En medio de la pandemia, recibir una historia tan deliciosamente compleja como la segunda temporada de Monarca se sintió como un gran respiro. Muy pocas veces la segunda entrega, de lo que sea, supera con creces a la primera. Monarca es un excelente ejemplo de una muy buena narrativa que logra que su audiencia conecte con la complejidad de cada uno de sus actores y su trama.
Pero la historia de Monarca no es la única que Irene tiene que contar. La actriz entró siendo una en la pandemia y salió convirtiéndose en otra. Más suelta, menos neurótica, como dice ella, y con más ganas de vivir en el presente sin necesidad de hacer tantos planes ni de saber qué ocurrirá mañana. “Ha sido una especie de transformación”, afirma.
No tuve oportunidad de conocer a la Irene de antes, pero la de ahorita es un verdadero encanto. Platicó con todos y siempre daba las gracias. “Relajada” podría ser un buen adjetivo para describirla. Siempre es increíble entrevistar a personalidades que, además de talentosas, sean genuinamente así.
¿Cómo has asumido la incertidumbre de estos tiempos?
Si soy sincera, yo soy una mujer muy neurótica, en el sentido de que me gusta pensar que tengo mi vida planeada. He aprendido a soltar las expectativas, soltar los planes y dejar que suceda lo que tenga que su- ceder, aunque mi intención sea otra.
Algo que he soltado mucho también es el estar dentro de la vorágine en la que vivimos no solo en la Ciudad de México, sino en esta industria que es nuestra, que disfrutamos, de la que formamos parte, pero que también te exige estar ahí constantemente, involucrarte en las redes, opinar y participar en los temas de coyuntura.
Me encanta ser parte, pero a la vez me parece que es una demanda que de pronto puede ser un poco abrumadora. Haber cambiado de ritmo me hizo conocer cosas que antes estaban ahí, pero que no les ponía tanta atención.
¿Dirías que entró una Irene en esta pandemia y saldrá otra?
Pienso que sí, he aprendido muchas cosas en este tiempo. Me acuerdo muy bien cuando en Monarca nos dijeron que teníamos que parar y, por supuesto, jamás dimensioné esto. He ido aprendiendo con todos a adaptarme a la situación y ha sido una especie de transformación.
El vivir sin tantos planes... Sin tantos planes, sin tantas cosas. Ahora tienes que ser súper selectiva con quién ves, con quién pasas tu tiempo o con quién corres el riesgo. Eso también me ha hecho valorar las relaciones que tengo y querer seguir siendo así de selectiva. Hay también algo valioso en decidir quedarte en casa, leer un libro o estudiar algo. Ahorita, por ejemplo, estoy aprendiendo francés y me da gusto darme tiempo para hacerlo.
Platicabas, además, que también te quedas con este sentido de comunidad al llevar a tu hija con los vecinos que tienen una escuela en su casa.
Es una de las grandes lecciones que me he llevado de la pandemia, justamente el aceptar que no puedo todo, y eso ha hecho que vea a mi alrededor para ver de qué manera podemos unirnos y no dejar que esto se caiga. Ha sido muy lindo juntarme con otras familias y hacer fuerza.
HAY UN ANTES Y UN DESPUÉS DE MONARCA
La historia le dio a esta actriz mexicana un empujón hacia el estrellato internacional que probablemente no vio venir. Tras hacer proyectos como Capadocia, Paramédicos y El hotel de los secretos, Monarca se convirtió en un parteaguas de las producciones mexicanas para Netflix.
El equipo actoral, con la producción de Salma Hayek y Billy y Fernando Rovzar, posicionó la serie en una de las más vistas.
Han gustado mucho estos retratos de mujeres tan fuertes que presenta la serie...
Es bonito ver el momento en el que un personaje que viene de una estructura bastante convencional. como lo es el matrimonio y los hijos, de pronto se empieza a dar cuenta de que dejó de funcionar, que ya no tiene un objetivo y entonces está dispuesto a terminarlo y decir: “Me toca ver por mí”. Es muy satisfactorio poder atravesar ese tipo de viajes emocionales.
Vemos a los personajes transformarse de un modo extraordinario. Pone a reflexionar sobre si son buenos o malos o si, más bien, toman decisiones equivocadas...
Por supuesto. Como actores cometemos un grave error si ponemos a nuestro personaje en un cajón del bueno o el malo. Esa narrativa es la que se ha contado en las telenovelas durante muchos años y está bien, el arquetipo funciona para el melodrama, pero creo que si vamos a sumergirnos en una serie de televisión, nos van a contar y presentar las cosas de una manera mucho más compleja.
Si bien los personajes de Monarca tienen cierta tendencia, ninguno es ni muy, muy ni tan, tan. Es muy interesante ver lo que les pasa a los personajes que dicen que son muy algo. Tenemos que estar todo el tiempo buscando no solo esa dualidad, sino esa capacidad de invención, porque si no te vas a quedar en un solo plano.
Un tema donde ponen el dedo sobre la llaga es la corrupción y el tráfico de influencias en México.
Ese retrato es una intención clara de los escritores y es uno que también se puede replicar para otros países. La idea de que las empresas pueden darte la mano en la política no deja de sorprendernos.
DE LA FAMILIA Y EL FUTURO
Irene está casada con Enrique Rangel, de Café Tacvba, con quien tiene a Juliana de seis años. Tanto ella como él mantienen su vida personal lo más privada posible e incluso su misma boda fue un misterio.
Acabas de cumplir cuatro años de casada...
Sí, y juntos ya ocho años. Él siempre es una gran pareja justamente por eso, porque sabe ser pareja conmigo, somos equipo y, además, así me conoció, siendo esto y no voy a dejar de hacerlo. Él sabe muy bien que es parte importante de mi vida y está ahí viendo de qué manera puede acompañarme y apoyarme también.
¿Cómo le has hecho con tu hija?
Es increíble que en toda esta locura mundial los niños se están adaptan- do a la situación de una manera muy abrumadora. Nosotros nunca le inculcamos el tema del iPad y ahora que viene la pandemia resulta que la educación es a través de las pantallas y están obligados a tener una relación mucho más cercana con estas.
Al principio me espanté porque decía: “Híjole, se va a convertir en una cosa adictiva y cómo le voy a hacer para quitársela”. Ahora ella ha entendido que la escuela se hace ahí y nada más y me llama la atención cómo se ha adaptado a todo esto. De repente digo: “¿Será que extrañaremos esta época cuando regresemos a clases?”. Aunque me parece que el hecho de que los niños no estén yendo a la escuela es una decisión retrograda y machista: la manera en que se nos exige a las familias que resolvamos.
Sobre todo a la mujer...
Es muy grueso, me parece un gesto muy machista, de ustedes háganle como puedan y lo increíble es que hemos sabido hacerlo, pero no tendríamos por qué.
Y hace poco compartiste que te asumiste como feminista.
Si te soy sincera, a mí me toca reconocer que el movimiento de los últimos años en México ha sido tan fuerte y poderoso que me hizo darme cuenta de muchas cosas. Todos los valores de los que hablo y que vivimos son unos que quizá, de manera intuitiva, yo perseguía, pero es a partir de lo que sucede en tiempos recientes que empiezo a ver este tema con mucho más claridad y con un ojo más agudo, y también empiezo a leer y a tener mayor conocimiento.
Me parece que nos toca ahora ponernos a leer, informarnos de qué se trata, porque, además, dentro del feminismo también hay muchas variantes, muchas voces. Si te interesa cualquier tema que esté relacionado con la mujer, la equidad, un trato justo y con respeto a nuestros derechos, tienes que decirte feminista.
Has hecho cine, tele, teatro, has producido, ¿qué te falta?
Muchísimas cosas. Ahora estoy produciendo una obra de teatro, estoy en una etapa bastante joven y lo estoy planeando para el próximo año, que espero que el teatro funcione de manera más normal. Me gustaría seguir haciéndome cargo de los proyectos de los que soy parte, y no solo ser llamada a formar parte de uno en el que estoy, sino tener una voz más importante.
Filmé una película el año pasado con una amiga mía, teníamos muchas ganas de trabajar juntas y la logramos hacer con dinero que conseguimos. Creo que ese es el camino que ahora me toca seguir. Buscar la manera de involucrarme en proyectos o ser yo la provocadora de estos, de los que quiero ser parte y echarlos a andar. Eso me entusiasma muchísimo. No hay nada como hacer un trabajo en el que confíes, que tu convicción esté ahí y quieras ser parte de esto, de historias que realmente me conmuevan, que me parezcan increíbles.