Cuando nos reunimos, trato de tranquilizar a la sobrina del presidente que debe dejar de ser tímida. Sin embargo, aquí ella está moviendo frenéticamente cestas de ropa fuera de mi campo de visión. Tuvo que retirarse a su habitación porque PBS envió dos cámaras para facilitar las entrevistas desde su sala. “Siento mucho el desastre”, dice.
Mary Trump, que tiene 55 años y es gay !la primera persona de su familia en salir del clóset! se ve bastante cómoda en su aparente caos, vestida con una camisa rosa suave semi abotonada. Desde que publicó su libro de memorias el mes pasado sobre cómo fue crecer en la familia Trump, su vida se puso de cabeza.
El libro Too Much and Never Enough: How My Family Created the World’s Most Dangerous Man (Demasiado y nunca sufciente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo) es el éxito editorial de no ficción del año.
Ella describe el hogar en el que creció el presidente número 45 de Estados Unidos como una especie de bleak house (casa desolada) de la actualidad: pocas familias pueden ser tan codiciosas como ella describe a los Trump. Su tío ha descartado el libro como una noticia falsa, lo que casi con certeza ayudó a las ventas.
Después de devorar sus memorias de una sentada !es una lectura vívida y horriblemente convincente! me queda una pregunta primordial. ¿Cómo surgió de su familia de la manera en la que lo hizo? Como psicóloga clínica bibliófila, parece no tener rasgos que coincidan con los de su tío.
“No tengo palomitas en las casillas que me pongan en la familia, lo cual es excelente”, declara. Le pregunto si le gusta el golf, pensando en el pasatiempo favorito del presidente. “Odio el golf y pienso en lo que podríamos hacer con toda esa tierra”, dice.
¿Qué tal el vino, sugiero, con el abstemio de su tío en mente? “Aprecio las cosas buenas con moderación y de una manera que ninguno de ellos pudo jamás”, dice. Fue el amor por los libros lo que la distinguió cuando era pequeña.
Como hija de Fred Trump Jr., el hermano mayor del presidente, que fue excluido del linaje por la cabeza de la familia, Fred Trump padre, Mary se crió en Queens, Nueva York, en una zona más pobre que la del resto de la familia. Fred Jr. brilló brevemente como piloto de aerolínea.
Esta hazaña no impresionó a su padre, quien lo comparó con ser un “chofer de autobús en el cielo”. Rechazado y con burlas por parte de su familia, Fred Jr. perdió la confanza en sí mismo y regresó, con el rabo entre las piernas, al negocio inmobiliario familiar. Se aficionó a la botella cada vez más. Después de un intento fallido de establecer un negocio de pesca en Florida, pasó el resto de sus días trabajando en equipos de mantenimiento de la Organización Trump.
La noche que murió, ningún miembro de la familia lo visitó en el hospital. Su hermano Donald, quien siempre fue tratado como el heredero aparente, aunque era casi ocho años menor, estaba en el cine. Mary creció en lo que ella describe como un “departamento de porquería de Trump”, en los sórdidos proyectos de vivienda de Jamaica, Queens. Eso le dio una base de la realidad.
Ella iba en metro a la escuela. Y devoraba literatura. “Empecé a leer cuando tenía tres años y medio”, dice Trump. “Mis horizontes ya eran más amplios que los de cualquier otro miembro de la familia simplemente en virtud de eso”.
Pregunto qué recuerda de su padre. Aunque Trump comenzó nuestra conversación de manera vacilante (otra característica desconocida), empieza a hablar con una fluidez cada vez mayor. Lleva mucho tiempo esperando para contar esta historia. “Para cuando yo nací, el hombre que había sido mi padre !el tipo que tenía este círculo increíble de amigos, que era tan inteligente! ya no existía”, responde.
“Peor aún, porque crecí viendo cómo lo trataban con el paso del tiempo !y él no era el mejor padre porque era un alcohólico que vivía de manera tan mermada, mientras que Donald caminaba como si estuviera dirigiendo el mundo, como si (su éxito) fuera por esfuerzo propio!, me creí el argumento familiar. Yo tampoco respetaba a mi padre”.
Digo que la línea más conmovedora de su libro ocurre a finales de 1999, cuando le marcó por teléfono a su abuela Mary Anne Trump !la madre escocesa de su padre y Donald Trump! para hablar sobre la exclusión de la herencia de Fred padre.
Debido a que eran los hijos de Fred Jr., quien había muerto muchos años antes, un semirrecluido de 42 años, Mary y su hermano quedaron casi totalmente excluidos. Mary pensaba que su abuela !de quien ella creía cercana! se compadecería. “¿Sabes lo que valía tu padre?”, le preguntó Mary Anne a su nieta. “Un puñado de nada”. Luego colgó.
Esa fue la última vez que hablaron. Eso debe haber dolido, digo. “Más que cualquier otra cosa, puso las cosas en perspectiva”, afrma Trump. “No solamente fui desheredada monetariamente, signifcaba que no me amaban, ni me reconocían ni tampoco me respetaban, y todas esas cosas también se aplicaban a mi papá”.
Gran parte de su libro es un relato de cómo el presidente de Estados Unidos se convirtió en el hombre que es actualmente después de haber sido testigo de la aplastante humillación a la que fue sometido su hermano mayor, un poco soñador y de corazón blando.
La lección que aprendió Donald Trump del trato que recibió su hermano fue la de ser despiadado, cruel y eliminar todo rastro de empatía, dice. Los ganadores deben amputar sus corazones.
Esa era la forma en la que Donald podía ganarse la atención de su padre. ¿Qué habría pensado si alguien le hubiera dicho que algún día sería presidente de Estados Unidos? Ella ríe. “Oh Dios. Hubiera pensado que accidentalmente había tomado ácido, un mal viaje”. No fue sino hasta que tenía veintitantos años, cuando aceptó brevemente escribir como autor fantasma un libro de Trump, que tomó la medida completa de la naturaleza de su tío. “No entendía que él no había hecho nada”, dice.
Como era su sobrina, no sabía hasta entonces lo horrible que era con las mujeres. Era realmente fácil no saber algunas de las cosas horribles con las que se estaba saliendo con la suya”. Después de graduarse, ella y su hermano fueron desheredados, lo que la impulsó a buscar una actividad con más gratifcación económica que la literatura. “No es una gran historia y no tiene nada que ver con querer entender a mi familia”, dice.
Trabajó en un “hospital psiquiátrico estatal” durante muchos años, pero finalmente renunció para convertirse en life coach, porque el trabajo se había vuelto muy estresante. Luego se dedicó a la mercadotecnia en internet. Ahora planea ser escritora de tiempo completo.
Ya escribió la mayor parte de su siguiente libro. “Este es lo que siempre quise escribir”, dice. “Es sobre mi padre”. Le recuerdo a Mary que la misma mañana de nuestro almuerzo, su tío refexionó en Twitter sobre posponer las elecciones de noviembre. ¿Hay algo que Donald Trump no haría para mantenerse en el poder, en su opinión? “No”, responde. “Lo único que le importa es salvar su pellejo. Es el tipo de hombre que, si siente que está cayendo, nos llevará a todos con él”. ¿Crees que tu tío se gusta a sí mismo?, le pregunto. Había ciertos pasajes en su libro en los que sentí lástima por la versión más joven de su tío.
¿Qué piensas que ve cuando se mira en el espejo? “Siempre he tenido la idea de que lo que Donald ve cuando se mira en el espejo es a alguien que se parece a Adonis”, dice. “Pero detrás de ese refejo, se ve a sí mismo como un niño pequeño parado junto a mi abuelo”.
Le pregunto si alguna vez volverá a ver a su tío. La familia intentó prohibir su libro, alegando que violó un acuerdo de confdencialidad que frmó para resolver una demanda después de que quedó desheredada. La última vez que Mary vio a su tío fue en una reunión familiar en la Casa Blanca poco después de que asumió el cargo.
Cuando se publicó su libro, Donald Trump tuiteó que su “sobrina rara vez vista” era un “desastre” que “sabe poco sobre mí”. ¿Se volverán a ver alguna vez? “No”, responde. Se siente una nota lúgubre sobre la que hay que terminar.
Me llama la atención que es probable que ahora toda la vida de Mary esté definida por este misil literario. Señalo que no muchas personas pueden decir que sobrevivieron a los Trump. Ella ríe. “Alguien comparó una vez a los Trump con los Borgia (la corrupta familia hispanoaragonesa que capturó el Vaticano)”, dice. “Pero al menos los Borgia apoyaban las artes”.
yvr