Bennifer: La prueba que el amor SÍ merece una segunda oportunidad

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A todo el mundo le gusta una nueva versión, especialmente con una pareja como Jennifer Lopez y Ben Affleck cuyos primeros actos fueron tan turbulentos.

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Bennifer y por qué el amor SÍ merece una segunda oportunidad

Creo que es otro momento, es otra cosa, quién sabe lo que podría haber pasado”, reflexionó Jennifer López cuando le preguntaron por qué pospuso su boda con el actor Ben Affleck días antes de que la ceremonia tuviera lugar en 2003.

Abrumados por las luces Klieg de la atención que recibieron de los medios, tan famosos que inspiraron el primer nombre compuesto de una superpareja, el de Bennifer, nunca consiguieron su “Felices para siempre”; hicieron una pausa en la relación antes de llegar al altar. “Creo que Jen y yo cometimos un error al enamorarnos, estábamos emocionados y quizá demasiado accesibles”, dijo Affleck cuando se le pidió un análisis a posteriori. La pareja lo atribuyó todo a la experiencia y siguió manteniendo una relación amistosa.

Veinte años, tres matrimonios, cinco hijos, un residency show en Las Vegas, más de 18 lanzamientos de fragancias, algunos fracasos en taquilla y un premio de la Academia desde su primer compromiso, Bennifer volvió a nacer para 2022. La pareja anunció su segundo compromiso el pasado fin de semana a través del boletín de noticias de suscriptores de López, OnTheJLo, donde el comunicado iba acompañado de un vídeo lacrimógeno y el primer avistamiento de un raro anillo de diamantes verdes.

La segunda parte de Bennifer ahora ya es oficial y hasta yo puedo sentir la afabilidad rebotando en el atrio de mi endurecido y encallecido corazón. Sí, los cínicos pueden decir que el compromiso no hizo más que avivar el interés, que era cada vez menor, por sus próximos proyectos. 

Y sí, uno solamente puede preguntarse qué le dio a la pareja la fuerza para reavivar una relación que una vez fue excoriada por South Park en un episodio llamado “Trasero gordo y cabeza de hotcake”. Pero es difícil no sentir un remolino de emoción por una narración de cuento de hadas en la que Affleck, públicamente con problemas, fue rescatado por su reina latina.

A todo el mundo le gusta una nueva versión, especialmente cuando la protagoniza una pareja para la que los primeros actos fueron tan turbulentos. La carrera de Affleck ha pasado de las alturas magistrales de ganar el premio Óscar a los fracasos estrepitosos, todo ello marcado por prolongados periodos de rehabilitación por su adicción al alcohol. López recuperó su carrera desde el precipicio de la irrelevancia a través de American Idol, un exitoso drama televisivo y, a los 50 años, una aparición estelar en el Super Bowl. 

El hecho de que ambos hayan triunfado, más o menos, para volver a reunirse, hace que me sienta muy afectiva y sentimentaloide en un momento en el que hay muy pocas cosas para sentirse sensible. El amor verdadero encontrará un camino, dice Bennifer, la secuela. ¿Por qué no dar una segunda oportunidad a esa relación?


​Las revanchas de los famosos han sido un glorioso entretenimiento popular desde las explosivas uniones en varias ocasiones de Elizabeth Taylor y Richard Burton. Elon Musk y el rapero Eminem se volvieron a casar con sus exesposas, para luego divorciarse. También lo hicieron Larry King, Barbara Walters y el comediante Richard Pryor. Melanie Griffith conoció a Don Johnson cuando apenas tenía 14 años. “Siempre hubo esa conexión. No puedo explicarlo”, dijo la actriz sobre su decisión de volver a casarse en 1989 tras reavivar su romance. “Es casi como almas gemelas, y siempre lo fue”.

Johnson y Griffith no consiguieron llegar a buen puerto. Pero sin duda aprecio a las parejas lo suficientemente valientes —o tontas— como para intentarlo. ¿Quién de nosotros no se ha sentado a ver la televisión una noche y se ha preguntado qué podría haber sido en otras circunstancias? ¿Quién no oye a veces el pequeño susurro de nuestro profundo subconsciente que pregunta: “¿Y qué pasaría si es el que se fue?”.

Volver a casarse con la misma persona tal vez es más común de lo que pensamos. En la década de 1990, la profesora de psicología de California, Nancy Kalish, puso un anuncio en el que buscaba a parejas que volvieron a tener comunicación después de una separación de cinco años. De las 1,001 respuestas, descubrió que el 6 por ciento de esas parejas terminaron casándose de nuevo, y que el 72 por ciento de esos matrimonios fueron duraderos. Y tanto si se trata de Frida Kahlo (que se casó dos veces con Diego Rivera) como de Carlos y Camilla, la narrativa del amor perdido todavía nos tiene en vilo.

No tiene sentido, realmente, si tomamos en cuenta que casi la mitad de los matrimonios terminan en divorcio. Pero en lugar de pragmatismo, muchos nos estamos volviendo aún más ilusamente románticos que antes. Gracias a TikTok y otras plataformas de contenido, ahora podemos atiborrarnos de imágenes sensuales de antiguas parejas incluso cuando la llama del romance se apagó hace lustros. Nos hemos volcado en las parejas de los famosos, quizá como sustituto de nuestros propios fracasos románticos. 

Queremos que las parejas vuelvan a estar juntas. No aceptamos que pasaron a otra cosa. No hay más que ver a los pobres Brad Pitt y Jennifer Aniston que, a pesar de que se divorciaron en 2005 después de cinco años de matrimonio, siguen siendo el centro de una obsesión maniaca de los fans (y sí, soy culpable) que siguen creyendo de todo corazón que algún día se van a reunir.

Ahora tenemos a Bennifer como prueba de que, a pesar del rastro de relaciones rotas que han dejado, el amor verdadero lo conquista todo. Sin embargo, antes de dejarnos llevar por esas endorfinas, haríamos bien en seguir el consejo de la sabia curvilínea de Hollywood. Pamela Anderson ha dado más vueltas que Jenny y ya se casó la respetable cifra de seis veces. También se volvió a casar con el jugador de póker estadounidense Rick Salomon en 2014, para después volver a divorciarse en 2015. 

La confiable Pammy no se deja llevar por los cuentos de hadas: sobre el tema de su segundo matrimonio, echa una jarra de agua fría sobre ese fuego abrazador. “Es como cuando algo que no está bueno lo vuelves a meter en el refri”, comenta como advertencia. “No va a estar bien la segunda vez”



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  • Aracely Garza