Arantxa González y su relación con la televisión

PERSONAJES

Por más que ha querido dedicarse a otra cosa, su lugar está ante las cámaras. Esta vez, la joven conductora de noticias posa para la cámara de CHIC en la torre residencial Dioon y revela por qué, siendo abogada, su trabajo no está en una oficina.

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Arantxa González Berzunza. Foto: Carlos Dayan Aparicio.

"Quiero salir en la tele”, le dijo a su papá antes de terminar la primaria. La culpa era sin duda de sus padres, ellos siempre le aconsejaban: “Si quieres hacer algo, hazlo. ¿Quieres algo? Consíguelo. No te quedes callada, exprésate”. Su papá abogado, siempre la trajo de juzgado en juzgado. Su mamá, la motivó a ser polifacética, a querer saber de todo. Su frecuente convivencia con los adultos le costó no encajar con los niños de su edad.

Congruente a sus enseñanzas, no le quedó otra opción más que responder: “Sí hijita, está bien. Vamos a preguntar a Radio y Televisión (de Hidalgo) a ver qué hay. No creo que muchas personas lleguen y pregunten. Lo peor que te pueden decir es que no hay nada”. La directora del canal, en aquel entonces, le ofreció participar en el programa infantil Pelibujos.

“Literalmente íbamos a hacer relleno, había unos chicos más grandes que conducían el programa. El proyecto evolucionó y cambió el concepto. Ahora los titulares salían a recorrer el estado y yo comencé a dar las cortinillas de entrada, a despedir el programa, a hacer –como ahora dicen tutoriales, de manualidades”, cuenta Arantxa.

Una chica, encargada del proyecto, también participaba en Radio Universidad y la invitó: “¿Sabes? Hay un programa infantil: Universiniños. ¿Cómo ves? ¿Te interesa?” Ahí empezó a escucharse su voz los sábados y domingos.

“Cabe recalcar que no me pagaban absolutamente nada en ninguno de los dos lugares. Era una actividad extracurricular”, recuerda. La niña de Pelibujos creció y fue dejando esas actividades. Para cuando entró a la preparatoria, los medios ya habían quedado en el olvido. “Antes de llegar a la universidad, los chicos que habían hecho servicio social cuando yo estaba en televisión habían crecido evidentemente, y tenían un programa de deportes. Me contactaron, se acordaron de cuando yo estaba más puberta y me invitaron a ser la conductora”, narra.

“Yo no tengo ni idea de deportes”, les respondió. “Ese es el concepto del programa”, la amarraron. En ese tiempo, Arantxa entró a la universidad, a estudiar derecho. Cuando terminó, tenía ganas de hacer algo que no tuviera que ver con leyes ni con medios de comunicación. “Yo quería algo financiero, para aprender esa parte que no llevas en la universidad y que es complementario. Estuve trabajando en el corporativo de Banorte en Hidalgo, llevando cuestiones administrativas, conociendo un giro completamente diferente”, revela.

Cuando pensaba que ya se había escapado de la pantalla, recibió un mensaje de Facebook: “Yo recuerdo que tú salías en televisión. Hay una vacante, ¿te interesa?” Hizo su casting sin arreglarse y sin maquillaje. La pusieron a prueba por un mes y se quedó con la titularidad del noticiero en una plataforma emergente de las redes sociales. Ahora, además de dar las noticias, cada jueves tiene su espacio de entrevistas, en donde conversa con distintas personalidades.

Aunque continúa realizando labores jurídicas, estas son su actividad complementaria. ¿Cómo es que llegó ahí? Sin duda su familia jugó un papel fundamental, pero también sus amigos, aquellos que le decían: “Va a haber un debate, un concurso de oratoria, un rally de conocimientos, un baile; canta, actúa, etc”.

Aunque lo que hace raya en el periodismo, Arantxa se considera más bien una comunicadora. “Yo creo que la labor del periodista es buscar la información y yo todavía no llego a ese punto de tener la capacidad que tienen los periodistas. Me veo más como una comunicadora que transmite la información”, asegura. “Lo que hago es desempolvar lo que la persona que tengo sentada frente a mí, a lo mejor ni siquiera se acordaba que había hecho en su vida. Espero en algún momento llegar a ser periodista, pero todavía es un tramo bastante largo”.

Le encanta conocer un poquito de todo. Sabe que no es experta y por eso lee, de deportes, farándula, historia, etc. “Me llaman mucho la atención los cambios sociales. Si en algún momento me dedicara de lleno al periodismo, lo vería más enfocado en la sociología”, agrega. Sin embargo, si tuviera que elegir nuevamente profesión, volvería a estudiar derecho.

“Tuve una relación de amor odio con mi carrera. Me gustaba mucho, pero al mismo tiempo sentía que no me llenaba. Pero no me arrepiento, te brinda un panorama muy general de la sociedad”, comenta. No fue lo que vio en los juzgados lo que la enamoró del derecho, sino el buen ejemplo de su padre.

“En la universidad nos preguntaban: ¿Quién quiere formar parte del Poder Judicial o del Gobierno del Estado o del Gobierno Federal? Yo era de las pocas que nunca levantaba la mano. Influyó más el sentido humano de mi papá; recuerdo que llegaban personas de La Sierra, que no tenían acta de nacimiento, que no tenían credencial de elector, no tenían dinero efectivamente y él los llevaba a que hicieran su registro”, narra.

A SU MANERA

Cuando Arantxa va a entrevistar a una persona en vivo, en la mayoría de los casos, no conoce nada de ella sino hasta cinco minutos antes. “¿Cómo es posible? Mi jefe me decía: Entre menos sepas mejor. Yo no entendía por qué. Ahora lo veo; me encanta llegar a ciegas, porque es como si realmente estuviera conociendo a alguien.

“Más que técnicas, lo que funciona es preguntar: ¿Qué es lo que yo quiero saber de ti? Con que me digas tu nombre y yo medio sepa tu edad, de ahí me agarro para empezar. Siempre comienzo por la infancia; a muchos les sorprende que sea tan básico como empezar por el principio, pero me empiezan a platicar sobre sus primeros años y empiezo a excavar”, revela.

Solo tiene una pregunta preestablecida: ¿Cuál es tu primer recuerdo que tienes de la infancia? De ahí en fuera la conversación es espontánea. “Las personas, cuando se van, terminan diciendo que les gustó mucho, hay personas que han llorado después de revivir experiencias que fueron traumáticas. Para mí es como ir al café y ponerte a platicar de cualquier tema; eso es algo que hacía yo desde antes, sin que me pagaran”, se ríe.

Para Arantxa, todas las personas que van y se sientan frente a ella, merecen toda su atención y respeto. “Porque están hablando de experiencias, de vivencias, de sentimientos, y con una extraña, y con una cámara, en vivo además”, dice. Ha tenido también entrevistas difíciles, una de ellas con su esposo y compañero, Eder Martínez. “Yo sabía cuál era la historia, sabía cuáles eran las fibras sensibles, pero se volvió algo personal”.

Aquí Arantxa dando las noticias:

Aquí haciendo una entrevista:


CONÓCELA MÁS

1. Disfruta mucho cantar. Antes le daba pavor, pero ya lo ha superado.

2. Le gusta el interiorismo, los colores y la decoración.

3. Sigue muy de cerca las diferentes corrientes del feminismo.

4. Ama cocinar, ir al cine, ver documentales y escuchar


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  • Elliott Ruiz