Irene Azuela y Alexandra de la Mora hablan de la maternidad de la forma más honesta

Personajes

Irene Azuela y Alexandra de la Mora realizan, como actriz y directora respectivamente, la película Dante y Soledad, para hablar de la forma más honesta posible del proceso de convertirse en madres.

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Irene Azuela y Alexandra de la Mora realizaron la película Dante y Soledad, como actriz y directora respectivamente.

El matrimonio de los peces rojos, de Guadalupe Nettel, es un libro de cuentos cortos que explora los paralelos entre el comportamiento de personas y el de los distintos animales con los que conviven como tema principal. 

Cuando la directora Alexandra de la Mora lo leyó, vio la oportunidad perfecta para inspirarse en este y mostrar en su película, Dante y Soledad, los retos de convertirse en madre primeriza.

“Estaba leyendo el libro de Guadalupe y casualmente había sido madre un año antes e Irene Azuela había sido madre hace dos años. Entonces, cuando hablamos de qué era lo que queríamos hacer, estaba muy claro. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y no somos las mismas personas a raíz de habernos convertido en mamás”, me dice Alexandra.

En el libro y en la película, un matrimonio (donde la mujer es interpretada por Irene tienen una pareja de peces, aunque de pronto notan que estos pelean, mostrando así una relación entre la vida de estos y sus propios conflictos, que emanan del recibimiento de su primer hijo.

La cinta, en un inicio, podría simplificarse en el caso de una mujer que sufre de depresión postparto, que no entiende el proceso que está viviendo y no se siente comprendida por su pareja. Pero en eso difiere Alexandra.

La actriz recalca la importancia de conocerse a sí mismas como nuevas personas a través de la maternidad.

“Mis amigas empezaron a ser madres al mismo tiempo y empecé a darme cuenta de la confusión que podía haber, que para mí era más evidente en ellas que en mí misma, porque es muy difícil verse a sí misma en medio de la confusión que hay en el quiénes somos a partir de convertirnos en madres. Y eso fue lo que más me interesó. Para mí esta película no es una película de una depresión postparto, es una película de una transformación a ojos cerrados”, dice.

En la película, el esposo de la protagonista, es interpretado por Chema Yazpik y la bebé en la cinta es la segunda hija de Alexandra. El personaje de Chema se enfrenta a la incomprensión que siente y recibe de su mujer tras el parto y la cuestiona sobre si ella quería esto, cuando parece que ya no. 

“Creo que es un diálogo que muchas pensamos y que pocas se atreven a decir, porque eso significaría un arrepentimiento o un amor nulo al bebé, así como un poco compromiso con esta nueva etapa de la vida. Pero creo que muchísimas nos lo cuestionamos y muchísimas más dijimos que no imaginamos que sería así de duro y el preguntarnos ¿porqué no estoy tan feliz como me dijeron que iba a estar? ¿Porqué no estoy siendo la mamá de las revistas o de las redes? O ¿porque no estoy siendo como mi propia mamá?”, dice Irene.

Se puede hablar de dos nacimientos, ¿el del bebé y el de la madre?

Alexandra: Sin duda alguna. Cuando una se convierte en madre, tu sistema de valores y prioridades, cambian. De pronto, de estar en una carrera, viene un bebé, todo cambia y con ello nace además esa nueva persona a la que hay que conocer. Entonces hay que darse el tiempo para conocerse a una misma como esta nueva persona. Ahora como madre y como padre del hijo de la persona que tengo como pareja, ya no nada más como esposa o novia. El rol cambia absolutamente y eso toma tiempo.

Irene: También hay una cosa en esta creación de la nueva identidad, que estás obligada a tener, que tiene que ver con encontrar cuáles son tus propias verdades y cuáles van a ser tus formas y metodologías de llevar la maternidad. 

Descubrir que no necesariamente son las de tu mamá, las de tus amigas o las que lees en los libros. Tienes que identificar cuál es la manera en la que tú quieres crear esa nueva identidad.

"Para mí esta película no es una película de una depresión postparto, es una película de una transformación a ojos cerrados”, dice Alexandra.

Al ser madres, cuál sería una posible solución o camino para una madre que se enfrenta a su primer hijo?

Irene: Eso a mí no me interesa porque creo que esa idea viene después. Este proyecto surge como una cosa muy personal, pero te vas dando cuenta que tu inquietud quizá le pueda interesar a otras personas. Sin embargo, el detonador de esta película no tiene que ver con nosotras queriendo compartir ni aleccionar nada, aunque en el camino te vas dando cuenta de que una vez que tocas este tema hay una respuesta y eso es increíble. Y el cine siempre va a necesitar de unos ojos para que suceda, pues sin esos ojos del espectador, el cine no se da. Pero esto surge más bien de Alexandra y yo queriendo entendernos mejor a nosotras mismas y hacerlo en un set de filmación.

Alexandra: Es muy difícil porque ¿cómo soltamos las expectativas? ¿Cómo nos permitimos entender que estamos aprendiendo a ser madres, no esperar saber todo desde el principio y darnos ese espacio de conocernos en ese nuevo rol? Creo que tiene que ver con una construcción social también. Está muy idealizado el tema de la madre y cuesta mucho trabajo aceptar la complejidad de la maternidad… cuesta mucho además poder decir que una no se la pasó tan padre como creyó que se la iba a pasar. Entonces pareciera que estamos comprometiendo el amor a nuestros hijos cuando no tiene nada que ver una cosa con la otra. Y poder separar eso, el amor a los hijos, con tu propio proceso de convertirte en madre. Socialmente nos dicen que la maternidad es y debe ser una cosa y a la hora de convertirte en madre hay una expectativa profunda de querer ser, pero también hay una realidad que es un aprendizaje. Una no nace sabiendo ser madre, una aprende a ser madre. Siento que socialmente no hay ese tiempo y ese proceso, que es finalmente de lo que buscamos hablar en la película.

Una gran parte de la película es el personaje masculino, que si bien no entiende el proceso por el que pasa su esposa, la cinta muestra cómo le es prácticamente imposible ponerse en sus zapatos…

Irene: es el también entender que la parte de ellos es muy difícil. Muchos hombres coinciden en que empiezan a ser papás muchos años después de que nace el bebé porque nuestra conexión como madres es evidentemente directa y física. A ellos les toma tiempo tener una relación y el empezar a ver quiénes son como papás.

Alexandra: Era muy importante para nosotros en la cinta que el hombre no fuera un macho, que no tuviera empatía o que no estuviera en su propio proceso. Yo quiero creer que somos más fuertes juntos, que ni las mujeres somos solo somos mujeres o solo necesitamos de las mujeres, ni que los hombres solo necesitan de los hombres. Nos necesitamos mutuamente. Retratar a un hombre en su propia búsqueda, con su calidad humana, era sumamente importante para mí. Chema, en ese sentido, fue realmente un placer trabajar con él y yo creo que él también ejemplificaba eso: un hombre en su propia búsqueda



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  • Aracely Garza