Bastan unos segundos para que Diego del Río te atrape con su plática y se convierta en una larga y entretenida serie de anécdotas que te dejen emocionado por el pasado y expectante del futuro.
Para muchos siempre será el joven director de teatro que inició su carrera en 2012 con la obra Espejos, pero desde esa primera encomienda, que le dio Morris Gilbert, hay un camino de 10 años de mucho trabajo y experiencias que nos hacen celebrar junto a él su primera década en esta apasionante profesión donde ha cosechado muchas glorias.
Sin duda, el talento es parte esencial de su éxito, pero también su gran amor y continuo compromiso por contar historias lo han llevado al sitio donde está. “Me sigue emocionando profundamente la sensación de meterme a trabajar con un equipo, de colaborar y ver a dónde nos va a llevar un material, a qué universo personal nos invita a mirar”, comparte Diego, quien se ha sumergido en distintos proyectos de estilos variados y con diferentes propósitos, pero en los que ha sabido participar de la manera correcta.
“Han sido 10 años de tener la fortuna de dirigir muchos tipos de obras y trabajar con todo tipo de actores y actrices. Esto me ha dado un bagaje muy amplio y rico, porque he saltado entre musicales, obras experimentales, universitarias, teatro comercial, todas obras con temas que para mí son relevantes y que me interesa explorar y contar”, añade.
Entre sus múltiples trabajos se encuentran Rent, El principio de Arquímedes, Razones para ser bonita, Buenas personas, Mi hijo solo camina un poco más lento y Wit: despertar a la vida. Esta última se convirtió en uno de sus trabajos más entrañables ya que fue una recomendación de su amiga Ludwika Paleta, con quien ha trabajado en muchas ocasiones.
Así como Wit, los textos llegan a él de distintas maneras; ya sea por recomendación o por su propia exploración, pero siempre tiene buen ojo para elegirlos. En un análisis breve durante nuestra conversación, es el propio director quien menciona que 70% de las obras que ha montado en estos 10 años, han salido a la luz porque él mismo se ha encargado de buscar a los cómplices correctos para realizarlas.
Tal es el caso de la historia que sirvió de pretexto para tener esta conversación, Blue Room, la cual continúa en cartelera hasta el 13 de febrero. Esta fue una propuesta de Paula Sánchez Navarro y Ana Bracho, productoras de Tercera Llamada. “Cuando la leí sentí que era algo muy diferente al tipo de obras que yo hago, desde el tema, la estructura, pero me interesó mucho el desafío de trabajar con dos actores y hacer tantos personajes”, confiesa.
Si de retos hablamos, tenemos que mencionar uno que tuvo a bien presentar durante la pandemia: Coordenadas sutiles, monólogo que tenía en pausa y que, además de ser su primera obra digital, también fue la primera vez que Diego se expuso al público en una faceta diferente, ahora como escritor.
A este trabajo lo llama “un homenaje al teatro en lenguaje cinematográfico” y lo filmó a seis cámaras en el Teatro de la Ciudad, con la gran actriz Sophie Alexander. “Fue un ejercicio de bastante aprendizaje y me sedujo muchísimo la idea de escoger cada aliento, la toma, los tiempos; al final era el registro del espectáculo teatral, pero con el lenguaje cinematográfico”, dice.
Así da pie a una nueva aventura: la filmación de su primera película. Y no tiene reserva en compartir que “es un proyecto que llevamos muchos años armando y visualizando. El guion ha pasado por muchas versiones, es una historia original de Lucía Carreras y la producción la hacen Luis Salinas e Inna Payán”. Aunque desconocemos el título, Diego adelanta que contará con la participación de Adriana Llabrés, quien será la protagonista que vive entre el mundo de la sordera y el oyente. “Habla de la historia de una actriz y su progresiva pérdida del sentido del oído”, adelanta.
Su otro festejo será en mayo, cuando estrene en el Palacio de Bellas Artes su primera ópera como director. “Tengo de frente dos proyectos muy grandes en dos mares que no conozco. Me tiene tranquilo que el arte no se hace solo, es en colaboración. En la ópera voy a colaborar con Jorge Vallina, va a ser mi escenógrafo y ha hecho tantas óperas en su vida que esta colaboración me va a enseñar muchísimo”, menciona.
Así pinta esta primera etapa del 2022 para Diego del Río, un recurso inagotable de creatividad de quien sabremos muchas cosas más y a quien, sin duda, le seguiremos festejando cada década.