AEla Velden sus primeros 10 años actuando le pasaron de volada, que ni tiempo tuvo para celebrarlos. La actriz, originaria de Querétaro, comenzó su acercamiento a la industria como modelo a los 13 años y, posteriormente, a los 16, se decidió por la actuación.
En 2011 dejó su ciudad para estudiar en el CEA y en 2013 se inició como actriz, siendo uno de sus primeros proyectos más conocidos el de la telenovela Muchacha italiana viene a casarse.
Ahora Ela, cuyo verdadero nombre es Daniela Campos Reséndiz, protagoniza Las hijas de la señora García, junto a María Sorté y Oka Giner, novela que se estrena este 11 de noviembre. Este proyecto la regresa a sus orígenes en la actuación, tras haber hecho teatro con la obra Los monólogos de la vagina y Generación Amarga, así como series como El juego de las llaves y Quién mató a Sara.
“El hacer una novela es un gran compromiso por todo lo que conlleva, empezando por las horas de trabajo, el aprenderse tantas escenas o el ver cómo llevar la cronología y el crecimiento del personaje. Es muy diferente de hacer cine y series porque ahí sí tienen este plan de trabajo cronológico. Lo había olvidado por completo y realmente reafirmó mi admiración y mi compromiso hacia los que hacen este género”, me cuenta.
A lo largo de este camino, la actriz ha ido modelando su carrera para representar a mujeres fuertes, seguras, revolucionarias, inspiradoras y, sobre todo, libres. Así como ella.
“Me siento muy identificada con mi personaje en Las hijas de la señora García porque habla de romper con todas esas cadenas y patrones familiares que tenemos, pero también con el agradecer por todo lo que nos dieron nuestros padres, y reconocer que una tiene su propio camino y sus propios sueños”, platica.
Parte de ese camino individual de Ela ha sido el pronunciarse contra la sexualización de la mujer en la industria del entretenimiento, de la cual piensa que nunca va a cambiar a menos que las propias mujeres tomen las riendas de las distintas historias audiovisuales que se presentan.
“La industria no quiere cambiar por lo que creo que las que tenemos que cambiar somos nosotras, las mujeres, en realmente defendernos frente a este tipo de injusticia en la que nos están poniendo desde otro tipo de lugares. Yo defiendo que no es necesario contar una escena de sexo con la desnudez, no es necesario mostrar a un personaje sexy desde el bikini o la ropa interior. Existen muchas formas más, incluso unas mucho más profundas de mostrar lo mismo. Yo soy sexy y no está mal serlo, al contrario, habla de una mujer que es segura de sí misma, de su cuerpo, de lo que siente y de lo que quiere expresar”, afirma.
¿Tendremos que cambiar nuestra propia definición de lo que es ser sexy?
Eso es algo también importante de cambiar, el que si yo soy sexy, no me quita ni valor, profundidad, ni que soy una mujer intelectual y mucho menos me quita poder. Tenemos que entender y manejar todas las tesituras de una mujer, ver su versatilidad y así es como podemos también entendernos a nosotras mismas y a darnos a respetar. Yo seguiré siendo sexy, he tratado de dejar de serlo y caí en cuenta de que no era necesario dejar de serlo. Así soy, así me gusta y se tiene que respetar eso. Y también empezar a ver esa sexualidad de otra formas porque no solo soy sexy, sino también muchas otras cosas más, como todas las mujeres. Somos capaces de ser tan versátiles y tan multifacéticas que podemos ser maternales y sexuales al mismo tiempo. Las mujeres somos un bagaje de personalidades, de características y de variantes.
¿Cuál es la alternativa para ellas?
Muchas ya están en ese camino de empezar a producir, a dirigir y a buscar cómo cambiarlo desde su trinchera. Hay muchas que tomaron las riendas de la industria y de sus carreras para justo darse oportunidad con los tipos de personajes que ellas quieren mostrar al mundo, no solo con los que les ofrecen. Creo que sí es el camino porque si no tomamos la iniciativa nosotras, nadie más lo hará. Una tiene que ser la que se abra las oportunidades y las puertas, ahí es donde siempre empieza el cambio.