La actriz Ludwika Paleta está cumpliendo 35 años de trayectoria profesional y lo celebra con el lanzamiento de la película Noche de bodas, proyecto que protagoniza junto a su amigo Osvaldo Benavides, quien, además, realizó el guion y con esta cinta se estrena como director.
“Hace 12 años lo empezó a escribir pensando en nosotros dos , pero no se había podido rodar porque los proyectos de cine son muy difíciles de levantar. Primero el guion pasó de mano en mano, luego Osvaldo decidió que la iba a escribir él, después que también la iba a dirigir, hasta que encontró el financiamiento y por fin la pudimos hacer... Podrán
imaginar que durante todos estos años pasaron miles de cosas, actores fueron y vinieron, pero aquí está el sueño de tanto tiempo por fin realizado”, nos cuenta Ludwika en entrevista.
Sobre la experiencia de ser dirigida por su compañero, a quien conoció en las grabaciones de la telenovela María la del barrio en 1995, Ludwika asegura que fue toda una revelación.
“Estoy más que feliz y muy honrada de poder acompañarlo en esta primera película que es totalmente suya. Lo noté muy enfocado, muy comprometido y vi a un Osvaldo que no conocía. Me dio mucho orgullo verlo tan claro, sabiendo lo que quería, y tan amoroso como siempre, pidiendo las cosas con mucho respeto... ¡Me encantó trabajar con él!”, comparte.
Y al recordar esa época, donde ambos compartieron foros siendo apenas un par de adolecentes, Ludwika reflexiona acerca del camino recorrido.
“Pienso en lo ingenua e insegura que era. A lo largo de los años, una de las cosas buenas que trae la edad, es justamente la certeza en las cosas que quieres hacer. Le das menos importancia a ciertas cosas, también te importa menos lo que diga la gente, y hoy celebro tener una seguridad y una solidez que antes no tenía... Estaba llena de sueños, pero los sigo teniendo. Creo que los sueños no se acaban, porque se cumplen y vienen otros, y esa es la magia de poder realizarlos, saber que sí se cumplen con trabajo y esfuerzo”, nos dice.
Mejor que antes
Es precisamente la seguridad que ha llegado con los años, la que ha convertido a Ludwika en lo que es hoy: una mujer que disfruta a plenitud de esta, la que considera su mejor etapa.
“Justo en la mañana llegué de viaje (actualmente vive entre Madrid y México) y, con el cambio de horario, vi que no es lo mismo tener 25 que 45... Aún así, no volvería a tener 25 años ni aunque me pagaran millones de dólares”, bromea.
“Porque hoy me cuido más y salir en la mañana a ver el amanecer, caminar, sentarme en el pasto a hacer las cosas que me gustan y, sobre todo, pensar en mí, no se paga con nada... Por las cosas que he construido, que sé que me ha- cen bien, hoy me siento mejor que antes. Gracias a que hace 10 años empecé a ponerle atención a mi salud física y mental, creo que he cambiado para bien, pues nunca me sentí tan a gusto como ahora. Se necesitó de mucho trabajo y esfuerzo a lo largo de estos años, pero sí podría decir que estoy en mi mejor momento”, agrega.
Esta nueva forma de ver la vida, la ha llevado también a tomar con más tranquilidad y sabiduría las críticas que de repente surgen en torno a ella.
“Siempre ha habido gente hablando de mí, ahora y antes de que existieran las redes sociales, y aunque las personas no te dicen las cosas a la cara, por suerte tengo muchísimos años trabajando ese músculo... Antes, cuando escribían cosas de mí en las revistas, sí me sacudía y me traumaba, porque me dolía y no lo entendía. Sin embargo, hoy me doy cuenta de que soy una persona a la que no conocen. Nadie está en mi cabeza y solo yo sé quién soy, por eso no me creo los juicios de afuera, sean buenos o malos... La realidad es que la gente reparte de lo que le sobra. Los comentarios feos, son de gente fea, los envidiosos hablan con envidia, y las palabras amorosas son de quienes sienten eso. Es más, generalmente, la gente que siente bonito ni siquiera comenta”, afirma.
Por eso Ludwika nunca entra en polémicas y prefiere cerrar bocas por su labor en pantalla.
“Sí, con trabajo y con el ejemplo, porque la verdad es que se podrán decir muchísimas cosas de mí, pero nadie me puede comprobar que yo haya hecho nada malo en mi vida. Simplemente soy una mujer que trabaja desde hace mucho tiempo y que he ganado lo que tengo por mi esfuerzo”, puntualizó.
Es por eso que no hace eco de los comentarios negativos. “Pienso que hay que aprender a ser más empáticos y a callarnos cuando no sabemos algo, dejar de opinar si no conocemos una situación y darle el beneficio de la duda a todo lo que escuchamos. La gente que trae toda una batalla interna, es la que se pone a criticar y a decir cómo debería ser tu vida y que está mal. Entonces, una vez que entiendes eso, no quiere decir que no te duela, pero realmente te das cuenta que tú no eres esa persona de la que están hablando. Yo me he dado cuenta de eso y, aunque llevo viviéndolo muchísimo tiempo, soy una mujer de 45 años que sabe perfectamente quién es y ha encontrado la manera de ser feliz”, comparte.
Compañero de vida
Gran parte de esa felicidad se debe a la familia que ha formado al lado de su esposo, Emiliano Salinas Occelli, con quien tiene dos hijos (los mellizos Bárbara y Sebastián) y está por cumplir 11 años de matrimonio.
“He tenido de todo, pero creo que, gracias a mis relaciones anteriores, es que en este mo- mento tengo una muy buena... Porque Emiliano no solo es mi mejor amigo, sino la persona que mejor me cae, mi mejor compañero de viaje y la persona que siempre me escucha. Antes no tenía eso y seguramente tuve que experimentar lo contrario, para aprender a valorar lo que tengo hoy”, confiesa.
Porque en esto de las relaciones todo se trata de prueba y error. “Antes sí tuve algunos años de permitir muchos abusos y épocas de hacer cosas en mis relaciones que no estaban bien, y que no quiero hacer hoy en día, pues entiendo que todo lo que tú haces, mereces que te lo hagan a ti también”, dice.
Y sobre su actual visión del matrimonio, Ludwika deja en claro que está muy feliz, aunque no volvería a casarse nunca más.
“Conozco pocas mujeres que no piensan en una gran boda. Todas soñamos con el vestido, el hombre ideal, un príncipe que te que te lleva al altar, con la casa, los hijos, la camioneta y el perro... Es un sueño que para muchas se cumple por un ratito, para otras nunca se cumple o simplemente sucede en otro momento. Pero, si yo no estuviera tan bien en mi relación y tuviera que encontrar a otra persona que no es mi marido actual, ya no me daría ilusión vestirme de novia a mis 40 y tantos”, asegura.
Por ahora sus prioridades han cambiado y desea dedicar más tiempo a la familia. “Estoy en un momento de mi vida donde lo que más quiero es paz, vivir tranquila y feliz. Tengo dos niños pequeñitos a los cuales estoy criando y dándoles educación. Emiliano y yo estamos enfocados en darles lo mejor que podemos para hacer seres humanos bonitos, conscientes y felices... El trabajo es importante, por supuesto, pero mi familia es mi prioridad número uno, pues nada disfruto más que leerles cuentos a mis hijos en las noches. Realmente estar ahí, platicar con ellos y ver sus caritas cuando les leo o escucharlos jugar, me hace entender que el tiempo se pasa tan rápido, que a veces olvidamos lo que verdaderamente importa”, concluyó.