Es la primera vez que me toca platicar con Camila Valero, aunque la conozco por su carrera y familia, por lo que previo a nuestra entrevista me propuse leer todo sobre ella… y quedé profundamente decepcionada. “La hija menos mediática” de Stephanie Salas es como aparece descrita continuamente en las primeras páginas que aparecen sobre ella y, aunque sí es menos conocida que su media hermana Michelle Salas (hija de Luis Miguel), para nada es el adjetivo o la característica que la describe.
Camila, de 26 años, se ha labrado poco a poco una carrera como actriz con proyectos como Perfectos Desconocidos, Herederos por Accidente y Desenfrenadas. El que nos junta ahora es Mala Fortuna, una divertida serie de Prime Video en la que da vida a Rafaela Urquiza, una heredera mexicana que busca encontrar su lugar en el mundo de la manera más auténtica posible.
“En un punto de mi vida fui como Rafaela, fui muy rebelde, retadora y siempre me cuestioné mucho mi papel en la sociedad y en mi familia. Lo pueden ver desde la forma en la que me visto, me expreso y soy, nunca he sido una persona conformista. Hoy en día soy alguien mucho más tranquila y pacifica”, me dice.
Y es que además, y aunque no habla mucho del tema, Camila es bisnieta de Silvia Pinal y nieta de Sylvia Pasquel, por lo que ella a su vez es heredera de una gran dinastía del entretenimiento y la actuación en México. La casualidad hizo que tanto ella como su abuela Sylvia fueran casteadas en la serie e interpretaran a tía y sobrina, respectivamente, siendo la primera vez que les toca esta experiencia. “Fue total casualidad. Me llegó a preocupar en un punto que la gente pensara que no había sido así y que le quitaran mérito a mi personaje, pero no. Cuando me dieron este papel, tiempo después hablé con mi abuela por teléfono y nos dimos cuenta que ambas habíamos quedado. Las dos nos emocionamos mucho. Es una persona tan chistosa, tiene un gran sentido del humor”, cuenta.
Camila es relajada, sencilla, transparente y tremendamente amable. En esta comedia, en la que Macarena Achaga y Jorge López son los protagonistas e interpretan a dos personas que buscan aprovecharse de la fortuna de la familia Urquiza pretendiendo ser como ellos, para la actriz eso es justo la definición de una mala fortuna. “Para mí tiene que ver con tu camino, sino estás bien encarrilado haciendo lo que quieres hacer, todo sale mal. Esa es la mala fortuna. No creo que a alguien le llegue la fortuna, buena o mala, haciendo nada. Si accionas hacia un lado que no es honesto contigo o que no que no va de acuerdo a lo que tú piensas o quieres, todo te va a a salir mal”, explica.
¿Quién es Camila Valero?
Quién sabe… (ríe). No sé quién soy realmente y creo que eso es algo que me ha perturbado y atormentado mucho tiempo, pero últimamente he tratado de asumir lo más bien como un camino. En un plan de no sé quién soy, pero lo estoy descubriendo. Soy una mujer, una hija, una hermana, soy amiga. Creo que eso es lo que me gustaría que la gente también supiera de mí. A veces me ven un poco como la nieta, la bisnieta la algo y hasta como medio mítica. Como si no tuviera malos días, o buenos, como si no llorara, riera o me enojara. Soy una persona muy apasionada, que siente mucho las cosas, súper trabajadora y muy concentrada. Soy muy capricornio y muy terrenal también.
¿Cómo te inicias en la actuación?
Mi hermana me lleva siete años, entonces crecí un tiempo con ella en casa, pero se fue como a los 18 años a estudiar y yo tenía apenas 11 años. Entonces toda mi adolescencia crecí sola. Mi mamá estuvo en la obra Los monólogos de la vagina muchos años y me llevaba al teatro y también de tour por todo México, así como cuando tenía películas y novelas me llevaba al set. Esa época fue mi despertar artístico. También era una época en la que mi mamá era muy mediática, entonces me tocó ver eso muy chica. Por ese lado todo el tema mediático me asustaba mucho y mis papás decidieron alejarme de eso, que fue lo más sano que pudieron hacer. Pero por otro lado yo vivía en el teatro con mi mamá y me encantaba. Desde ahí no imaginé otra forma de pasar mi vida.
¿Te marcó ver tanto esta obra de pequeña?
Es una obra fuerte, la vi como 200 veces de niña. No le entendía muy bien, pero ahora cuando pienso en esos momentos en retrospectiva me doy cuenta que tuvo un impacto muy fuerte en mi forma de pensar. Es una obra súper feminista, que trasciende muchísimos temas que en el momento que yo crecí eran tabú. Ver a mi mamá haciendo esa obra tantas veces, siendo madre soltera, súper luchona, me forjó muchísimo.
Conforme ibas creciendo, ¿te sentiste parte de la tradición artística de tu familia?
Sí, completamente. Siempre me sentí un poco como aparte… creo que porque mis papás hicieron el esfuerzo de que creciera lejos de los reflectores. Pero, innegablemente, a la hora de ya decidir yo que quería hacer de mi vida siempre fue la actuación. Fue muy instintivo, fue algo que siempre estuvo ahí, desde niña siempre me encantó el entretener, el actuar y el escenario.
¿Cómo fue actuar con tu abuela Sylvia Pasquel?
Divertido, nos acercó muchísimo. Todo menos difícil, es una compañera de trabajo con la que es muy fácil trabajar. Yo no sabía qué esperar un poco porque es una mujer que impone mucho, entonces había un lado de mí que sí le daba miedo que fuera imponente o que por ser su nieta me tratara como con más confianza en frente de los demás o que yo me sintiera un poco entre la espada y la pared, pero todo fluyó súper. También mi abuela y yo siempre nos hemos llevado muy bien, tenemos muy buena amistad, y en el set nuestras escenas fueron muy naturales.
¿Existe algo que en el plano profesional quieras demostrar?
Quiero demostrar que estoy aquí porque soy capaz, porque soy talentosa y porque me gusta. Quisiera que la gente se quitara de la de la cabeza que estoy aquí por conexiones, nepotismo o lo que sea. Creo que es lo que más tengo en mente y le he echado muchas ganas para que así sea.