Ella es bonita, sí, muy bonita. Su pelo, sus ojos profundos, sus ojeras, su forma de mirar, su modo de pensar y su manera de hablar, tan apasionada, de los temas que le importan, son algunas de las razones que nos hacen concluir que Natasha Dupeyrón es muy bonita.
Ha estado en el ojo público durante mucho tiempo y, aunque apenas tiene 31 años, ha construido una carrera larga y exitosa en el mundo de la actuación, un mundo que sigue siendo regido por la belleza y sus estereotipos y en el que ella ha encontrado la vocación de dar voz a todo tipo de mujeres, de las cuales siempre se lleva las lecciones que la hacen quien es hoy en día.
Profesionalmente Nat se encuentra en un gran momento, ya que el 27 de febrero estrenará la serie Señorita 89, motivo que nos reúne, y está muy próximo el debut de una película que, promete, será entrañable, y adelanta que es una de sus favoritas.
Personalmente está en una transformación profunda, inspiradora y llena de amor propio a la que ella misma llama “deconstrucción”. Desaprender, deconstruirse, analizar, cuestionar y reaprender son palabras que en los últimos años han tomado un valor que no tiene que ver solo con su acepción principal en el diccionario. Algunas ni siquiera están aprobadas por la RAE, pero la menor de los Dupeyrón las conoce bien, las practica día a día y, desde hace unos años, se ha pronunciado como una impulsora de distintas luchas sociales.
Es justo por estas batallas a las que se suma que el papel que realizó en Señorita 89 (que estará disponible en Starz Play) es tan relevante para la actriz, ya que con este hace una especie de protesta en contra de todo lo que considera que está incorrecto dentro de los concursos de belleza, mismos que, asegura, perpetúan hasta la fecha valores negativos y violentos hacia la mujer. “Siempre vemos la final de los concursos de belleza, las mujeres hermosas en traje de baño y caminando perfectamente, pero no vemos todo lo que hay detrás, y justo esta serie trata de eso: desde cómo las miden físicamente, la alimentación que deben llevar, hasta el abuso sexual que sufren, la trata de mujeres... toda la parte oscura detrás. Si se parece a la realidad, bueno, ya está, pero este programa no está basado en una historia que realmente ocurrió, está inspirado en esto. Es una crítica a los concursos, a la codificación de las mujeres, al poder patriarcal y machista que existe en estos certámenes”, menciona sobre este proyecto donde interpreta a Miss Yucatán.
Este thriller está ambientado, como dice el título, en la época final de los ochenta, pero la realidad es que nada de lo que se retrata ha tenido una transformación positiva. Nada dentro de los concursos, pero tampoco en la mentalidad en pleno 2022. “Como mujeres vivimos pensando que las estrías son malas, que tenemos que ser perfectas y estamos siempre llenas de miedo, de inseguridades, odiamos nuestro cuerpo porque vemos concursos de belleza con mujeres espectaculares y te comparas y quieres ser como ellas, pero es imposible. Hay que empezar a amarnos desde lo más básico, que es verte al espejo y decir: ‘Está bien, esta soy yo’”, afirma.
Con estas palabras es como poco a poco nos enfrascamos en una larga plática sobre todos los procesos por los que ha pasado para aceptarse y lo que ha tenido que vivir para poder decir que hoy se ama y respeta. Al estar inmersa en la actuación desde muy joven, Natasha recibió cientos de estímulos que ayudaban en su proyecto profesional, aunque ponían en jaque su integridad humana, física y mental. “Hubo un momento en el que empecé a dejar de ser yo para poder ser parte de algún grupo de amigos, de algún proyecto. También cambié mi color de pelo porque estaba de moda. Comencé a pasar por encima de mí hasta que de pronto hubo una revelación”, cuenta, y esa revelación fue descubrir que nunca había visto su cuerpo como es, natural. No lo conocía a sus 29 años. “Crecí escuchando que los vellos femeninos eran asquerosos y me acuerdo que al inicio de la pandemia dije: ‘Nunca los he visto porque siempre estoy depilada, ¡basta! Quiero conocerlos y, a partir de ahí, yo decidir si me gustan o no’. Los amo y ya no tengo miedo de ellos”.
A las mujeres les puede pasar que construyen inconscientemente su realidad, basándose en reglas sociales que están cargadas de manera intrínseca a su género y con las que se les motiva a ser versiones agradables para los demás y no para sí mismas. En este proceso de autoaceptación y autovaloración que Nat lleva ya un rato caminando, ha descubierto que no es sano para la mente de ninguna mujer, ni de nadie, ocultar su naturalidad. “En algún momento de mi vida estuve acompañada de gente muy tóxica que mermó mi autoestima e, incluso, imponía su forma de pensar, y por otro lado, estaba rodeada de gente muy amorosa. Entonces, cuando tienes la oportunidad de comparar, se hace todo mucho más evidente, y fue a partir de ahí que pude empezar a defenderme, a cuidarme, a decir: ‘Esto no lo quiero para mí’”. Con más armas es como la actriz ha podido enfrentar la vida, la cual dice que está colmada de noticias trágicas sobre mujeres, mismas que le duelen todos los días y por las cuales se ha pronunciado como feminista. “Cada quien tiene una lucha distinta y la mía definitivamente es el feminismo”, confiesa.
Pero nada es casualidad, y aunque asegura que aún se encuentra en el proceso de ser una mujer deconstruida y sigue desaprendiendo todos los días, en esta plática denota ser una mujer llena de empatía, completamente apasionada del tema feminista y amante de su libertad, la cual ha conseguido gracias a su amor por estos temas. “La información te da poder, pero también te da libertad y estudiando e investigando he conseguido esa libertad”, finaliza.
Texto: Alejandro Ocaña
Fotografía: Germán Nájera e Iván Flores
MUA: Fátima Moreno
Stylist: Aurora M.B
Coordinación: Aracely Garza