Marina de Tavira es una de las actrices mexicanas más apasionadas que puede haber en México. En entrevista, nos comparte por qué protagoniza uno de sus personajes favoritos en esta nueva obra que dirige Diego del Río.
“Me siento viviendo un proceso teatral colectivo profundamente gozoso. Un tranvía llamado deseo es una historia que, aunque pasen los años, y se haga en teatro y cine, nos sigue cautivando y nos sigue moviendo tantas fibras.
La obra tiene uno de los personajes femeninos más complejos y difíciles de ver, porque no tiene solo una cara y no es una historia que quiera dar clases de algo.
Tennessee Williams (el autor) no es un moralista, sino todo lo contrario, nos plantea un texto que tiene que ver con la sexualidad, pero sobre todo, con cómo se vive la sexualidad desde distintos puntos de vista y como la sociedad la juzga.
La obra siga vigente porque son temas que no hemos trascendido. No necesitamos cambiar las palabras ni la fecha del libro, tampoco hacemos un montaje antropológico que quiera hablar del nuevo Orleans de 1948 ni decimos que estamos en 2024.
La obra es lo suficientemente poderosa como para no necesitar ningún cambio. El texto se ha respetado tal cual pero, su montaje, no sé cómo describirlo… Está lleno de imaginación. Ahí se rompen todos los esquemas. Esta es la obra cumbre del realismo norteamericano y, sin embargo, Diego del Río (el director) está siendo capaz de romper las fronteras de ese realismo.
Pienso mucho en cuando Blanche DuBois (la protagonista) habla de lo que se le ha exigido a las mujeres en términos de cómo manejar su sexualidad. A los hombres se les perdona casi todo.
A ella se le avientan todas las piedras, como si fuera una prostituta, y nadie juzga a los hombres de esa manera. Me gusta hablar de eso porque es algo que me ha torturado con los años y me parece importante de trascender.
Creo que las generaciones de ahora lo están viviendo distinto, pero aún así hay que seguirlo diciendo”, nos compartió la actriz de esta adaptación que estará hasta el 1 de septiembre.
Q&A con Marina de Tavira
¿Has vivido en carne propia lo de tu personaje?
“Creo que a cualquier chica de mi generación le tocó vivir eso. Cuando estaba en la prepa, ibas a una fiesta y le dabas un beso a un chico, al día siguiente él era un ganador y tú eras una ‘ponle la palabra que tú quieres’. Y así podemos contar muchas más anécdotas de ese tipo. Está eso y otra parte de la sexualidad, que es la homosexualidad de Tennessee Williams, un dramaturgo que se reconocía gay y que se dio la oportunidad de vivirlo. Hemos avanzado muchísimo eso, pero todavía seguimos oyendo comentarios machistas y homofóbicos por doquier. No lo hemos superado por completo. Nos falta tanto para evolucionar… sigue habiendo feminicidios, siguen matando mujeres trans, sigue habiendo crímenes de odio por la preferencia sexual.
¿Qué te deja este proyecto?
Me siento muy afortunada. A la Marina que de chica empezaba a estudiar teatro, le diría al oído que un día actuará a Blanche. Mis ensayos empiezan a las 11:00 a.m. y yo pongo el despertador a las 6:30 para memorizar los textos, para interiorizarlos. Estoy en ello todo el tiempo y hace mucho que no me pasaba que un personaje me robara el alma así.
¿Cómo ha sido trabajar con Diego del Río?
Increíble, extraordinario. Ya me quiero quedar con este director, es maravilloso. No para su mente… sueña con la obra. Llega y nos cuenta que ya sabe cómo es el trazo de una escena porque la soñó. Y va llevándote y no te deja pararte y decir que no. No hay tregua con él para decir que no se puede. Con él es acción.
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