Una de las mujeres que marcó la historia de su país y el mundo fue la ex emperatriz consorte y actual emperatriz emérita de Japón, Michiko Shōda. Nació en una familia adinerada el 20 de octubre de 1934, pues su abuelo fue el fundador de una de las cadenas alimenticias más grandes de Japón, Nisshin Seifun Group.
El padre de Michiko tuvo éxito como presidente de la compañía brindándole así una educación de primer mundo pues estudió Inglés en la Universidad del Sagrado Corazón, una universidad privada para mujeres en Japón.
Uno de sus pasatiempos fue el tennis y formaba parte del club de miembros universitarios. Como historia de destino, en 1957, la ex emperatriz asistió a un torneo de tennis en el que conoció al futuro Emperador Akihito, ambos compitieron uno contra otro y en el tercer round del torneo, el príncipe fue derrotado por Michiko. Esto sorprendió y atrajo la atención del príncipe. La pareja pronto se enamoró.
Al siguiente año el príncipe habló con sus padres sobre su deseo de contraer nupcias con la plebeya. Sin embargo, se encontró con una gran oposición por parte de los miembros de la corte y de su madre, la emperatriz Kōjun, argumentando que la futura emperatriz de Japón debía de ser elegida por la familia real.
A pesar de esto el príncipe Akihito insistió en su decisión pues dijo que si no se casaba con Michiko, jamás se casaría. Con la confesión en la mesa, su padre, el emperador Hirohito aceptó su enlace nupcial, pero, por otra parte, el padre de Michiko sabía que su hija pasaría por momentos difíciles si se casaba con Akihito y se volvía parte de la realeza, así que se negó a la propuesta de matrimonio argumentando diferencia de status social y envió a su hija a Europa para alejarse de sus problemas. El príncipe al enterarse de esto, le escribió una carta a Michiko para expresar su sentir y sinceridad sobre el futuro que él preveía con ella, Michiko al leerla se conmovió y decidió regresar a Japón para casarse con el príncipe.
En 1958 se anunció su matrimonio, y más temprano que tarde, la ahora princesa se enfrentaría a la crítica de la Casa Real y la prensa. Durante una entrevista con medios de comunicación utilizó un par de guantes que no le llegaban a cubrir sus codos y todos la señalaron por no seguir las reglas de vestimenta de la realeza pero, en realidad, esos guantes habían sido regalo de su suegra, la emperatriz Kōjun.
Al ser el primer miembro real proveniente de la sociedad, fue muy querida por los japoneses y se convirtió, sobre todo para las mujeres, en un ícono de estilo. Para la alegría de la mayoría, la boda real fue transmitida por TV en 1959 y a la que asistieron cerca de 500 mis asistentes.
Un año después de su matrimonio, su primer hijo llegó y en ese momento Michiko rompió varias reglas reales, pues decidió educar y amamantar a su bebé, hechos que fueron fuertemente criticados. El príncipe, incluso, construyó una cocina para que ella misma pudiera crear platillos. La pareja estaba increíblemente feliz por su bebé, pero no toda la familia real se sentía así, pues se creía que la emperatriz Kōjun sentía celos, ella pudo concebir un varón hasta después de nueve años de matrimonio, incluso llegó a ignorar a Michiko en público durante los eventos reales.
En 1963, la princesa sufrió un aborto y tuvo un gran conflicto con el emperador a causas de religión, pues Michiko aparte de ser plebeya era católica. A causa del estrés y fatiga, la princesa tuvo un quiebre nervioso que la llevó, literalmente, a dejar de hablar por meses.
En 1989, el emperador Hirohito murió, heredando el trono a su hijo Akihito y a Michiko. Sin embargo, la ex emperatriz Kōjun, aún estaba a cargo de varias labores y continuaba presionando a Michiko en muchos aspectos.
Los emperadores Michiko y Akihito, asistieron a muchos eventos culturales, religiosos, políticos y sociales juntos, disfrutaban viajar a diferentes países y acercarse a la gente. Aunque fueron criticados por el hecho de que siempre se encontraban de viaje. En 1993 a la edad de 59 años, la emperatriz Michiko se desmayó y, como en alguna vez le ocurrió, volvió a perder el habla por meses.
En 2019 el emperador Aikihito heredó su trono a su primer hijo, dándole a sus padres el descanso que necesitaban después de una larga trayectoria en la realeza. Hoy la ex emperatriz es un símbolo de tradición japonesa.