Los estándares de belleza son tan omnipresentes. Los vemos diario en la tele, el cine, los anuncios impresos y digitales, las redes sociales y en nuestra propia casa que vamos por la vida asumiendo lo que nuestro entorno y cultura dice que es hermoso: lo que es simétrico, delgado, delicado, joven, lo que es de cierto color y estatura e incluso lo tranquilo y callado.
Pero darnos cuenta que la belleza ha significado distintas cosas a lo largo de la historia nos hace darnos cuenta que esos estándares no son una verdad absoluta, sino simplemente una idea cambiante de lo que puede ser.
Ver a la belleza así, a través de la historia, nos hace darnos cuenta también de su subjetividad, de las miles de maneras de definirla y de la diversidad que existe en ella.
Tan solo el recordar que el asociar la belleza con lo delgado comenzó en la década de 1960 con el movimiento hippie nos da una idea de qué tan reciente está la idea de la bello asociado con este tipo de cuerpo. Y eso por mencionar solo un ejemplo de la decena de ideas que pensamos que son intrínsecas de lo que valoramos como hermoso.
Existen muchas nociones más que Martha Cristiana quiere cuestionar y cambiar como nuestra idea de la belleza. Cuando fue anunciada como directora de Miss Universo México, la modelo buscó precisamente eso en el concurso, pero se topó con otra realidad.
“Lo más importante para mí en el concurso era el tema de la inclusión, la conversación sobre esta está teniendo un cambio muy importante en donde nos tenemos que apropiar de una narrativa que sea de más amor, integración y empatía por los tiempos que está viviendo el mundo. No es un tema de percepción personal, es un tema global”, me dice.
No logró el tema de la inclusión de las mujeres trans en el concurso, hasta su renuncia hace menos de un mes, pero sí la inclusión en cuanto a la edad. Por primera vez en su historia, el concurso tiene a dos mujeres de 40 años, Zyanya Barceló y Ariadna Muro, cuando la edad máxima para entrar era de 25 años.
“Todo el debate y la controversia que hubo llevó a que hubiera un cambio. Entonces tú me vas a decir si funciona alzar la voz o no. Entiendo perfectamente a la gente que le gusta quedarse callada, que no le gusta entrar en controversia y que la critiquen, pero yo no nací para eso”, me confiesa segura quien en 1986 fuera Miss Puebla.
Cuando regresas a los concursos de misses, ahora como directora, ¿cambió en algo el concepto de la belleza?
No cambió absolutamente nada. Mi experiencia con los concursos de belleza fue una que me dejó muy enriquecida en términos culturales porque tuve la oportunidad de viajar. Pero, en términos de lo que es la construcción de la belleza, me dejó conceptos muy pobres, me dejó bastante raquítica la autoestima y me hizo cuestionarme qué es finalmente la belleza.
Viví muchos años de la belleza y me di cuenta que esta se construye de una manera que es subjetiva y que tiene que ver con cánones, con dictámenes culturales, incluso con la religión y con los complejos personales propios. La belleza se sujeta a cosas que se salen completamente de nuestro control. ¿Y cómo podemos expresar lo que es bello? Con la vista, con el oído y con el espíritu. El que sea solo una cuestión de la vista es extremadamente limitado. La belleza tiene que ser integral, definitivamente y, sino es integral, no es revolucionaria.
¿Porqué tiene que ser revolucionaria?
Porque tenemos que vivir en un mundo de revoluciones constantes para que haya progreso e innovación, para que evolucionemos como humanos y para que nuestros propios maestros se superen a sí mismos. Los fantasmas, los monstruos y la fealdad de espíritu que poseemos son por creencias que nos heredaron personas limitadas, sin visión, sin haber inventado nada.
¿Cuál sería tu certamen de belleza ideal?
Seré franca… lo ideal es que desaparezcan estos concursos porque la belleza es subjetiva. Que un grupo de 12 personas decidan quién es la más bella entre 32 mujeres que ven tres veces caminando en traje de baño bajo una presión tremenda me parece ventajista. Además de que es poco favorecedor ver a las mujeres bajo esa luz… tenemos muchísimas cosas que ofrecer más allá de nuestra belleza física.
Creo que más bien tendría que ser algo en donde tengamos embajadoras y fijarnos en mujeres que estén en nivel doctoral, por ejemplo, o mujeres como Angela Merkel que han salvado una economía entera. Entiendo que hay muchísima gente a la que le fascinan estos concursos de belleza y por ellos está bien que existan. Todos tenemos derecho a nuestros gustos.
¿Llegaste a esa conclusión al dirigir Miss Universo?
Ahora que estuve tras bambalinas, vi cómo se manejan las cosas y no me gustó la falta de respeto a las participantes, la manera en la que se les piden las cosas… Creo que venimos de más conciencia.
Al haber estado tantos años en el mundo del modelaje he visto a modelos que fueron exprimidas por el sistema, abusadas continuamente en términos legales porque en ocasiones no hay nada regulado ni legislado. Me tocó varias veces ver a alguna modelo amiga mía que le decían “estás hecha una vaca” y que no la iban a poder contratar para un desfile. Si me lo hubieran hecho, me rompen la madre y no puedo pagar la renta, porque no toda la vida he estado en una situación privilegiada.
Pero, sí lograste un cambio…
Estoy muy contenta de lograr que se incluyera a Zyanya Barceló, que tiene 40 años. A la otra chica no la elegí yo, pero la incluyeron. Para mí era increíble que pudiéramos romper aunque sea con una de las reglas arcaicas que han estado desde el principio en los concursos de belleza, que es el que si no hay juventud, no hay belleza. ¿Cómo? ¿Vamos a tirar a la basura a tantas mujeres tan bellas por su edad? Imposible. Tenemos que replantear qué es la belleza. La juventud no tiene ningún valor real porque no te la ganaste. Todos vamos a pasar por la juventud, sin embargo, no todos vamos a pasar por cumplir tantos años. Ahora, no logré lo de la inclusión LGTBIQ+, pero por lo menos la conversación ya está en la mesa. No es que una mujer trans no sea mujer porque no tiene ovarios. Los genitales no nos definen. Hoy en día ya no queda ponerle etiquetas a los seres humanos.
Para mí incluir significa amar. Extenderle la mano a la comunidad, que ha sido siempre sido tan sobajada, tan afectada por estos estereotipos y por estas infraestructuras de pensamiento que no sabemos ni siquiera de dónde vienen. Es una narrativa súper arcaica excluir a seres humanos de cualquier faceta, de cualquier expresión. Habla pésimo de nosotros como sociedad y como seres humanos.
Te conozco y nunca has temido decir lo que piensas…
Me hubiera parecido sumamente cobarde y poco honorable de mi parte no vocalizarlo. Soy un agente de cambio y me queda clarísimo que para eso nací. Desde ahí escribo, pinto, actúo, escribo poemas, dirijo cortometrajes y produzco. Siempre he sido una persona que le gusta abrir la conversación.
Lo más bello que puede haber en el mundo es la libertad y el amor. Ese es el mensaje que quiero dejar en este mundo, en especial para mis hijos y mis nietos. Dejemos que cada quien se conciba y viva su vida como se le pegue la regalada gana, sin querer de destruir a alguien y montar en cólera porque se atreve a ser libre.
Déjalos ser y déjate ser. Si te molesta mucho la libertad de alguien, observa porqué. Tenemos que acostumbrarnos a ser autocríticos. ¿Porqué te molesta tanto que haya una persona trans, que se perciba como mujer o como hombre? ¿Por qué tienes miedo? Esa es la pregunta que a mí me gustaría dejar en el aire. Es la más importante.
Fotos: Eduardo Ramos
Styling: Salvador Cisneros
MUA: Alexis Rodríguez
Producción: Luis Wolosky y Make It