la experiencia que le dejó el haber tomado un taller intensivo con Damián Alcázar despertó en él un gran deseo de buscar oportunidades para actuar en cine.
Instalado en Ciudad de México, trabajó para alcanzar su meta hasta que llegó a un punto de deserción, particularmente en esa misma etapa le confirmaron varios trabajos para los que había hecho casting.
“Ya cuando tenía la maleta para regresarme me hablan en esa misma semana para decirme que me había quedado en un comercial, en una serie, en un corto; todo ese esfuerzo que hice fue dando frutos, fue muy alentador”, añadió.
A partir de ahí su carrera fue creciendo y tuvo oportunidad de trabajar a lado de personalidades como Humberto Zurita, José María de Tavira y Antonio Monroy por mencionar algunos.
A partir de este viernes se le podrá ver en Netflix en la temporada 3 de la serie Rosario Tijeras con el personaje de nombre Chamizo, además de que el estreno de una película, la filmación de dos cortometrajes y una exposición quedaron pendientes debido al confinamiento actual, momento del que se adueñó para escribir y trabajar en su obra visual como es la fotografía análoga, pintura y grabado.
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“La influencia que tuve en las artes fue de convivir con las personas dedicadas al arte, de ver sus formas de vida, fue de forma muy natural por medio de las relaciones personales”.
CIUDAD DONDE TUVO MAYOR CONTACTO CON LAS ARTES
San Miguel De Allende
¿QUÉ LO INSPIRAN PARA CREAR ARTE?
La anatomía humana, la abstracción en el sentido estético.
LO MÁS DIFÍCIL DE SER ACTOR
La concentración y la conciencia es lo más complicado de la actuación, cuenta que es muy fácil distraerse.
VIDEO MUSICAL DONDE PARTICIPA
“Para Siempre ... Tal Vez” del grupo Sin Bandera.
CONSEJO
“Aconsejo que sean honestos, no se rindan, vayan ubicando cuáles son sus puntos débiles para trabajarlos y así tener herramientas para enfrentar un mundo lleno de competencia”.