¿Qué si la vida que hemos vivido no es real? Al menos no enteramente… esta es la premisa de Tríada, la nueva serie que protagoniza Maite Perroni. En ella vemos no a uno, sino a tres personajes interpretados por ella, gemelas idénticas separadas al nacer, que descubren por un suceso que viven una mentira y el cual las embarca en un viaje de autodescubrimiento lleno de suspenso.
Ese viaje de autodescubrimiento fue real. La serie ficcionaliza la historia de Eddy Galland, David Kellman y Robert Shafran, tres gemelos idénticos que como adultos se reencontraron en 1980 y comenzaron a indagar por qué no sabían de sus respectivas existencias. Poco a poco descubrieron que, además de haber sido adoptados en Nueva York, formaron parte de un experimento social que el doctor Peter Neubauer realizó en un intento por comprender el eterno debate de si lo que nos define es la genética o la crianza.
A los gemelos se les colocó en tres familias distintas que, aunque tenían ciertas similitudes, una era de clase alta, otra de clase media y la tercera de clase baja, para estudiarlos a lo largo de su infancia mediante mentiras de que los estudios y entrevistas realizados eran para comprender el desarrollo de los niños adoptados.
“Es darte cuenta de que tu realidad no lo es, que lo que has vivido toda tu vida no es tu verdadera historia, que hay dos personas más en este mundo que son idénticas a ti y el reto que implica replantearte, redescubrirte y encontrarte”, me dice Maite en entrevista.
Por si esto fuera poco, además de estos tres hermanos idénticos, la agencia ayudó a colocar al menos a ocho pares de gemelos más como parte del mismo estudio, varios de los cuales también salieron a la luz y tres personas (incluida Eddy Galland) se suicidaron posteriormente y muchos de ellos sufrieron problemas mentales. Los hallazgos de este estudio fueron sellados por su propio autor en la biblioteca de la Universidad de Yale hasta 2065.
“En mi proceso como actriz he ido tomando decisiones que me permiten crecer, que me van sumando y moviendo. Me atrevo a decir que, sin duda, esto ha sido lo más retador para mí, porque se multiplicó… ya no solo fue un personaje, sino tres y cada uno con muchas complejidades”, agrega Maite.
¿Qué significó por primera vez interpretar a tres personajes en una misma historia?
Híjole… una gran oportunidad. Un proyecto que desde que llegó no dudé en hacer, pues me pareció un reto y una necesidad. Es como cuando tienes la oportunidad de hacer algo que te mueve de lugar, te hace aprender, te confronta y, la verdad, fue un proceso de mucho tiempo, pero también fue muy gratificante. Al final, me quedo con la satisfacción de haberlo dado todo.
¿Qué te hizo confrontar esto?
El haber podido personificar a estas tres mujeres tan complejas, con historias de vida totalmente distintas, pero que a la vez tienen un punto de encuentro muy doloroso y fuerte. El haber vivido esa emoción desde el lugar de cada una, siendo mujeres tan complejas, implicó en mí un trabajo emocional muy confrontante, porque era ir de una emoción a otra y de una realidad a otra para poder darles vida.
Fue un tipo de exigencia actoral nueva en tu carrera… ¿significa un parteaguas para ti como actriz?
Me llevó a otro lugar conmigo misma en mi exigencia, en mi necesidad de lograrlo, en mi aprendizaje y mi trabajo de cada segundo de esas emociones tan vulnerables que se tocaban y que se trabajaron por tantos meses. El proceso que viví como actriz, y también a nivel personal, por el mismo compromiso que implicaba este proyecto, sí supone un parteaguas en mi vida y un reto muy grande.
Me llevó también a redescubrirme... fue un proceso desde adentro del alma. Cada una representaba algo diferente y me implicaba una búsqueda distinta, entonces con las tres conecté y tuve que empatizar y encontrar ese rumbo para poder defenderlas y contar su historia. Fue un proyecto que, además, se filmó en un 90 por ciento de noche, así que los llamados eran de 2 de la tarde a 5 de la mañana, por ejemplo. Entonces fue también un proceso físico nada fácil, pues tu cuerpo se tiene que adaptar a vivir de noche. Pero son estas las situaciones que te fortalecen y te enseñan. Fue una guerra diaria, pero es parte de lo que también nos mantiene vivos.
Sí, me llevo cosas distintas, pero también algo en común en el hecho de que no importan las circunstancias, las tres son mujeres que no se detienen, que luchan y que siguen adelante a pesar de sus diferencias. Esa característica en común hace que se pueda contar la historia y que veamos cómo esa fuerza es una herramienta necesaria en la vida.
Quienes te conocen bien siempre te describen como la más dulce y cariñosa. ¿Cómo fue conectar con esa fuerza en la serie?
Pues porque yo la tengo (ríe). Aunque se oiga fuerte, pero es real. Una cosa es cómo te comunicas y te relacionas con la gente, porque creo que no tiene uno por qué ir por el mundo tirando energía negativa.
Todos somos parte de lo mismo y qué mejor que fluir en esa armonía y a mí me gusta vivir así mi vida. Pero esa fuerza está... es algo que tengo clarísimo que existe en mi persona porque la vida me lo ha mostrado muchas veces y sé que es una de mis virtudes. La vida misma me ha enseñado lo fuerte que soy.
¿Cuál quieres que sea el mensaje?
Más allá de todo lo que implicó este reto como actriz, es haber puesto sobre la mesa un tema de conversación importante que es cuestionarnos como seres humanos. En Tríada se rompen límites y, a partir de eso, se origina la historia de estas tres mujeres que está inspirada en la de personas que, desde los sesenta se vieron expuestas a experimentos sociales, a estos juegos con la ciencia por necedades del mismo ser humano para probar algo.
Y, ante esto, darnos cuenta de qué tan válido es hacerlo porque estás violentando por completo los derechos individuales. Se nos olvida lo que representa lo que es un ser vivo independiente y autosuficiente… con su propia decisión y opinión. Tenemos una conversación extensa en este tema, además de entretener.
Fotografía: Sergio Valenzuela
Styling: Gerard Angulo
Asistente: Mary Lizbeth Pérez