Lucy Bueno y Mónica García de Moyeda promueven el arte del escultor Rodrigo Garagarza

PERSONAJES

Lucy Bueno y Mónica García de Moyeda se han encargado de promover artistas que deslumbran con sus obras, uno de ellos es Rodrigo, conoce su propuesta.

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Mónica García de Moyeda, Lucy Bueno y Rodrigo Garagarza / FOTO: CARLOS GÓMEZ-THINKPHOTO

En los últimos años, Lucy Bueno y Mónica García de Moyeda se han encargado de promover a artistas con propuestas que deslumbran con sus obras, uno de ellos es Rodrigo, a quien conocieron por amistades en común y al que describen como una persona con sensibilidad nata y talento extraordinario que refleja en cada una de sus piezas.

Del cartón a la Escultura Urbana

El arte fue algo que siempre llamó a Rodrigo y que desde muy pequeño sabía que formaría parte de su vida. Y aunque las figuras y esculturas lo seguían, se decidió por la arquitectura, graduándose en la Universidad Iberoamericana. “Desde que recuerdo, siempre me llamaron la atención las formas en general, los colores, las sombras que producían los objetos en diferentes lugares y cómo se iban adaptando las formas a las paredes y a el piso. La escultura ya de forma especial fue un poco más grande, a los 11 años empecé a verlas en libros, en exposiciones, la obra de Sebastián es una de las que recuerdo y que conquistó”, recordó.


Sus primeros recuerdos en el mundo del arte involucran al cartón como materia prima, muchas fueron las horas que Rodrigo pasó recortando cajas y dándole formas a las que se convertirían, sin querer, sus primeras esculturas. Su abuelo fue el que puso atención a ese talento y quien lo impulsó a transformar esas maquetas en verdaderas obras de arte. “Mi abuelo siempre estuvo detrás de mí, él un tiempo tuvo una galería de arte y trabajó de la mano de grandes artistas de su época; una de las experiencias que me marcó fue a mis 16 o17 años, me propuso que fuéramos con un herrero y que eligiera dos de mis maquetas para que las produjeran en gran formato. Recuerdo que me pidió que diariamente fuera a ver el proceso de producción y para mí fue una catarsis, ver cómo un diseño en cartón se convertía en una escultura. Esas dos obras se expusieron y vendieron, ese fue mi inicio en el mundo del arte”, explicó.

Esa pasión natural por las formas y figuras lo llevó a estudiar Arquitectura y años después a especializarse en escenografía. “La inspiración para crear mis obras viene precisamente de la arquitectura efímera; los tapiales, los andamios, las cimbras, toda esta arquitectura temporal que se utiliza en los edificios, estas formas que después van a ser permanentes. Pero también me baso en la naturaleza la geometría que hay en las flores y las plantas, las combinaciones de colores y sus estructuras”, dijo.

Rodrigo recordó que su primera exposición fue en la Galería Torre del Reloj, en Polanco, la cual incluyó piezas de más de cuatro metros, entre ellas un tótem hecho on pinzas para ropa y una paloma que colgó del techo del lugar elaborada con cimbra reciclada. “Fue en el año 2011 y tengo un recuerdo muy especial, no solo por ser la primera muestra, sino porque visualmente era algo diferente a lo que se había visto y con mucho peso visual, fu algo que gustó mucho. Después expuse en San Miguel de Allende en La Aurora, también llevé mi arte en el Museo de Antropología de Xalapa, fue muy bonito trasladar hasta allá mis relieves. También recuerdo con cariño una muestra en el Museo de Arte de Querétaro, en un andador de la planta alta puse a lo largo las diferentes esculturas, la manera en que ellas jugaban con la arquitectura generaban una experiencia interesante”, recordó.

Para el artista, materializar una idea en un boceto es definitivamente una de las partes que más disfruta de su trabajo. “Todo el proceso de la producción de una escultura, desde la idea hasta que se instala en su sitio final me encanta. Pero hacer el boceto me fascina, porque ahí es cuando algo no tangible toma forma en papel”, aseguró.

Elegir una pieza favorita no es algo sencillo para Rodrigo, pero hay una en especial que sí se ha convertido en una sensación en redes sociales. “Se llama Matatena de Faroles y está ubicada en el hotel Live Aqua de San Miguel de Allende, es una pieza que curiosamente se ha vuelto ícono porque la gente se toma fotos y tiene mucha difusión en redes sociales. Para mí es un orgullo, San Miguel es un lugar muy especial y relacionado con el arte mexicano”, dijo.

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