No ha pasado ni un mes desde que el Vaticano confirmó la triste noticia del fallecimiento del Papa Francisco, pero ya se está llevando a cabo el cónclave que elegirá con el sucesor de uno de los pontífices más queridos de la historia.
Y es que, en este evento, los cardenales se reúnen bajo estricto secreto en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa, en un proceso que combina tradición, espiritualidad y precisión milimétrica. Pero, ¿tienes una idea de cuánto durará? Esto sabemos.
¿Cuánto dura un cónclave?
No existe una duración fija para un cónclave como tal, pues todo depende de la claridad con la que los cardenales lleguen a Roma y de qué tan rápido se logre un consenso. En años recientes, estos encuentros han sido breves: el papa Francisco fue elegido en solo dos días, al igual que Benedicto XVI en 2005.
En 1978, la elección de Juan Pablo II se extendió un poco más: tres días y ocho rondas de votación. Aun así, el ritmo de los cónclaves modernos es ágil, con hasta cuatro votaciones diarias.
Este año, sin embargo, los cardenales actuales apuestan por una elección rápida. “Será breve, dos o tres días. Tengo las ideas claras. Yo sé a quién votar”, afirmó el cardenal Raphael Sako, destacando el espíritu de unidad y responsabilidad con el que se acercan a esta decisión trascendental.
¿Cuál ha sido el cónclave más largo?
El cónclave más largo de la historia ocurrió en Viterbo y duró... ¡33 meses! Entre 1268 y 1271, los cardenales no lograban ponerse de acuerdo por las divisiones entre las facciones francesa e italiana.
La situación se volvió tan tensa que las autoridades locales intervinieron. En un intento desesperado por forzar una decisión, encerraron a los cardenales, les retiraron el techo y los limitaron a pan, agua y vino.
Finalmente, tras casi tres años y con solo 16 cardenales en juego, se eligió al papa Gregorio X. Fue él quien instauró las primeras reglas del cónclave, marcando un antes y un después en el proceso de elección papal.
¿Cuál ha sido el cónclave más corto?
Del otro extremo del espectro, el cónclave más corto duró solo diez horas. Fue en 1503, tras la muerte del papa Pío III. Los cardenales se reunieron la noche del 31 de octubre y, al amanecer del 1 de noviembre, ya tenían nuevo pontífice.
El elegido fue Giuliano della Rovere, quien adoptó el nombre de Julio II. Su elección express no fue una casualidad: era un candidato fuerte, influyente y ya contaba con el respaldo necesario incluso antes de entrar a la Capilla Sixtina.
Este episodio sigue siendo un récord de velocidad en una elección papal y la verdad es que no creemos que vuelva a suceder algo así.
¿Cómo sabemos que el cónclave terminó?
La señal más conocida del fin del cónclave es el humo blanco que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina. Esa nube, compuesta por la quema de papeletas y químicos especiales, es la señal inequívoca de que se ha elegido a un nuevo papa.
Si el humo es negro, significa que no hubo consenso y que las votaciones continúan. Pero cuando la humareda es blanca, el júbilo se desata en la Plaza de San Pedro y en el mundo católico.
Poco después, las campanas de la basílica suenan con fuerza. Minutos más tarde, el cardenal diácono aparece en el balcón y pronuncia el histórico anuncio: “Habemus Papam”. Con esas dos palabras, inicia un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia.
¿Lo sabías?