Es de carácter fuerte, inmutable en sus decisiones; se nota desde el primer momento, aunque eso no le resta alegría ni buena vibra. Estas características le han ganado el respeto de los juzgados a casi nueve años de carrera.
Monse se graduó en 2012 y meses después entró a trabajar al despacho Arozqueta y Asociados, de donde no ha salido. Ahora es subdirectora, casi directora, porque todo asunto pasa por ella. “Al principio yo quería ser doctora, pero la vida me llevó a ser abogada. Hoy en día hago un trabajo más administrativo, pero empecé yendo a las audiencias, checando expedientes...”, recuerda.
Ella destacó desde el primer momento en la práctica del Derecho, porque parece no temerle a nada. “Soy de las personas que si me dicen: vete a la audiencia, voy, aunque no sepa nada. Me decían: hay un asunto en Chiapas, ¿por qué no te vas? Y me iba. No me pongo límites para hacer las cosas”, revela.
“Si tú no te arriesgas, si no tomas iniciativa, en esta carrera te comen. Hay muchos abogados, y hay mucho trabajo para todos, pero siempre se reconocen tus esfuerzos, tus resultados, tu seguridad y conocimiento. El cliente quiere que le resuelvas el problema y no sabe cómo, tú le tienes que dar una solución”.
Monse le saca todo el provecho a la vida, aún y con sus vicisitudes. Así obtuvo la maestría en Recursos Humanos, sin querer. “La ocupé para concluir mi carrera, en vez de titularme de la manera tradicional. Mi papá me obligó”, confiesa. “Era la maestría que más se podía acercar a mi carrera y la tomé. No la hice de mala gana, tampoco salí mal. Si me piden algo, lo hago.
“Con los años aprendí que fue una de las mejores decisiones que he tomado o que me obligaron a tomar. Hoy en día todo es recurso humano, para contratar, para despedir... A lo mejor en su momento no lo hice con tanto gusto, pero no me arrepiento absolutamente de nada”.
Otra prueba es que sigue trabajando al mismo ritmo, aún y cuando tiene un bebé de 10 meses. En su oficina ya adaptó un espacio para el pequeño y lo trae para todos lados. “No fue algo que se planeó, como tal se dieron las cosas. Yo tomo lo que vaya dando la vida, y vas aprendiendo; en un principio con miedo, porque no tenía la idea de tener un hijo en este momento”, asegura.
“Pero la verdad, hoy en día es el motor de mi vida. Es cierto que te cambia la vida, vas pensando en otras prioridades”. Por si fuera poco, hace poco se convirtió en socia de un nuevo proyecto: Carajillo Room, restaurante bar en donde está a cargo de la administración. Monse y Ale Rivera se dieron a la tarea de aterrizar esta idea que había surgido en una plática de amigos, y que había quedado en el aire.
“Ale se dedicó al diseño, yo a lo administrativo, que es lo mío, es mi área; pero aquí todos hemos opinado de todo, hasta para las plantas”, comenta. “Nos ha gustado cómo vamos creciendo poco a poco. Yo sí creo que es algo novedoso, un lugar que puedes disfrutar solo o en compañía”.
"Si tú no te arriesgas, si no tomas iniciativa... te comen”.
¿Cómo hace para mantener a flote tantas responsabilidades? La clave es la organización. “Tengo a mi bebé, a mi hijastro que tiene 18, son edades completamente diferentes. Desde las 6 o 7 de la mañana estoy ya organizada para hacer todo.Tengo una agenda específica sin la cual no podría vivir. Soy muy hogareña también, trato de que en esa agenda venga un poco el convivir con mi familia, porque mi educación así me lo pide”.
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Sus deportes favoritos son básquetbol y futbol, pero disfruta igual los olímpicos, como natación, clavados y gimnasia. Estar frente a la televisión y ver un gran evento deportivo sin preocupaciones es lo mejor para ella.
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