Considerada una figura emblemática en el mundo de la moda, Daphne Guinness ha sabido conjugar su legado aristocrático con una visión vanguardista y un estilo audaz, convirtiéndose así en un auténtico icono pop contemporáneo.
Heredera de uno de los apellidos más poderosos e influyentes del planeta, y musa de diseñadores como Alexander McQueen, Karl Lagerfeld, Gareth Pugh, Rick Owens y Azzedine Alaïa, Daphne ha incursionado en todo lo que al arte se refiere: diseñadora de modas, productora de cine, música, actriz, coleccionista, filántropa y activista. Nada es ajeno a ella.
Y aunque también es conocida por su colección personal de alta costura, que incluye exclusivas piezas vintage y actuales de firmas como Valentino, Dior y Givenchy, Daphne es mucho más discreta en su vida cotidiana.
De hecho, con ropa deportiva y una sencilla bandana en el cabello, se conecta a su computadora y platica con nosotros desde su residencia en Londres para hablar,entre otras cosas, de su pasión por la música y de Sleep, su esperado cuarto álbum como solista.
“Han pasado casi cuatro años desde mi anterior producción y el proceso de escritura me encanta. Es bastante instantáneo. Escribo canciones muy rápido, pero creo que hacer un disco es un poco como la arqueología. Hay que profundizar en las ideas... A veces canto una línea varias veces para entender lo que realmente estoy tratando de decir. Si tienes la melodía lista y todo es sólido en el sentido arquitectónico de la canción, el resto es decoración. Y se podría decir lo mismo de la moda, el arte o cualquier cosa. Tienes que conseguir terminar la geometría de cada pieza para que funcione”, nos platica.
Además, confirma que Sleep es su trabajo musical más íntimo.
“Mis cuatro álbumes son muy, muy personales, pero esta canción en particular me permitió expulsar varios fantasmas. Fue catártica en extremo... El tema Solitaire habla de una persona que llora por cada psicópata que llega a su vida y reza por la salvación... Llora por su orgullo y llora también por San Sebastián y por cada flecha en su costado, que me recuerda la capilla en la que crecí en España... Y todo es verdad, por cierto. Yo no escribo sobre cosas que no sé, así que puede decirse que es autobiográfico”, agrega Daphne.
El mismo lápiz
Sobre su capacidad para desarrollarse en distintas áreas, la también empresaria y defensora de los animales, nos cuenta que todo ha sido consecuencia de su curiosidad.
“En realidad, no me propuse hacer nada de esto. Muchas de las cosas en las que me he estado involucrando surgieron de las situaciones mismas de la vida. Realmente no soy alguien a quien le guste ser el centro de atención ni hacer algo en específico, simplemente lo hago y punto. A veces me pregunto: ‘¿Por qué me hice esto a mí misma?’. Quizá yo sería más feliz leyendo un libro en algún lugar del desierto, comprometiéndome con todas esas formas diferentes de vivir, pero creo que solo voy reaccionando en respuesta a lo que es el día de hoy.
Para mí, todas las artes son una conversación. Pienso que todos tenemos el mismo lápiz, los mismos programas de computadora, acceso a la literatura, música, arte, moda, perfumes, películas. Y es una cuestión de gustos y matices de color. Cuando tienes una paleta diversa, descubres lo que realmente resuena en tu interior”, expresa.
De ahí que no encuentre un título profesional para autodefinirse. “Diría que soy solo una principiante. Siempre le dije esto al productor, Tony Visconti, y él me respondía que en realidad esa es una idea tibetana. Lo que quiero decir es que lo hago de forma natural. Me despierto todos los días y creo que no sé nada. Y empiezo desde ahí... Si creyera que lo sé todo, me rendiría ahora mismo”, asegura.
Esta inspiración viene de los grandes personajes de los que Daphne ha estado rodeada desde su niñez, aunque no define a ninguno de ellos como una influencia.
“No sé en absoluto quién podría ser, aunque es un gran privilegio haber estado en ese tipo de círculos. Obviamente, Dalí, cuando yo era muy pequeña, fue una buena y una mala influencia para mí, porque me preparaba para hacer todo tipo de bromas. Porque los surrealistas eran muy bromistas...
Supongo que la influencia de todo este tipo de cosas, mi madre, España y luego, obviamente, cuando estaba en Nueva York, también Andy Warhol... Si eres un ser algo sensible, en cierto modo absorbes las cosas, ya sea que lo sepas, creas que lo sabes o no... Supongo que he tenido una existencia demasiado bohemia”, confiesa.
Casi una maldición
Su propio círculo familiar también la ha llevado a ver la vida desde otra perspectiva. Heredera del legendario imperio cervecero irlandés y hasta del popular libro de récords mundiales, Daphne afirma que la fortuna no le ha allanado el camino.
“De hecho, hizo mi vida mucho más difícil. No han sido más que dificultades y he intentado perder mi apellido durante toda mi vida. Quiero decir, sí, sé mucho sobre elaboración de cerveza, que la masa se trata de tal manera, la cantidad de cebada y lúpulo que se pone y todo eso. Y amo a mi familia, pero tener este apellido es casi una maldición, porque la gente asume muchas cosas sobre ti que nada tienen que ver con la realidad. Sí hay una especie de poder, pero no lo sé.
Me gusta ser anónima, hasta cierto punto, porque lidiar con dos apellidos tan grandes y poderosos no es sencillo... Tal vez una buena familia amorosa y una educación decente hubieran sido maravillosos, pero, ya saben, hacer las cosas de la manera más difícil ha sido mi destino, y estoy resignada a eso”, comenta.
Siempre rompiendo reglas, Daphne se autodefine simplemente como una persona libre.
“Tengo tres hijos y biológicamente soy una mujer, aunque siento que soy ambas energías en un solo cuerpo. Me visto como un hombre, crecí con muchos hermanos y como que soy un marimacho, de verdad. Nunca me he considerado una cosa u otra porque, para mí, los seres humanos somos todos iguales... No estoy segura de tener alguna cualidad aparte de afrontar la vida como viene y tener sentido del humor. No me tomo demasiado en serio, aunque los demás intenten hacerlo, y puedo vivir con muy poco en medio de un desierto. Soy quizás una especie de geometría o ser pitagórico que con un poco de agua, luz y una buena almohada, me puedo sentir realmente satisfecha”, concluyó.
La historia de Daphne Guinness
La hija de Jonathan Guinness, tercer Barón Moyne, y de Suzanne Lisney, creció en las casas de campo de su familia en Inglaterra e Irlanda. Su infancia estuvo marcada por su acercamiento a grandes figuras del arte, pues pasaba sus vacaciones en un antiguo monasterio en Cataluña, donde tuvo como vecinos a Salvador Dalí, Man Ray, Marcel Duchamp, entre otros.
Más tarde vivió en Nueva York, donde su hermana Catherine, trabajaba como asistente personal de Andy Warhol.
Con 19 años se casó en 1987 en París con Spyros Niarchos, segundo hijo del famoso empresario griego, Stravros Niarchos, y tuvieron tres hijos.
En 1999, la pareja firmó un multimillonario acuerdo de divorcio y Daphne regresó a Londres, donde inmediatamente entabló amistad con Isabella Blow y Alexander McQueen.
Así, como musa de ambos, empezó a diseñar sus propias colecciones y a colaborar con grandes marcas y diseñadores como Comme Des Garçons y Karl Lagerfeld.
En este círculo de celebridades de las que se rodeaba, es que conoce a David Bowie, quien la anima a perseguir su carrera musical y que fue quien le presentó a su actual productor, Tony Visconti.