No estamos en una época donde ver a una mujer en traje puede causar revuelo. Sin embargo, el día de ayer, se dio a conocer el nuevo retrato de Melania Trump y vaya que ha dividido opiniones, especialmente en redes sociales.
La foto, en blanco y negro, fue tomada en la Casa Blanca un día después de que su marido jurara como presidente y la muestra con un traje oscuro y una camisa blanca mientras apoya las manos sobre una mesa reflectante en la Sala Oval Amarilla. Pero, ¿qué significado tiene?
Significado del retrato de Melania Trump
El retrato fue tomado por Régine Mahaux, una fotógrafa de Bélgica que ha estado tomando fotos de la familia Trump durante más de 20 años. De hecho, ella también fotografió el retrato oficial de Melania Trump en 2017, para el primer mandato de Trump en el cargo.
De acuerdo a los expertos, hay varios detalles interesantes de este retrato. Para empezar, su pose, con las puntas de los dedos firmemente apoyadas sobre una mesa notablemente reflectante, parece comunicar una disposición a "ponerse manos a la obra" y actuar desde la plataforma que se le otorga.
Con la ayuda de una fotógrafa que ya conoce, la Primera Dama pudo transmitir seguridad, serenidad y elegancia, especialmente porque el retrato se encuentra en blanco y negro.
Parece dispuesta a ejercer más poder del que parecía más bien reticente a aceptar en su primera estancia en la Casa Blanca. Y, sin embargo, se ha posicionado firmemente detrás de esa mesa ultra brillante, manteniendo un pequeño límite entre ella y el espectador. Manteniéndose un poco misteriosa, enigmática e inescrutable.
¿Es un retrato común para una Primera Dama?
Desde el traje hasta la postura, el nuevo retrato parece cuidadosamente orquestado para exudar una especie de poder que parece estar en desacuerdo con el papel tradicional de la primera dama de suavizar una presidencia a los ojos del público y hacerla sentir más humana.
A diferencia del conjunto de inflexiones militares que lució la primera dama el día de la investidura, este es un look que parece más alineado con el poder corporativo. Y esto tiene sentido, ya que se ha informado de que la primera dama se ha estado "preparando intensamente" para la Casa Blanca esta vez.
Durante la primera presidencia de Trump, Melania estuvo en gran parte en silencio. Esta vez, sus apariciones han dado a entender que va a ser una segunda candidatura más intencional.
Y ya no está el enfoque suave, la media sonrisa y los labios entreabiertos de su retrato oficial de la última vez que estuvo en la Casa Blanca. También ha desaparecido el color: esta vez el retrato es en blanco y negro.
Se puede leer mucho en sus ojos. El mero hecho de que miren tan directamente a la cámara (y al espectador a su vez), en contraste con el día de la investidura, cuando optó por un sombrero de ala ancha que le cubría los ojos, resulta digno de mención.
Pero si bien el contacto visual puede ser una señal de accesibilidad, aquí no se lee así. Si bien las primeras damas anteriores, como Michelle Obama y Jill Biden, hicieron de la accesibilidad su marca registrada, en su retrato oficial, Melania sigue siendo enigmática.
¿Lo imaginas?