Tenemos una relación tan rara con la edad como sociedad... Mientras celebramos cumpleaños cada año y la edad nos va trayendo experiencia, madurez, estabilidad y muchas otras cosas más, evitar echar la mirada al espejo, sentir nostalgia y, algunas veces, hasta omitir los años, se va volviendo también parte del ritual.
Cumplir años es natural y, por lo tanto, bueno. Es también lo más profundo que logramos en la vida. Es un evento intrínseco de vivir que tenemos que normalizar a pesar de tanto estereotipo en contra, en especial para las mujeres, y representar la edad como una positiva declaración de poder.
Así es como se ven y se sienten los 50 de Martha Cristiana, cumplidos este año. Podría pensarse que, para una modelo, gritar sus cinco décadas en portada equivaldría a un no rotundo (porque sí los recibí de otras artistas para el especial), pero ella lo consideró la excusa perfecta para ponerse un body y celebrarlos.
Para Martha Cristiana, benditos los 50 y los años que vengan.
“Pasé por una etapa por los 30 en la que me preocupaba mucho la vejez, porque me había lanzado tarde a la actuación y ya se terminaba una etapa del modelaje en la que me sentía muy cómoda. Pero ese cambio fue más un darme cuenta de que no es una competencia por el físico, sino una por pulir mis herramientas y habilidades. Eso me dio muchos grados de libertad y entendí que puedo seguir haciendo lo que quiera, aunque envejezca”, confesó.
Y es que no nos detenemos a reflexionar en lo anticuado y patriarcal que es pensar que una mujer deba dejar de ser divertida, aventurera, emprendedora o sexy después de equis edad. Es simplemente ridículo. Ahí están Andie MacDowell y Jodie Foster luciendo sus canas en Cannes este año. Mujeres que no piensan que van a desaparecer en las sombras de la irrelevancia porque se “atrevieron” a lucir su pelo al natural solo porque les dio la gana.
“Tenemos esta cultura equivocada y misógina de pensar que el macho tiene derecho a un culazo de 25 años que esté dura y tenga todo en su lugar. Y él no importa, él puede estar reventado, horrendo, ser maltratador, etc., pero ellos tienen derecho. Esto ya es diferente porque ha cambiado la narrativa de todas las historias que vemos, así como la ley de la oferta y la demanda. Las mujeres ya no nos conformamos con tener un bulto al lado; además, ya no los necesitamos. Somos autosuficientes y si estamos con alguien es porque queremos. Ya no nos quedamos en relaciones tóxicas, porque agarramos nuestros calzones y nuestros pesos y nos largamos no matter what”, dice.
Martha Cristiana no piensa con un enfoque hacia el envejecimiento, al menos ya no. Piensa ahora con un enfoque hacia la vida. No hace nada diferente de lo que solía hacer, en términos de que no se limita y sigue adelante, creativa y trabajando.
Justo acaba de terminar de grabar con Naian Norvind la serie Ámsterdam, para HBO, para la cual vivió dos meses en Uruguay, y que se estrenará tentativamente a finales de año. Además, por fin concretó su sueño de lanzar su propia marca de skincare, Momo, y desarrolló un complejo residencial con villas llamado Mazul, en Puerto Escondido, Oaxaca.
“Cada vez hay más mujeres que están con hombres jóvenes y viceversa... ya no hay reglas, ya no hay una norma. El amor y la atracción son los hilos conductores, una mente inagotable es lo que te une con una persona o no. Ya no tiene que ver con la edad. La retórica ha mutado exponencialmente, me ha tocado que cuando alguien realmente me quiere dar una insultada bárbara, me dice: ‘Usted señora o vieja’ y yo digo ‘A mucha honra. Tu única cualidad es que eres joven, eso se acaba en cinco segundos y ¿que vas a hacer? Tengo 50, cuatro hijos, soy abuela, tengo dos empresas, dos carreras y me doy el lujo de pintar, de escribir poesía y de actuar y ¿tu peor insulto es decirme vieja?”, cuenta, aunque al verla pienso que “vieja” es lo último que pensaría de ella.
Pasé por una etapa por los 30 en la que me preocupaba mucho la vejez... Pero ese cambio fue más un darme cuenta de que no es una competencia por el físico...
Podría presentar estudios, estadísticas o incluso testimonios de cómo las mujeres experimentan un doble golpe al envejecer, al enfrentar ageism, o lo que es discriminación por la edad. Pero no se necesitan para saber que existe una percepción equivocada de que el envejecimiento mejora a los hombres y devalúa a las mujeres.
La idea castigadora y perdedora de la eterna juventud se celebra como un ideal y se venera. Tampoco necesitamos los cientos de artículos y estudios de cómo la billonaria industria de la belleza apuesta por ello para darnos cuenta. La vergüenza y el miedo crean mercados.
“Los 50 es una etapa que hay que aprovechar para conocernos mejor, para querernos más. Vivimos en una constante persecución de cosas que luego ni siquiera son ideas nuestras, son herencias de voces que ha habido en nuestras vidas. Son postulados que quizás hicimos cuando éramos jóvenes. Es la edad del resurgimiento de la valentía, del temperamento, del reconocimiento a nosotras mismas por el camino recorrido. Es importante hacer una pausa legítima en la que podamos hacer una introspección honesta y digamos: ‘Esta soy yo y ya no importa lo que opine nadie’. Es una etapa extraordinaria para decir: ‘Esta es la verdadera adolescencia, esta es la verdadera vida de individuo que voy a gozar’. Porque todavía el cuerpo está al cien, todavía no se está en la decrepitud y ya se tiene un nido vacío, pero para llenarlo de otras cosas. Siempre hemos visto la vida en términos de pérdida y de ciclos que se cierran en lugar de verla como un nuevo comienzo. Yo, que he pasado por dos divorcios, cuatro hijos y me he enamorado dos veces en mi vida profundamente, puedo decir que es la adolescencia más dulce y amorosa, es el momento de darte todo lo que quieras”, agrega.
La longevidad es un sello fundamental del progreso humano. Ahora vivimos más tiempo que nunca. El ageism se alimenta de la negación, al igual que lo hace el racismo y el sexismo. Rechacemos el miedo y celebremos la evolución.