Si desde pequeña Elisa Carrillo ha encontrado en el ballet y el arte su refugio, el confinamiento por el coronavirus la ha hecho reflexionar aún más sobre la importancia que estos tienen tanto para ella como para la humanidad. Y es que, además, parece que la primera mexicana que logra obtener el título de primera bailarina en la compañía Staatsballett Berlin (una de las más importantes del mundo) se ha dicho a sí misma que lo que ella hace por la comunidad en la que vive, y por el ballet, no va a modificarse aunque el mundo alrededor de ella cambie.
Ella seguirá bailando, impulsando la danza y ayudando a las jóvenes promesas de esta disciplina en México a través de la Compañía Nacional de Danza.
Elisa estuvo tres meses sin poder bailar en el teatro, aunque en casa practicaba con su esposo. Cuando regresó, nos platica que sintió una emoción como la del primer día de clases. “Esos nervios de ver y tocar todo otra vez. Volver a escuchar un piano en vivo y tener los espejos en - frente fue algo maravilloso, pero fue muy raro no ver a los otros compañeros. Aunque estuvimos entrenando en casa, no se compara ni un 10 por ciento a estar en un salón”, nos cuenta.
De Berlín, donde vive desde hace más de una década con su marido, el también bailarín Mikhail Kaniskin, y su hija Maya, nos dice que la pandemia está ya bastante controlada a comparación de otros países de Europa y que el gobierno apoyó mucho económicamente a los artistas.
Sin embargo, la ganadora del Benois de la Danse, una de las competencias de ballet más prestigiosas del mundo, se sincera sobre cómo pasó este tiempo en el que no pudo salir de casa y más si se tiene en cuenta que ha bailado toda su vida.
A los 14 años, Elisa ganó una beca para continuar sus estudios en Londres y, al graduarse, se integró al Stuttgart Ballet en Alemania. “Me ha afectado bastante. Para nosotros no bailar es un gran problema. Des - de marzo no estoy en un escenario y sí ha sido feo, en especial porque la carrera de bailarín es muy corta y requiere de mucho esfuerzo. Ha sido difícil motivarnos y ensayar en lugares donde no estábamos acostumbrados. Yo he tratado de seguir entrenando mi cuerpo para que el día que vuelva al escenario lo haga de la mejor manera posible”, platica.
Ballet vs confinamiento
El aislamiento ha significado cosas distintas para todos alrededor del mundo. Para Elisa y su compañía, ha sido un esfuerzo sobrehumano y una capacidad de adaptación extraordinaria, así como una renovada pasión por el ballet, para no dejar de presentar la siguiente temporada. Nada les va a impedir que lo dejen de hacer.
Eso sí, habrá muchos cambios que tendrán que realizar para disminuir el contacto y poder también ensayar de esta manera. Este año, desafortunadamente, le fue imposible hacer la tercera edición de Danzatlan, un festival que lleva a México a grandes expertos y artistas de la danza clásica. Sin embargo, sí lo hizo de forma digital y realizó una semana de funciones online sin costo de instituciones como el Ballet Eifman de San Petersburgo.
En estos momentos se encuentra ensayando para un programa que se presentará a finales de agosto. Se trata de unas galas de las que Elisa estará formando parte del Pas de Quatre de Anton Dolin, famoso bailarín inglés quien falleció hace unas semanas. “Es una coreografía del ballet romántico muy conocida y, además, permite que las cuatro bailarinas no tengamos contacto.
Todo lo que estamos preparando son piezas en las que podamos respetar la distancia”, revela. Sin embargo, agrega que por desgracia sí ha habido producciones que no han podido adaptarse a la situación por la cantidad de personas que se necesitan en escena, por lo que cancelaron dos estrenos que tenían.
Todo lo que están haciendo involucra que un máximo de cinco personas ensayen al mismo tiempo en un salón enorme donde cada quien puede estar a varios metros de distancia del otro. Habrá algunos cambios que posiblemente la audiencia vea reflejada, pero como una nueva intimidad con el ballet.
“Para mantener a la gente atenta al arte, se harán presentaciones adaptadas a la nueva realidad. Lo importante es que las personas puedan volver al teatro y disfrutar de la danza. Hay que salir al escenario, será algo de gran calidad y estoy completamente segura de que el público lo va a disfrutar”, nos adelanta.
A su vez, Elisa no ha dejado de lado su trabajo como codirectora de la Compañía Nacional de Danza, en nuestro país, cargo que ocupa desde el año pasado. “He tratado de aportarles la experiencia de cómo hemos trabajado en Berlín y así poder regresar de la mejor manera en México.
Los bailarines están haciendo una gran labor con clases en línea y es una manera de que la gente no olvide la danza, crear expectativas y lograr que el público se integre. Yo admiro que ellos sigan unidos y aportando”, nos comparte.
¿Qué función o significado tiene el arte y la cultura en tiempos de incertidumbre? Para muchos, como para ella, han sido un rayo de esperanza y un salvavidas al mar de dudas y miedos. “Me he dado cuenta de lo mucho que el arte ha aportado a las personas durante el confinamiento.
Muchos artistas hemos tratado de brindarle algo al público y es lo que nos llena. Cuando uno acude a un espectáculo, lo que ama es el contacto humano y el mundo tan mágico al que te pueden integrar”, añade.
En el momento en el que en Alemania se levanten por completo las restricciones, ¿qué va a querer hacer Elisa? “Dar lo mejor en la función. Bailar con mucha alegría, mucho amor y celebrarlo. Bailar también cuando pueda regresar a México. Definitivamente ese va a ser el regalo más importante para mí”.
yvr