Hilario Galguera puede presumir de ser el único mexicano en tener una relación de amistad con Damien Hirst. Ahora que el reconocido artista inglés estuvo en la Ciudad de México para su exposición, Vivir para siempre por un momento, en el Museo Jumex, aprovechó también para tener otra en la galería de Hilario, en la San Rafael.
Hilario, quien fue el primer galerista en exhibir la obra de Hirst, en el 2006, expone ahora New Spot Paintings and A Hundred Years, que consta de 25 obras, entre pintura e instalación.
“Damien es una muy buena persona. Tuvo una infancia muy difícil, en cuanto a recursos, y creo que eso lo ha hecho ser un hombre que tiene muy bien plantados los pies en la tierra. No hace distinciones de ningún tipo entre las personas. Además, como papá, es uno de los más extraordinarios que he conocido”, me cuenta Hilario.
El galerista, que está a punto de cumplir 20 años con su galería, que justo la abrió a peticion de Hirst para presentar posteriormente su obra (tenía otra galería que cerró en el 2000), habla también de la relación del artista con México.
“Él me cuenta que desde el primer día que llegó a México, bajándose del avión, se dio cuenta de que aquí hay un sistema un poco extraño. Venía de vacaciones a una playa, y ahí se enfrentó con el México profundo, y su interés lo llevó a querer descubrir de este mundo, y ha sido una fuente de inspiración muy grande”, afirma.
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La primera exposición que hiciste de Damien Hirst, The Death of God, fue en el 2006. ¿Cómo viste a Damien ahora?
Es un artista que está en su plena madurez y que, por supuesto, es mucho más preciso en todo lo que hace y en las ideas que tiene. Nunca ha dejado de trabajar. Mucha gente piensa que por el hecho de que es un artista que tiene muchos recursos, lo único que le interesa es tener más dinero, pero es un hombre que todos los días de su vida se levanta a las 6:00 a.m. para ir a su estudio a trabajar.
Tener una disciplina de ese tipo hace que tus ideas y tus conceptos se vuelvan más precisos y que incluso sean más profundos. Es un artista que está por cumplir 60 años, en pleno uso de sus facultades, y de una complejidad asombrosa. Es una de las características que lo han hecho un artista tan importante, que desde muy joven tenía ya una idea muy clara de cuál iba a ser su plataforma filosófica y los conceptos sobre los cuales él quería trabajar: el ciclo de la vida, con todo lo que implica y lo que configura ese ciclo.
¿Qué representa Damien para ti?
La complejidad que tiene, el hecho de que a lo largo de su carrera ha sido capaz de desarrollar diferentes cuerpos de obra, unos más interesantes que otros. Pero, definitivamente, el hecho incontestable (y que creo que aquí está precisamente la razón por la cual se puede definir como uno de los artistas más poderosos que han existido en el siglo 20 y lo que va del siglo 21) porque los distintos cuerpos de su obra están interconectados si se analizan con un poco más de profundidad.
Todos ellos, con distintos acentos, hablan precisamente de estas preocupaciones sobre las que ha trabajado: la ciencia, el amor, el terror, la muerte, etc.
Imaginar un artista que es capaz de tener esa variedad tan grande soportada con la misma base conceptual y filosófica, es algo único, y es una de las cosas que más le admiro. Esa capacidad de traducir todos estos conceptos, todas estas ideas, en esculturas, pinturas y una serie de artefactos, me parece asombroso.
¿Cómo dirías que es la relación de Damien con México?
Es una muy interesante. Él de alguna manera vino, por lo menos conmigo, a comprobar que México tiene una atracción especial y una gran cantidad de intelectuales y artistas que, sobre todo a principios del siglo 20, empezaron a venir a México cautivados por lo que esta región del mundo ofrece en muchos sentidos.
Él me cuenta que el primer día que llegó a México, al aeropuerto precisamente, se dio cuenta de que hay un sistema un poco extraño, no para nosotros porque ya estamos acostumbrados, y en ese momento su interés lo llevó a empezar a descubrir más cosas.
Él venía de vacaciones a una playa en el pacífico mexicano y ahí se enfrentó con el México profundo y fue donde se dio cuenta que era un mundo totalmente diferente del que él venía de Inglaterra. Eso fue para él una fuente de inspiración muy, muy, importante.
Esto se puede ver muy claramente en la exposición del Museo Jumex, en donde trajo esta pieza que se ha vuelto muy famosa por sus características, que es la calavera de diamantes que se llama For the love of God. Esta es, según él, una calavera azteca.