Jaco Cruz: renovarse o morir

PERSONAJES

El productor y wedding planner coincide con sus colegas de la industria: el 2020 pintaba para ser el mejor año para los eventos sociales, hasta que el COVID-19 irrumpió en la agenda.

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Jaco Cruz / Foto: Carlos Dayan Aparicio.

Jaco se dedica a la organización de eventos desde 2013, año en el que constituyó formalmente su marca: Farfalla. Antes de eso acumuló años de experiencia en la producción de eventos musicales y espectaculares. Vivió en Monterrey, Durango y Houston, lugares en donde se relacionó con grandes personalidades del medio.

De regreso a Pachuca empezó a ayudar a algunos colegas que se dedicaban a los eventos sociales. Jaco les asesoraba en temas de producción. “Parece un rubro muy diferente, pero te das cuenta que, de repente, en el evento le echas muchas ganas a la comida, a las flores, a ciertas cosas, pero la parte de producción está muy descuidada”, asegura. “En las bodas descubrí que, a diferencia de otro tipo de eventos, tienes un solo disparo; o sale bien a la primera o ya te salió mal el evento, y no hay plan B”.

En un inicio, Farfalla era una empresa dedicada a la producción de bodas, pero con el paso del tiempo, fue agregando valor. “Hoy tenemos áreas para catering, una alianza para locaciones, un área específica para decoración de eventos… tratamos de que el cliente no se sienta ahorcado, obligado a contratar todo con nosotros; si un cliente llega a pedirnos asesorías, es lo único que se le da. Somos una empresa adaptable”, explica.

Sus buenas relaciones le permiten tener acceso a casi todas las haciendas del estado. “Yo soy mucho de hacer equipo, me encanta; creo que la pandemia aceleró la necesidad de la industria de bodas de hacer equipo urgente y alianzas sólidas”, dice. “En la medida en que hagamos alianzas fuertes, vamos a poder levantar o rehacer nuestra industria que está muy golpeada”.

Jaco analiza los estragos que ha dejado el COVID-19 en su rubro desde dos perspectivas: la personal, como consultor, y la de Farfalla, como empresario. “En las dos áreas tenía una expectativa de que podría ser este año el mejor de todos los años que llevamos en esto, por el contexto, por las oportunidades que teníamos; había invitaciones para hacer algunas cosas, dentro de la industria, pero fuera de los eventos”, revela.

Entre marzo y junio de 2020, Farfalla tenía agendadas cerca de 24 bodas. “Una proyección bien padre. Y todo eso se fue… no puedo decir a la basura, realmente se archivó, y cuando tú archivas eventos es todavía más difícil, porque un evento que se muere, ya murió, ya no hay perspectivas sobre él, pero en un evento que se reagenda, los clientes caen en incertidumbre, en el desánimo”.

Como planner de bodas, la parte más difícil no fue la producción, sino el devolver el ánimo a los novios. “Nosotros abrazamos cada proyecto como único. Hemos luchado mucho para que no sean a granel, sino eventos diseñados, donde el cliente sabe lo que tiene porque lo pidió”, agrega.

EL CAMBIO

Terapeuta, psicólogo, coach, de todo fue Jaco. Tenía que estar con ellos y no podía ser irresponsable. “Esta epidemia nos obligó a capacitarnos, y no solo en temas del COVID-19 -eso hay que hacerlo por regla para operar-. Más que eso es volver a aprender, darte cuenta de que la industria dio un vuelco enorme. Las necesidades empiezan a ser diferentes”.

Los famosos eventos petit o boutique, que se han puesto de moda, realmente no son nuevos, aclara Cruz. “Tienen mucho tiempo que se están colocando, pero ahora van a ser mucho más funcionales. Los eventos masivos están en riesgo; en un tiempo se podrán ir recuperando, pero falta, y no te puedes esperar a que la industria esté recuperada, porque sino te vas a morir, hay que renovarse”, indica.

Es momento de volver a conocer la industria, de reinventarla. “La industria misma estaba pidiendo una evolución, y con esto, ya no hay de otra”, dice. De este golpe no había ni la mínima sospecha, a los planners los dejó en la lona. “Fue espantoso”, define Jaco.

“La buena actitud no te alcanza, tienes que tener nuevas estrategias. Para los que ya nos dedicábamos a esto cuando fue la influenza, fue una buena capacitación, porque lo vivimos y lo superamos; pero esto ha sido en niveles muchísimo mayores. La influenza fue algunos meses y se logró mantener, fue menor el impacto. Ahora estamos cerca de un año y aún con muchas incertidumbres, pero también con muchas posibilidades, porque hemos ido aprendiendo”.

Las medidas son claras y funcionales: sana distancia, uso de cubrebocas, sanitización. Organizar un evento en estos tiempos requiere de una cadena de responsabilidad. “Lo que yo recomiendo es: Haz un evento donde las cosas sean menos manipuladas; evitemos los buffets, por ejemplo. En la medida en la que seamos responsables y nos enfoquemos en las medidas básicas, empezamos bien”, comenta.

Hace falta valorar si el evento puede ser menor a lo que se tenía pensado. “Entre menos gente, mayor control; entre más gente, menor control”, advierte. El espacio se vuelve de suma importancia. “Si antes, entre mesa y mesa, el protocolo te decía que había que dejar metro y medio, ahora es dejar mucho más”.

Porque antes de la pandemia, ya existía un protocolo para los eventos sociales. “A mí me sorprenden salones en donde, entre mesa y mesa, ni el mesero pasa. Este tipo de cosas son absurdas. En muchos eventos era muy común saturar las mesas, y el protocolo nos lo ha dicho siempre: Una mesa redonda es ideal para seis personas, ocho como máximo”, aclara.

La industria restaurantera es el referente más grande que tienen los organizadores, por los elementos que tienen en común. “Una boda es una producción alterna, con esa magia, pero en general se parece mucho al servicio en un restaurante, que a nivel gubernamental tiene reglas muy específicas”.

Antes del virus, al sector solo le importaba vender, pero ahora hay un filtro natural que puede eliminar las malas prácticas. Jaco finaliza con un consejo valioso: “Si tú te acercas a un planner y te ofrece lo de antes, ten cuidado, porque no está poniendo atención en lo que hoy hay que hacer sí o sí”.


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  • Elliott Ruiz